MIERCOLES Ť 29 Ť AGOSTO Ť 2001
Vilma Fuentes
Viaje a Tepic
Si los peregrinajes y las mandas no son mi inclinación más fuerte, a Belphé y Azimuth les inspiran un santo horror. Sin embargo, gracias a su fascinación por los viajes, es fácil llevarlos a visitar la casa de un poeta convertida en museo, el lugar donde residió algún escritor o artista, ya no se diga una tumba. Nadie atrae más a un fantasma que otro fantasma, y los duendes se sienten como peces en el agua rodeados de seres invisibles.
Esto no me impide llegar, a veces sin haberlo buscado, a uno de esos sitios que los turistas de la cultura asedian cada día. Cuando el azar me ha conducido a alguno de ellos, lo disfruto sin vergüenza. A los duendes les sucede lo mismo: los veo dar vueltas alrededor, desconfiados, antes de apaludir, gritar ''vivas'', contarse relatos del personaje a quien inspiraron esos lares o que está simplemente allí enterrado y cuya biografía Belphé inventa a su gusto para delicia de su crédulo hermano menor.
Recuerdo, hace ya 20 años, un paseo por el cementerio de Venecia en la isla de San Micaelo. Era la época del carnaval y andábamos buscando un disfraz para enmascarar lo invisible. Caímos sin querer frente a la sobria lápida de Ezra Pound: como si siguiera guardando en la muerte el silencio que guardó en vida. Belphé contó, entonces, a Azi la respuesta que el poeta dio a Dominique de Roux, Jacques Bellefroid y Jean-Edern Hallier cuando le preguntaron por qué había escogido el silencio: ''No fui yo quien escogió el silencio. Fue el silencio quien me escogió''. Palabras que los dejaron mudos de asombro.
Hace unos días me acompañaron a Tepic, donde debía dar una conferencia. Se trataba de colaborar con el vasto programa de Conaculta de creadores en los estados. Sonia Salum, coordinadora del mismo, me propuso el viaje a Nayarit. El tema: La mujer y la escritura. De Sor Juana Inés de la Cruz, de La Corregidora, desde luego -y ahí tienen a los duendes pegando letras para imitarla... De Elena Garro, de Rosario Castellanos, de María Luisa Mendoza.
Azar objetivo. Octavio Paz comienza su magnífico ensayo sobre Sor Juana recordando que quien ''encendió la chispa del reconocimiento (de la monja), en México, fue un poeta: Amado Nervo. Este pequeño libro todavía se lee con agrado''.
Después de un viaje nocturno y unas horas de sueños, la poeta Alma Vidal pasó al hotel por mí. Y directo a la Casa Museo Amado Nervo. El entusiasmo de Belphé y Azi por los versos de Nervo que pudieron leer en las paredes fue desbordante. Recorrieron la iconografía, se instalaron en las fotos. Tuve que tranquilizarlos pues querían recortar algunas imágenes para conservarlas de recuerdo.
Salimos a caminar, con Alma, algunas calles del Centro Histórico de Tepic. Entonces comencé a entender la poesía de Nervo al ver la silueta y la manera de andar tan erguida de las mujeres. Como si flotaran entre las reverberaciones, bajo el azul del firmamento clarísimo, entre las montañas tan verdes alrededor de la ciudad, el aire límpido que sus habitantes aspiran por todos los poros.
Mary Castro me contó de los personajes míticos de la ciudad -La Perjúmenes vieja teporocha, el afilador, los fantasmas y otros-, las vidas de todos conocidos, mientras Alma y ella saludaban a los pasantes. Serenidad de la provincia donde aún se camina sin miedo y mirando de frente. Fuimos a una librería a conseguir un libro que relata las vidas de esos héroes al mismo tiempo anónimos y populares. Encontré una plaquette de poesía de Vidal: Los frutos del tiempo.
Por la noche, tuvo lugar la conferencia. Cuando terminé de leerla, las preguntas de un público curioso y entusiasmado duraron tanto como la hora de lectura. Querían saber más: de Sor Juana, de Garro, de La China Mendoza, de mis novelas publicadas en México, la última Flores negras, la próxima Rey Lopitos.
Después de esta visita a Tepic -escuchando el acento, las palabras, las expresiones-, estoy convencida de que si las visitas de los creadores a los estados son indispensables para dar vida a una cultura en movimiento, todos salimos ganando pues el enriquecimiento es mutuo.