martes Ť 28 Ť agosto Ť 2001

Marco Rascón

La alianza invertida

Es fácil demostrar que en política económica hubo más cambio y ruptura entre los gobiernos de José López Portillo y Miguel de la Madrid, que entre el de Ernesto Zedillo y Vicente Fox.

El desmantelamiento del viejo estatismo forjó la alianza pragmática, estable y prolongada entre el PRI y el PAN, extendida no pocas veces a lo político y lo ideológico, como fue su contubernio en el fraude de 1988 y la aprobación de reformas constitucionales a los artículos 3Ɔ, 27 y 130, más la defensa de los rescates bancarios. En aquel amor hubo pequeñas traiciones como el aumento del IVA, de 10 a 15 por ciento, cuando el PRI cargó solo con todo el desprestigio, pero no fue suficiente para romper la alianza en torno a la inserción de México en la globalización.

Fue tal el desgaste y la desfiguración del PRI en esos 18 años que ese amor lo llevó a perder las elecciones de 2000 y a entregar la conducción del gobierno y la Presidencia al PAN. Entre los priístas que hoy hacen esfuerzos por levantar una posición doctrinaria para diferenciarse, están los mismos que desde todas las tribunas respaldaron las iniciativas y decisiones de De la Madrid, Salinas y Zedillo, quienes los condujeron a la debacle política y electoral. Pocos fueron los priístas que no antepusieron la disciplina y la lealtad al presidente expresando sus diferencias.

En ese sentido existe entre el PRI y el PAN un vínculo armonioso y doloroso como el de Las dos Fridas: hay una identificación que trasciende las expectativas del voto ciudadano y se convierte en una complicidad para defender el mismo proyecto de país.

Digan lo que digan hoy los del tricolor ellos empezaron la destrucción de la producción en el campo; aleguen lo que aleguen abrieron el país a la competencia de manera indiscriminada; y ellos mismos hicieron las políticas fiscales más duras y recesivas. Hoy la hegemonía y la conducción de ese proyecto no la tiene el PRI, sino el PAN y el foxismo. Pero a un año del triunfo foxista ha tenido que regresar sobre sus palabras y ha debido reintegrar la vieja alianza, sólo que ahora invertida: el PRI apoya al PAN.

Vicente Fox se dio cuenta de esto muy pronto y a partir de su legitimidad lanzó puentes al charrismo sindical y a los grupos priístas con perpectiva nacional. Esa es quizás la diferencia que decidió la suerte de Cervera Pacheco en Yucatán y la de Madrazo en Tabasco, pues el primero no significaba nada más allá de las fronteras locales, mientras el segundo hizo de Tabasco un movimiento para fortalecer la capacidad negociadora de la corriente nacional que representa.

La alianza invertida es ahora más pragmática que nunca, PRI y PAN se requieren uno al otro de nuevo para juntos llenar el vacío y la falta de credibilidad que socava al gobierno. Cada tema, como el de la reforma fiscal, se ha convertido en un auténtico tianguis de posiciones y decisiones a través de las cuales Fox va cediendo ante la falta de estructuras políticas propias para llevar adelante sus compromisos con el cambio que representó en julio de 2000. Por esta causa no habrá comisión de la verdad ni desenterramiento del pasado. Con ello se pierde la esperanza de construir una nueva cultura política sin terrorismo ni violencia de Estado, aplicados por los priístas contra las oposiciones democráticas y de izquierda. Fox ha decidido que no son sus muertos ni sus heridas y, por lo tanto, cede principios a cambio de respaldo a sus iniciativas fiscales, políticas y económicas.

El actual gobierno ya actúa al igual que los viejos gobiernos y se cree sus propias conspiraciones y juegos sucios como los cohetones en Banamex, que al fin unió al Cisen y a la Procuraduría General de la República para ponerlos a trabajar en las viejas tácticas del miedo y las cacerías artificiales.

La redimensión de la alianza PAN-PRI tiene también a Michoacán entre sus propósitos. Es ahí donde anda el futuro de la reforma fiscal y la nueva ley de ingresos, que no es posible aprobar sin el consentimiento entre ambas fracciones legislativas, pues para desgracia del foxismo esto es lo que marcan los nuevos tiempos: la fracción gobernante dividida en PRI y PAN.

Desgraciadamente, no existen contrapesos, pues el PRD y otras agrupaciones aún conciben su proyección política actuando como rémoras entre los desperdicios que dejan el PRI y el PAN. Su actuación desastrosa en Yucatán y Tabasco ha dejado completamente solo Michoacán, donde las direcciones nacional y local no vacilarán en negociar esa elección a cambio de mantener la vida vegetativa, que aún tiene por ahora.

El ciclo del PRD se ha cerrado junto con la búsqueda y construcción de una alternativa, y ahora deberá encontrar caminos propios de actuación frente a la unidad PRI-PAN, que degrada y oscurece el futuro de México.

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