LUNES Ť 27 Ť AGOSTO Ť 2001

TOROS

Ť Séptimo festejo: bien presentados pero mansos los de San Francisco de Asís

Prosigue la Plaza México con su gran barata novilleril de verano

Ť En otro cartel sin atractivo, el debutante Briones deja ir el triunfo Ť Entrada simbólica

LEONARDO PAEZ

Cuando una empresa promotora de espectáculos se ve obligada a dar funciones sólo para cumplir un contrato publicitario celebrado con anterioridad, lo más probable es que esas funciones resulten de mero trámite y no para incrementar atractivo y asistencia, no se diga utilidades.

Por ello, también entre los empresarios taurinos hay niveles y dimensiones, visión de los negocios, sensibilidad y resultados, según las respectivas capacidades, intereses en juego y propósitos de fondo.

dibujo toros-BrionesPor ejemplo, Jesús Arroyo e hijos han sido capaces de conservar y ampliar el emporio restaurantero que lleva el apellido de sus ancestros, al grado de que los fines de semana el doble o triple de los asistentes que cada domingo aún acuden a la Plaza México, se arremolinan golosos en los múltiples salones en busca de carnitas y barbacoa. De no creerse las pantagruélicas escenas, como si de damnificados con poder adquisitivo se tratara.

Anexa al restaurante, la placita techada Antonio Velázquez, apenas con mil cien localidades, sábado a sábado es colmada por un público benévolo que se emociona, aplaude o pita, según el desempeño de novillos y novilleros e independientemente de lo reducido del diámetro del redondel y de los volubles criterios de premiación del juez en turno.

¿Cuál es entonces el común denominador en ambos fenómenos de asistencia? Acertaste lector: Un elemental espíritu de servicio, a partir de lo que se ofrece al cliente a cambio de lo que paga, no sólo para que quede satisfecho sino para algo más importante: que regrese y se vuelva asiduo.

Sin embargo, tan sencilla fórmula ha de tener su chiste pues son más bien pocos los empresarios de la industria gastronómica en el país que pueden igualar las arroyadoras cifras de Jesús, y ni qué decir de los autollamados empresarios taurinos, que a juzgar por sus lamentables resultados artísticos y económicos ya no se sabe si lo hacen a propósito o es resultado de su ineptitud natural.

Confirmadora excepción constituye la Feria Nacional del Novillero, patrocinada por Telmex, en cuyo elenco la empresa de la México ha tenido que buscar nombres, en un intento por darle interés a su tardía y desabrida temporada chica, caracterizada hasta ahora por la preeminencia de encierros baratos, con ternas disparatadas o antojadizas, en el más increíble espíritu de antiservicio empresarial taurino de que se tenga memoria.

Otra terna sin sentido

Para el séptimo festejo de la temporada chica 2001, la empresa de la antigua Plaza México, hoy Cecetla -hay que repetirlo para que se nos grabe: Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje-, armó, con el burocratismo ciego que hace ocho años la caracteriza, otro cartel por lo menos absurdo.

Un joven de enorme potencial torero -Víctor Martínez- al que repitió por tercera ocasión en siete tardes, y dos debutantes provenientes de las filas de la Feria Nacional del Novillero: el potosino José Briones, que a punto estuvo de llevarse la oreja de Viejito y dejó ir vivo a su segundo, y el tijuanense Paco Aviña, para enfrentar un bien presentado pero en general manso encierro de la ganadería de San Francisco de Asís, propiedad de don Juan Hernández, otro próspero restaurantero-ganadero.

A manera de cruel premonición, un aficionado a las gaoneras -taco de suave filete comercializado por don Juan- comentó al entrar a la plaza: "Si como decoran sus restoranes, crían sus toros, ya estuvo que apenas van a embestir".

Y como ha ocurrido en los anteriores festejos, el franciscano encierro tampoco embistió o, si se prefiere, embistió de mala manera, sin bravura y sin transmisión de la misma, es decir, sin dar espectáculo, lo que equivale a un tercer grado de dificultad para los principiantes, quienes a su vez cayeron en el juego soso y deslucido de los novillos, convirtiendo la de por sí gris tarde en una apacible tortura china, así asistiéramos mil 500 franciscanos espectadores -400 más que a la placita de Arroyo- en un coso al que le caben por lo menos 43 mil personas.

Lo bueno es que para consuelo de los globalifílicos taurinos ya están apalabrados para la grande los Hermosos, Ponces, Julis y comparsas que los acompañan.