LUNES Ť 27 Ť AGOSTO Ť 2001
Rápido encanecimiento de la población en AL
Se agudiza la falta de atención a los ancianos por las crisis, señala experto
CAROLINA GOMEZ MENA
Hace medio siglo existían en el mundo 200 millones de personas mayores de 60 años; en 1996 eran 550 millones y para 2025 se calcula que habrá más de mil 200 millones. A juzgar por los datos proporcionados por "las estadísticas en términos absolutos y relativos", este "encanecimiento" tendrá un fuerte impacto en América Latina y el Caribe, región que "envejece rápidamente", pues mientras hace escasos años cada mes se sumaban 80 mil personas a este grupo de edad, hoy son 115 mil, resaltó Enrique Vega García, director del Adulto Mayor del Ministerio de Salud Pública de Cuba y representante de la Organización Panamericana de Salud (OPS).
En una conferencia magistral en el marco del primer Encuentro Nacional de Atención Integral del Adulto Mayor organizado por el DIF, el experto hizo hincapié en que lo anterior debe ser tomado como una señal de alerta para todas las naciones, pero particularmente para aquellas que se encuentran en desarrollo. A diferencia de cómo los países ricos experimentan este proceso de envejecimiento poblacional, a los que viven en la precariedad económica y por ende social, este cambio les demandará un mayor sacrificio en la instauración de políticas públicas tendentes a enfrentar el fenómeno, expuso.
"En la región el proceso de envejecimiento progresivo no ha ido de la mano de una situación económica favorable como en Europa, Estados Unidos o Canadá. Por ello los latentes problemas de pobreza, deuda externa y falta de integración económica eficaz hacen que América Latina enfrente el envejecimiento de sus poblaciones con una ínfima parte de los recursos que destinan los países desarrollados, por lo que, ante la diversidad de prioridades, tendrán grandes dificultades para cambiar rápidamente", lamentó.
"De no encontrar respuestas que brinden una calidad de vida digna para este segmento creciente de la población latinoamericana, se correrá el riesgo de perpetuar la miseria y las naciones no sólo serán incapaces de atender a sus ancianos de la manera que requieren, sino que también harán que éstos pesen en la economía de la población activa.''
En opinión de Vega García, una de las primeras barreras que deben superarse son la "invisibilidad" de los viejos, lo que se evidencia en su nula presencia en las estrategias públicas, así como la negativa conceptualización de la vejez. Instó por ello a "fomentar una imagen positiva del envejecimiento, aunque no idílica". Expuso que debido a las continuas bajas en las economías locales y ante la falta de aplicación de cambios en la materia, la existencia de grupos vulnerables -entre ellos los viejos- hará que sea cada vez más difícil la situación.
Debido a que cada vez más personas ingresarán a la vejez, las naciones en vías de desarrollo deben asumir como punto de partida que este fenómeno "ha dejado de ser una exclusividad de algunos, sino que se ha convertido en una oportunidad para muchos", por lo que se deberá desterrar el mito de que el "encanecimiento" es ajeno al mundo en desarrollo, porque de hecho "desde hace varias décadas la realidad es otra".
Mientras que a mediados del siglo pasado existía igual proporción de personas de edad avanzada en países ricos que en naciones en desarrollo, actualmente las regiones de menor avance socioeconómico tienen dos de cada tres ancianos; en los próximos 40 años ocho de los 11 países más envejecidos del mundo pertenecerán al grupo de los también "menos aventajados económicamente".
Pero no es necesario avanzar tanto en el tiempo para darse cuenta que cada vez más viejos viven en los países pobres, porque hoy 80 por ciento del millón de los que alcanzan la tercera edad habitan en países con bajos índices económicos.
A fin de enfrentar de la mejor manera este proceso, dijo, los países latinoamericanos deben participar activamente durante el desarrollo de la segunda Asamblea Mundial de Envejecimiento, que se llevará a cabo en Madrid en abril del próximo año, en la cual se presentarán posibles soluciones para enfrentar la vejez poblacional.
Allí se discutirá cómo lograr un envejecimiento productivo, se instará a los gobiernos a que integren políticas que hagan más eficaz la atención de los ancianos, lo que debe incluir acceso a salud, en especial en el primer nivel de atención médica, y se abordarán temas como la disminución de la desigualdad y otorgar derecho a la "autorrealización y actualización de las personas mayores". Ello principalmente en los países pobres.
Tópicos similares (aunque con un enfoque más regional) se abordarán durante el séptimo Seminario de Atención al Adulto Mayor, que se realizará en La Habana del 1 al 4 de octubre de este año, y al cual el funcionario isleño hizo una invitación a especialistas mexicanos.
A decir del experto, esto no debe tomarse a la ligera o postergarlo, porque aunque actualmente hay poco más de 32 millones de personas de la tercera edad en la región, lo que quiere decir que 9 por ciento de los habitantes del Caribe son ancianos y 6.9 por ciento de los latinoamericanos están en la misma situación durante los venideros 25 años, la proporción irá aumentado de manera significativa.
En ese tiempo países como Brasil y México, los que aún sin tener hoy "un porcentaje relativamente alto de envejecimiento están dentro de las 10 naciones con más personas ancianas del planeta", verán incrementada su población en tercera edad de manera notable, con tasas de hasta de cinco puntos anuales.
Tras asentar que cuatro son las características básicas del envejecimiento en la región: "rapidez, diversidad, independencia al desarrollo económico e irreversibilidad", el galeno puso de relieve que no sólo es significativo del reto la cantidad de ancianos, sino la relación numérica de éstos con la población infantil.
En la zona, agregó, mientras hace 30 años los menores de 15 años significaban 42 por ciento de los habitantes, y los mayores de 65 años eran sólo 4 por ciento, esta proporción para el 2030 sería de 22.6 por ciento para la primera y 11.2 de la segunda.
No obstante, en algunos países como Cuba mucho antes de esas fechas ya existirá una mayor proporción de adultos mayores que menores de 15 años, pues ello se evidenciará a partir del 2015.
Según Vega García, las personas de la tercera edad que viven en los países pobres, y en especial en América Latina, deberán sumar a la pérdida de la capacidad de adaptación que impone el envejecimiento y a las particularidades que las enfermedades de la vejez conllevan, un medio ecológico y socioeconómico hostil al cual deberán adaptarse o perecer.
El incremento de este grupo determinará un aumento de los gastos estatales destinados al mantenimiento de esa fracción -por lo general no productiva económicamente-, ya que no sólo aumentará el número y proporción de ancianos, sino que se prolongará la cantidad de años vividos en esta etapa de la vida.
Sobre la pobreza resaltó que las personas mayores, así como otros grupos vulnerables de la sociedad, reciben un impacto mayor de los efectos de ésta, por lo que dijo que se debe cambiar la táctica de no incluirlos en los temas de desarrollo, y con ello prolongar una "invisibilidad" social que no les reconoce papel económico alguno.
También se debe poner énfasis en incrementar el porcentaje de ancianos que tienen acceso a pensiones y jubilaciones, por cual señaló que debe llevarse a cabo un programa de pensiones que se ajusten a los cambios económicos que se producen en la región.
También sugirió que deben realizarse reformas en salud que propicien una mejor y mayor atención a los adultos mayores, los cuales "constituyen los mayores consumidores relativos y absolutos de servicios de salud y medicamentos en cualquier país".
Pero no es necesario avanzar tanto en el tiempo para darse cuenta que cada vez más viejos viven en los países pobres, porque hoy 80 por ciento del millón de los que alcanzan la tercera edad habitan en países con bajos índices económicos.
A fin de enfrentar de la mejor manera este proceso, dijo, los países latinoamericanos deben participar activamente durante el desarrollo de la segunda Asamblea Mundial de Envejecimiento, que se llevará a cabo en Madrid en abril del próximo año, en la cual se presentarán posibles soluciones para enfrentar la vejez poblacional.
Allí se discutirá cómo lograr un envejecimiento productivo, se instará a los gobiernos a que integren políticas que hagan más eficaz la atención de los ancianos, lo que debe incluir acceso a salud, en especial en el primer nivel de atención médica, y se abordarán temas como la disminución de la desigualdad y otorgar derecho a la "autorrealización y actualización de las personas mayores". Ello principalmente en los países pobres.
Tópicos similares (aunque con un enfoque más regional) se abordarán durante el séptimo Seminario de Atención al Adulto Mayor, que se realizará en La Habana del 1 al 4 de octubre de este año, y al cual el funcionario isleño hizo una invitación a especialistas mexicanos.
A decir del experto, esto no debe tomarse a la ligera o postergarlo, porque aunque actualmente hay poco más de 32 millones de personas de la tercera edad en la región, lo que quiere decir que 9 por ciento de los habitantes del Caribe son ancianos y 6.9 por ciento de los latinoamericanos están en la misma situación durante los venideros 25 años, la proporción irá aumentado de manera significativa.
En ese tiempo países como Brasil y México, los que aún sin tener hoy "un porcentaje relativamente alto de envejecimiento están dentro de las 10 naciones con más personas ancianas del planeta", verán incrementada su población en tercera edad de manera notable, con tasas de hasta de cinco puntos anuales.
Tras asentar que cuatro son las características básicas del envejecimiento en la región: "rapidez, diversidad, independencia al desarrollo económico e irreversibilidad", el galeno puso de relieve que no sólo es significativo del reto la cantidad de ancianos, sino la relación numérica de éstos con la población infantil.
En la zona, agregó, mientras hace 30 años los menores de 15 años significaban 42 por ciento de los habitantes, y los mayores de 65 años eran sólo 4 por ciento, esta proporción para el 2030 sería de 22.6 por ciento para la primera y 11.2 de la segunda.
No obstante, en algunos países como Cuba mucho antes de esas fechas ya existirá una mayor proporción de adultos mayores que menores de 15 años, pues ello se evidenciará a partir del 2015.
Según Vega García, las personas de la tercera edad que viven en los países pobres, y en especial en América Latina, deberán sumar a la pérdida de la capacidad de adaptación que impone el envejecimiento y a las particularidades que las enfermedades de la vejez conllevan, un medio ecológico y socioeconómico hostil al cual deberán adaptarse o perecer.
El incremento de este grupo determinará un aumento de los gastos estatales destinados al mantenimiento de esa fracción -por lo general no productiva económicamente-, ya que no sólo aumentará el número y proporción de ancianos, sino que se prolongará la cantidad de años vividos en esta etapa de la vida.
Sobre la pobreza resaltó que las personas mayores, así como otros grupos vulnerables de la sociedad, reciben un impacto mayor de los efectos de ésta, por lo que dijo que se debe cambiar la táctica de no incluirlos en los temas de desarrollo, y con ello prolongar una "invisibilidad" social que no les reconoce papel económico alguno.
También se debe poner énfasis en incrementar el porcentaje de ancianos que tienen acceso a pensiones y jubilaciones, por cual señaló que debe llevarse a cabo un programa de pensiones que se ajusten a los cambios económicos que se producen en la región.
También sugirió que deben realizarse reformas en salud que propicien una mejor y mayor atención a los adultos mayores, los cuales "constituyen los mayores consumidores relativos y absolutos de servicios de salud y medicamentos en cualquier país".