lunes Ť 27 Ť agosto Ť 2001
Iván Restrepo
ƑUn distinto amanecer en Torreón?
Los últimos años han sido pródigos en análisis sobre la lucha ciudadana por la democracia para poner fin al largo periodo en que el Partido Revolucionario Institucional, vuelto gobierno, formó lo que Mario Vargas Llosa llamó "la dictadura perfecta". En cambio, poco se mencionan los movimientos que en diversas partes del país se han opuesto a la impunidad con que actúan grandes empresas, culpables de afectar la salud pública y los recursos naturales. Pertenecen a la iniciativa privada y también al sector público, como Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad.
Dentro de esos movimientos destacan: el iniciado contra Cromatos de México, empresa alemana-estadunidense instalada en Tultitlán que durante 20 años dejó su estela de contaminación en ese municipio mexiquense. Era tan evidente el daño que causaba que finalmente cerró, pero sin llevar a sitio seguro sus peligrosos desechos; el de los afectados en mayo de 1991 tras la explosión de la fábrica Agricultura Nacional de Veracruz (Anaversa), la cual almacenó y elaboró por más de 30 años y en pleno centro urbano de Córdoba diversos agroquímicos; el que libra una batalla en el sur de Veracruz contra Pemex y las industrias del corredor Coatzacoalcos-Minatitlán-Cosoleacaque-Cangrejeras; y también está el de Monterrey contra la empresa Pigmentos y Oxidos (Pyosa), perteneciente a una de las familias más influyentes de esa ciudad.
A esta breve lista debe agregarse la lucha contra la fundidora Met-Mex-Peñoles, ubicada en una populosa área de Torreón. Se trata de la empresa más importante de Latinoamérica en su tipo y que cumple un siglo de contaminar. Lo ha hecho, porque tiempo atrás no había conciencia de los daños que podían causar sus procesos en la salud pública y el ambiente, y porque aún hoy existe la decidida oficial.
En efecto, en los años setenta de la década anterior los especialistas alertaron que producía una elevada contaminación por plomo, cadmio y arsénico, lo que afectaba la salud, en especial de los niños y de las mujeres en edad reproductiva y que viven en colonias contiguas a las instalaciones de Peñoles. No obstante, nadie hizo caso ni de éstos ni de trabajos posteriores.
Apenas en 1995 las autoridades federales a través de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) decidieron intervenir para remediar el problema. Negociaron con dicha empresa numerosas medidas correctivas y varios meses fue declarada en "contingencia ambiental". Sin embargo, los especialistas, destacadamente el pediatra José Manuel Velasco, y las agrupaciones sociales y ambientales calificaron esas medidas como diseñadas a gusto de la empresa y no de las 30 mil personas afectadas ni de las que en el pasado sufrieron sus efectos nocivos.
Si la actuación de las autoridades ambientales fue tibia, la del sector salud no puede calificarse sino fría, ya que aprobó una norma oficial emergente sobre plomo en sangre que tiene serias lagunas. A las protestas ciudadanas empresa y funcionarios respondían diciendo que el problema estaba en proceso de solución y que ya no era tan grave, que se exageraba.
En busca de una opinión autorizada e imparcial se recurrió entonces al Centro de Control y Prevención de Enfermedades, con sede en Atlanta, Estados Unidos, y que es uno de los más prestigiosos en su tipo. El organismo estudió el caso y acaba de confirmar lo obvio: que existe un daño a la salud de la población expuesta y que cuando menos una tecera parte de ella (en especial los niños) presenta niveles preocupantes de plomo en la sangre. Y aunque seguramente por sabidas dicho centro no recomienda las acciones que deben tomar las autoridades y la empresa para poner fin al problema, es claro que falta mucho por hacer en el campo de la salud pública y del ambiente de la zona afectada.
Las nuevas autoridades federales, estatales y locales, así como legisladores tienen ante sí un enorme compromiso con la población de Torreón. Durante un siglo la influyente e importante empresa que hoy se llama Met-Mex Peñoles afectó impunemente la salud pública y el medio, en especial el sano desarrollo de miles de niños, niñas y mujeres. Hoy que a todos ellos y al resto de México el presidente Fox promete un distinto amanecer, sería imperdonable que se viera nublado por el plomo, el cadmio y el arsénico que genera Peñoles.