La Jornada Semanal,  26 de agosto del 2001


(h)ojeadas
Desencuentros con aroma de café

Guillermo Vega Zaragoza


 

 
 
 
 

Mónica Lavín,
Café cortado,
Plaza & Janés,
México, 2001.
 
 
 

 

Nuestro destino es contradictorio y lo que uno piensa que va a suceder no ocurre nunca", dijo Karen Dinesen (la futura baronesa Blixen) a los trece años, como si ya presintiera la volubilidad de su propia existencia, dieciséis antes de que partiera a África para iniciar una nueva vida en su finca cafetalera de Nairobi. Semejante afirmación también podrían suscribirla los personajes de Café cortado, la nueva novela de Mónica Lavín (1955), que tiene diversos puntos de contacto con la vida y obra de la célebre escritora danesa, autora de Memorias de África (1937), no solamente porque ambos libros se refieren a periodos históricos coincidentes (las primeras décadas del siglo XX) y a situaciones parecidas (las desventuras de extranjeros en tierras tropicales), sino porque la misma autora hace referencia a Isak Dinesen en su propia novela. No obstante, hasta ahí quedarían los paralelismos, pues la historia que nos cuenta Lavín, una de las narradoras mexicanas más sólidas y constantes en la actualidad, rebasa la pulsión autobiográfica para presentarnos una novela compleja, que no necesariamente complicada, de estructura intrincada, pero no por ello menos interesante y disfrutable, con una prosa exacta y cortante, diferente (hasta cierto punto) a lo que nos tenía acostumbrados en sus anteriores libros; que no se detiene en florituras innecesarias y sin embargo alcanza una singular intensidad narrativa. 

La literatura es la interminable búsqueda del origen, la incansable exploración para contestar preguntas tales como: "¿De dónde vengo?", "¿quién soy?", pero sobre todo: "si estas son mis raíces, ¿a dónde voy?" La infancia es la verdadera patria del poeta, diría Eliseo Diego, pero es, en general, la de todos los escritores. Pero más que la infancia, son las historias que nos cuentan los mayores cuando somos niños las que termina conformando el territorio soberano de la imaginación. ¿Disfrutaríamos ahora de Cien años de soledad si su abuela no le hubiera contado a Gabito la genealogía de toda su prole? Difícilmente.

Pero hay otros autores que, por alguna u otra razón, no tienen la fortuna de que sus progenitores les cuenten las historias del origen de su estirpe para después recrearlas. A veces se encuentran con una infranqueable barrera de silencio y entonces tienen que inventarse ese pasado en pos de una explicación de sí mismos. Este último es el caso que dio origen a Café cortado, según ha referido Mónica Lavín en diversas entrevistas. Su abuelo, inmigrante español, estableció una finca cafetalera en el Soconusco a principios de siglo. Después de quince años, falleció en condiciones nunca aclaradas y la familia emigró a la Ciudad de México. Nunca más se volvió a hablar del asunto. La autora decidió "reinventar" la historia del abuelo para regalársela a su padre. Con ánimo detectivesco, Lavín emprendió la tarea, pero no para investigar la "verdadera historia", sino para hacer verosímil una de las miles, millones de posibilidades de esta fabulación de desencuentros.

No es fortuito que el primer libro de cuentos de Mónica Lavín, publicado en 1986, llevara por título Cuentos de desencuentro y otros. Gran parte de su obra está surcada por esta preocupación (que a estas alturas ya puede ser considerada obsesión): la de narrar historias de personajes que se conocen y que por azares del destino tienen que separarse o luchar para seguir juntos, a veces sin conseguirlo. Si se toman en cuenta sus novelas anteriores (resultaría excesivo referirse a los relatos incluidos en colecciones tales como Nicolasa y los encajes, de 1991; Retazos, de 1995, y La isla blanca, de 1999), será posible corroborar este aserto. En Tonada de un viejo amor (1995), la moral imperante en un hipotético pueblo norteño de los años cuarenta obstaculiza a Cristina Velasco a realizar la inusual pasión provocada por su tío; en Ruby Tuesday no ha muerto (por la que Lavín obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en 1996), una ex hippie intenta que no se evaporen sus sueños en un mundo donde ya no hay lugar para las utopías; en La más faulera (1997) la adolescente Andrea subordina toda su vida al basquetbol, por lo que se enfrasca en encendidas disputas que por poco dan al traste con su futuro; en Cambio de vías, las cuarentonas amigas Sofía y Juliana emprenden un viaje por Europa para tratar de reconquistar la pasión por la vida. Desencuentros con el ser amado, con el pasado, con el futuro, con los sueños, con uno mismo; hombres y mujeres que se acercan y se alejan, en el vals interminable que es la vida. 

El arranque de Café cortado hace recordar las novelas policiacas de Raymond Chandler. Ya se sabe: el desencantado y alcohólico detective recibe la visita de una exuberante y peligrosa rubia que lo contrata para que encuentre cualquier baratija. El objetivo inicial de la investigación es lo de menos. Lo importante es lo que sale a la luz durante la pesquisa. En esta ocasión, Diego Cabarga, un joven abogado mexicano con aspiraciones de escritor (alter ego de la autora, quien decidió asumir en esta ocasión una personalidad masculina, rehuyendo, quizá, las posibles referencias autobiográficas) recibe la encomienda de investigar y escribir la historia de una empresa naviera española. A regañadientes, empieza a desempolvar archivos en el puerto de Santander. Hasta que encuentra una extraña carpeta que contiene las columnas periodísticas redactadas ¡durante quince años! por un tal Fermín Domínguez. Resulta que todas, todas, estaban dedicadas a la misma persona: Ángela. Intrigado, decide mandar al diablo el encargo original y se pone a investigar para ¿crear? ¿recrear? la historia de Fermín y Ángela y la infinidad de personajes que habitan la novela. En un capítulo memorable, en un intento por experimentar en carne propia lo que viven los personajes, Diego llega al extremo de hacerse llamar como uno de ellos, en el esfuerzo inútil de borrar la tenue frontera entre ficción y realidad. Así, al cerrar el libro nos asalta la duda: ¿cuál es la historia que acabamos de leer?, ¿la "verdadera", la que sólo sucedió en la mente de Diego, la del primer manuscrito (que al final lanza por encima de la barda de la que fuera la casa de Fermín Domínguez), o la que escribiría a su regreso, en México?

La narración, armada en cincuenta y dos cortos capítulos, está muy lejos de ser lineal. Salta abruptamente del presente al pasado, al presente histórico y de nuevo al pasado. Incluso de un párrafo a otro, de una línea a otra, podemos encontrarnos en 1904 en Santander o en 1915 en Chiapas, en un movimiento pendular en apariencia caótico, pero armado con destreza y eficacia, que no confunde, sino que, muy al contrario, lleva al lector siempre hacia adelante, ávido de avanzar y descubrir lo que sigue. 

En su ya clásico libro Aspectos de la novela, al hablar sobre los personajes de ficción, E. M. Forster apunta que la diferencia con las personas de verdad radica en que aquéllos no pueden ocultar ningún aspecto de su vida al lector, no tienen vida secreta, mientras que éstas pueden esconderla. De los personajes podemos saber los principales hechos acerca de su vida: el nacimiento, la comida (que podría traducirse en las ambiciones materiales), el sueño, el amor y la muerte. Dependerá de la forma en que el escritor relacione estos elementos para hacerlos verosímiles. En Café cortado, los personajes se van descubriendo poco a poco y el lector los acompaña en ese reconocimiento, por lo que terminan haciéndose palpables, multidimensionales y, por lo mismo, entrañables.

En su más reciente novela, Lavín parece llevar a sus últimas consecuencias las llamadas "reglas de la atracción", acuñadas por Bret Easton Ellis: a ama a b, pero b desea a c, que a su vez está obsesionado con d, que siente una pasión enfermiza por a. Todos los personajes aman a alguien más, con quien no pueden estar porque las circunstancias les impiden realizar sus deseos: la distancia, los prejuicios, "el qué dirán", el dinero, la ambición, la cobardía, el rencor, el odio, la muerte. 

La historia tiene una estructura elíptica, pues dos son los focos alrededor de los cuales orbitan las vidas de los demás: el santanderino Miguel, quien desata las acciones tanto con su viaje al Soconusco para fundar una finca cafetalera como con su inexplicada y súbita muerte; y el capataz Chabelo, quien, para usar un eufemismo, es un verdadero hijo de puta. Este es, sin duda, uno de los personajes mejor logrados de la novela: un malvadazo de antología, que lo mismo se coge a una ternera, a la hija del patrón, a la esposa de su socio, que a un mesero maricón que fue su compañero de escuela, en su irrefrenable ambición por saciar sus instintos y apagar el rencor que le provoca su condición mestiza. 

Es previsible que a muchos lectores les llamará la atención el escenario principal en el que se desarrolla la historia: el florecimiento de las fincas cafetaleras en Chiapas a principios de siglo, durante el cual confluyeron lo mismo alemanes, franceses, irlandeses, chinos, rusos, con mestizos e indios, en el crisol de la selva tropical, y encontrarán que la discriminación y las condiciones de explotación de las etnias no han variado mucho de entonces a la fecha. Afortunadamente, de la misma forma que la intrincada estructura narrativa, el tejido que une los diferentes momentos en que está contada la historia, "se ve pero no se nota" (de acuerdo con el sabio adagio de los maestros albañiles a la hora de resanar), la investigación histórica realizada por la autora sirve como perfecto telón de fondo para situar a los personajes, sin entorpecer la narración con parrafazos explicativos sobre el proceso cafeticultor, lecciones de historia metidas con calzador o arengas ideológicas políticamente correctas, a diferencia de la baronesa Blixen, quien a veces adopta una insoportable actitud paternalista con los "buenos salvajes" africanos. 

Sin duda, nos encontramos con el libro más ambicioso de Mónica Lavín, en el que se revela como una narradora madura, pero sobre todo maliciosa, a la que no le tiembla la mano a la hora de proponer sus propias reglas al lector y hacer que le entre al juego, pues, al final de la partida, todos salimos ganando •
 

 a u t o b i o g r a f í a

En la garganta un solo 
nudo basta

Gabriela Zamudio Demerutis


 
 
 
 
 

Paco Ignacio Taibo I,
El hombre sin corbata y otras fabulaciones,
UNAM,
México, 2000.

No usaba corbata para mantener en vilo sus principios. Y eso que te puede parecer una
tontería es cosa seria porquela guardia civil registra primero a los que no tienen corbata. 
Yo supe que era comunista no porque hablara
de comunismo conmigo, sino porque tenía 
el aspecto de los comunistas según la descripción oficial.
Taibo I
¿Por qué el hombre sin corbata resulta ser el relato más importante de un libro en el que hay otras historias que podrían darle título? Porque el hombre sin corbata es la idea que permanece oculta en todas las demás fabulaciones. Es en sí el motivo del libro, lo que identifica a su autor, quien desde temprana edad sintió esta inclinación gracias al medio en el que se desenvolvió y a las lecturas que hizo, en ocasiones por curiosidad y en otras por gusto. 

Su vida, filtrada por los propios sueños. El resultado: un libro único, tratado desde una perspectiva muy creativa. Podemos estar a favor o en contra de sus ideas; no importa, porque no son leyes sino narraciones pequeñas, que no hacen afirmaciones sobre lo que es correcto o lo que no lo es. La sutileza del autor nos conduce por un laberinto de hechos y creencias sin detenernos en los conceptos. Fluye la lectura por la buena sintaxis y nos envuelve más en los hechos que en las ideas; juega con nuestras emociones sin necesidad de evocarlas por un medio directo. 

Sufrimiento y desilusión a causa de una guerra civil arrolladora, que deja profundas huellas tanto en el autor como en el alma de su pueblo. Miseria, prohibiciones y gran pobreza tratadas desde su punto de vista, que encierra en su semántica el dolor y la tristeza callada; su rebeldía ante un régimen dictatorial y ante las devastadoras consecuencias de la guerra: "El Dictador que está situado en la cima del país [...] destila una sustancia verde y venenosa que se va desplazando [...] y tocándolo todo y convirtiéndolo en una cosa sórdida y esencialmente hipócrita..."

Autor y protagonista del libro, Paco Ignacio Taibo I nos lleva de la mano por sus recuerdos desde niño, nos introduce a su visión de las cosas. Sabe despertar la curiosidad de quien lo lee. Invita al análisis y a la reflexión sin forzarnos y hace evidentes sus creencias sin negar las del lector. No hay violencia, sino audacia. 

Lector desde corta edad, culto y con amor al arte, Paco Ignacio Taibo I, posible descendiente de aventureros checoslovacos, ha conseguido a lo largo de su vida realizar lo que le gusta: escribir. Y con sinceridad se presenta a sí mismo tal como es, sin máscaras ni palabras rimbombantes. Su redacción es pulcra y no por ello falta de naturalidad. La mezcla de diálogos con la narración le dan vida al texto y lo hacen ameno. El hombre sin corbata... es un libro interesante por su estilo, por la profundidad de sus asuntos y por la manera en que los trata.

Taibo I va de la subjetividad a la objetividad, de la realidad a la fantasía y de la crudeza a la risa; nos muestra, sin sentir casi, los contrastes y, sin la necesidad de evocar los sentimientos con cursilerías o mojigaterías, conduce al lector por una gama de emociones, con sutileza bien manejada. Elige contar su historia a través de un yo constante que narra, nos interesa, nos envuelve en un sinfín de experiencias en un vaivén entre lo real y lo ficticio que nos llama, que nos atrapa desde las primeras líneas. El lector se deja llevar por este fluir de palabras, hábilmente manejadas con humor, con sentido crítico e inteligencia.

Con una larga trayectoria como periodista y escritor, nutrida por sus lecturas y viajes y por la convivencia con personajes del medio artístico, político y literario, Taibo I se ha formado un criterio propio y una cultura vasta, manifiesta en su amplia obra publicada, de temas diversos. El autor de El hombre sin corbata y otras fabulaciones nos invita a la reflexión y al análisis a través de su juego constante entre inocencia y malicia en este viaje por sus recuerdos •


n o v e l a 

El territorio inabarcable

Leo Mendoza


Gao Xingjian,
La Montaña del Alma,
Ediciones del Bronce, 
Barcelona, España, 2000.

El Premio Nobel de literatura 2000 se concedió al escritor chino ­nacionalizado francés­ Gao Xingjian, de quien poco o casi nada se había traducido al español. Este año, bajo el sello de Ediciones del Bronce, apareció La Montaña del Alma, una novela que, para muchos, es una obra maestra. Y el juicio quizá no sea equivocado. 

Xingjian ­quien al parecer escribe directamente en francés, al igual que lo hace ahora Milan Kundera­ ha sacado partido de la libertad que el género posee desde sus mismos inicios: en ella cabe todo y de todas las formas posibles. La cuarta de forros insiste en que es un peregrinar por la historia de China tanto como un retrato de sus costumbres y sus leyendas, a la par que reflexiona sobre la literatura actual y lo que fue la Revolución Cultural. Pero más allá de todo esto, de la cantidad de información y de historia que conlleva, la novela posee una característica fundamental: como muchas de las grandes historias de nuestro tiempo, es el retrato del desasosiego que vivimos, del desarraigo vital ­quizá finisecular­ a todas luces existente.

Xingjian forma parte de esa gran generación de escritores viajeros que hicieron posible reconocernos como nuevos nómadas. Su narrador ­él mismo convertido en personaje­ viaja por la China contemporánea sin saber a dónde se dirige, quizá a esa mítica Montaña del Alma donde es posible curarse de todos los males del espíritu, semejante a la montaña de Thomas Mann donde la enfermedad de otro fin de siglo ­la tuberculosis­ abría las puertas hacia una nueva sensibilidad.

Gracias a estas divagaciones terrestres ­que se corresponden con una escritura errática que cambia de personajes y aun de historias de un capítulo a otro­, Xingjian ha logrado que la novela se nos presente como un territorio inabarcable, infinito: la relación amorosa, el juego de la seducción, la amistad, la vida política en China, la historia antigua y la moderna, las leyendas, los bandidos, la vida familiar, todo encuentra acomodo en este enorme fresco que es La Montaña del Alma.

Como en Extraños en un tren ­novela de Patricia Highsmith que Hitchcock llevó a la pantalla­, el detonante de la historia es un encuentro casual entre dos viajeros. El narrador conoce así la leyenda de la Montaña del Alma y decide encontrarla. En el camino conoce a una mujer quien también escapa. Las siguientes noches estarán llenas de historias, diálogos, cambios, recuerdos. Lo único que queda es la aventura misma del lenguaje y el hecho de escribir la novela como un acto de resistencia: lucha ­dice Kundera­ contra el olvido.

El narrador lo dice claramente: es un refugiado desde su nacimiento y quizá por ello busque un lugar donde establecerse y por ello también va dejando sus huellas en esos amores imposibles, cargados de deseo pero ajenos a una verdadera relación.

La Montaña del Alma es una enorme novela-río que, a diferencia de las grandes novelas chinas clásicas, no cuenta las peripecias sin fin de una familia sino que divaga, viaja de un lugar a otro, salta de tema en tema y de acontecimiento en acontecimiento para levantar el mapa de la desesperanza. En todo caso, el narrador salta de la historia y las leyendas chinas a su propia vida, o a lo que parece ser su vida.

De hecho, casi al final de la novela se encuentra con un crítico oficial y el resultado es la incomprensión: ante la monumentalidad de la obra y sus pretensiones, porque él no hace más que "embriagarse con la utilización del lenguaje, para contar cosas sobre la mujer y el hombre, el amor, la pasión y el sexo, la vida y la muerte, el alma y la alegría, y el sufrimiento y el placer del cuerpo humano en su carne mortal, y el hombre en sus relaciones políticas y la huida del hombre frente a la política y la realidad de la que no es posible escapar y la imaginación al margen de lo real y cuál de las dos es más verdadera..." 

Con todo esto, no es casual el premio concedido a Xingjian ni que ésta sea considerada como una de las grandes novelas modernas de China •



Exposición tesoros de Oaxaca. Dos colecciones pertenecientes a las culturas zapoteca y mixteca. La tumba 7 de Monte Albán y cuarenta y seis objetos encontrados en las tumbas de Zaachila (adornos de oro, plata, cobre y jade; máscaras de madera con mosaicos de turquesa y vasijas de cerámica), son reunidos por primera vez para su exhibición. La muestra puede verse en la sala Culturas de Oaxaca del Museo Nacional de Antropología hasta el 9 de noviembre de 2001.

Fotografía en Oaxaca. Viaje al paraíso, apuntes fotográficos de Oaxaca, del fotógrafo Rubén Pax, en la Casa de la Cultura de Juchitán, ubicada en Belisario Domínguez, esquina Colón. La exposición podrá visitarse hasta el 14 de septiembre de 2001.

IV Bienal de Pintura del Sureste, "Joaquín Clausell 2001". Convocan la Universidad Autónoma de Campeche a través de su Dirección de Difusión Cultural, y el gobierno del estado por medio del Instituto de Cultura de Campeche. Podrán participar todos los pintores nacidos y residentes en los estados de Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán. El tema es libre. Los concursantes deberán enviar un máximo de tres (3) obras debidamente enmarcadas. Las obras no deberán exceder de 180 cm por lado. Para los formatos irregulares se tomarán estas medidas como punto de referencia. La técnica queda a juicio de los autores. La recepción de las obras queda abierta hasta el 21 de septiembre de 2001. Las obras deberán entregarse o enviarse a la siguiente dirección: IV Bienal "Joaquín Clausell", Universidad Autónoma de Campeche, Centro Cultural y Deportivo Universitario, Av. Agustín Melgar s/n, CP 24030, Campeche, Cam. En caso necesario funcionarán como centros de registro las direcciones de difusión o extensión cultural de las universidades públicas del sureste del país (UABJO, UNACH, UJAT, UNACAR, UV y UADY). Al reverso de cada obra deberán anotarse los siguientes datos: nombre del autor, fecha de nacimiento, título de la obra, año de producción, técnica utilizada, medida (alto por ancho) y avalúo. Asimismo se deberá proporcionar currículum detallado. Es requisito del certamen que la realización de las obras sea posterior a 1999 y que no hayan participado en otro concurso. Los gastos de empaque y envío de las obras a los centros de registro correrán por cuenta y riesgo de los participantes. Las obras no seleccionadas deberán recogerse antes del 31 de octubre de 2001. La UAC no se hará responsable de las obras que no se recojan en el término señalado. Todas las obras seleccionadas para IV Bienal de Pintura del Sureste "Joaquín Clausell" se exhibirán primero en la ciudad de Campeche y posteriormente en otros foros del sureste del país, por un tiempo no mayor de dieciocho meses a partir de la inauguración de la Bienal. Las obras seleccionadas no podrán retirarse hasta después de ese lapso. El jurado calificador estará integrado por personas de reconocida trayectoria artística e intelectual. Sus nombres se informarán con oportunidad. El fallo será inapelable y se dará a conocer durante el acto inaugural en la ciudad de Campeche. Previamente se notificará a los premiados al tiempo que se publicará en los medios informativos adecuados. La IV Bienal de Pintura del Sureste "Joaquín Clausell", será inaugurada en la ciudad de Campeche el viernes 12 de octubre de 2001 y en la misma fecha serán entregados los premios correspondientes. Habrá tres premios de adquisición, uno por $35,000, un segundo por $20,000 y un tercero por $15,000 pesos. El jurado hará una selección de un máximo de cuarenta obras, podrá otorgar menciones honoríficas, mismas que se acreditarán por medio de diplomas. Las pinturas que obtengan premios de adquisición se integrarán al patrimonio artístico de la Universidad Autónoma de Campeche. Cualquier caso no considerado en la presente convocatoria será resuelto a criterio de los organizadores y el Jurado Calificador.

c u e n t o

Otra vuelta de rueda

Gregorio Palafox


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Guillermo Samperio,
La Gioconda en bicicleta,
Océano,
México, 2001.

Al inicio de esta nota no daba con alguna imagen que significara el libro de cuentos La Gioconda en bicicleta, de Guillermo Samperio. Pensé en la llama de una vela: la vida que resplandece en tanto consume la materia que le da existencia. Después en la aurora y el crepúsculo, las visiones evanescentes de oriente y poniente; en los círculos excéntricos del agua, bamboleo de caderas y senos; en la rotación terrestre, movimiento telúrico que une y separa la vigilia y el sueño; en la ensoñación del árbol, verticalidad que se ramifica hacia los cuatro rumbos del universo. Sin embargo, como ocurre con los arcanos, el signo estaba oculto donde no lo podía ver: expuesto a todas luces. El libro de Samperio tiene como emblemas la mujer y el círculo, representa la pluralidad y el movimiento: la Gioconda en bicicleta.

Estática o en movimiento, la rueda de una bicicleta despierta en nosotros imágenes milenarias, renovadas, como el sol por la mañana: floración del hierro, acierto de flechas verbales en el centro del poema, célula primordial, sephirot, eterno retorno, senderos que se cruzan, rosa de los vientos, estrella de los magos, universos correspondientes. Como la palabra, es flujo y reflujo de sueños; como el espacio-tiempo, contiene curvas y ángulos. La rueda de una bicicleta es movimiento perpetuo: su inmovilidad es engañosa, otra forma de la animación.

Lao-Tsé encuentra en los vacíos entre rayo y rayo la utilidad de la rueda. Samperio sabe dejar vacíos para que sean llenados por la imaginación del lector, sabe cuánto describir y cuánto decir entre líneas. Sus cuentos son, como lo exige el género, sucesivos, nunca morosos. No analiza a los personajes; los vemos en acción. Su lenguaje es un juego reflexivo que nos obliga a rodar sobre un camino cada vez menos sólido hasta que topamos un espacio evanescente: sublimación del lenguaje, rueda del proceso alquímico.

Como en la rueda de la fortuna, algunas veces estamos arriba y otras abajo; la rueda gira, de modo que lo pasivo y lo activo se alternan, son distintos momentos de una misma realidad. En "Tus zapatos de tacón rojo y los cuatro mares" el amor es tocado por los brazos de Kali, lo que antes fue pasión sensual se torna melancolía y nostalgia. En la carta 10 del tarot, la rueda de la fortuna, un animal sube y otro desciende: símbolos de la dicha y la desdicha. "Nieves de Navidad" narra dos historias que se cruzan; mientras Aurelio Zamarripa, personaje del cuento, se lamenta por su suerte, Santa Clauses traficantes de drogas festejan el buen término de sus planes: la fortuna y el infortunio ocurren simultáneamente.

El cuarto principio de Hermes Trismegisto establece que todo tiene su opuesto y que este opuesto es idéntico en cuanto a su naturaleza, sólo difiere en cuanto a su grado. Los cuentos de Samperio giran en torno a dualidades antagónicas: el terror y el humor, la ternura y la crueldad, la pasión y la razón, la vigilia y el sueño. Pero los opuestos se anudan en paradigmas: los zapatos nos remiten a la gravedad terrestre o a la sensualidad, la gravedad y la sensualidad a las ventanas o a lo brumoso, y éstos, a su vez, al sueño o a la sublimación, y así sucesivamente, de cuento en cuento y de personaje en personaje. Sin embargo, no se trata de una ecuación algebraica, sino de una rotación de sentidos y asociaciones que nos llevan de la eternidad del instante poético a la infinitud de la palabra (por cierto, diversas culturas representan lo eterno y lo infinito con un mismo arquetipo: el círculo). No hay una sola palabra que sea sencilla: todas postulan el ilusorio universo y una memoria compartida. Cada signo emite y remite a otros signos; tarea interminable, apenas aprehendemos uno, se multiplica y ramifica: hay que empezar otra vez. Cuando leemos La Gioconda en bicicleta estamos obligados a ir de la palabra a la crítica porque Samperio no denuncia ni retrata: critica, en el mejor sentido de la palabra.

El cosmopolitismo de Guillermo Samperio es yuxtaposición y combinación de distintos géneros, hace de ellos coincidencia y disidencia: ensayo, cuento y poesía, en varios de sus relatos, no son géneros aislados sino uno y el mismo; rompe las fronteras entre narrativa fantástica y realista. Tzvetan Todorov postuló una teoría de los géneros considerando el código que rige la realidad literaria. Desde este punto de vista, encontramos que los cuentos reunidos en La Gioconda en bicicleta van de un género a otro: de lo extraño de "El hombre que recogía vasos" a lo fantástico de "La sombra", pasando por lo maravilloso de "Vandálica, la cinju (Central Independiente de Juguetes)"; y por otros géneros no considerados por Todorov: lo real maravilloso de "Plagas", la magia de "El 2000 de Honorato" o el realismo simbólico de "El círculo del compromiso". Los géneros narrativos en La Gioconda en bicicleta son rayos que convergen, se anudan y divergen dentro de un orbe literario.

En la geometría sagrada de Oriente los distintos aspectos de Dios son representados por el mandala, círculo dividido por rayos ­si bien no siempre representados gráficamente, no por eso menos visibles­ que significan al cosmos en su relación con las potencias divinas; para la psiquiatría junguiana el mandala expresa la totalidad de la psique. Carl Jung señaló que la mente está conformada por cientos de "yos"; si un hombre es afortunado podrá conocer, a lo sumo, unos seis de sus "yos". Los proteicos, en el lapso de una vida, son: un camello, un león y un niño o un tigre, un león, Garruda y un dragón. El universo (¿o multiverso?) de Samperio es pasional e imaginativo: diálogo del hombre con el mundo, de los hombres con los hombres y del hombre consigo mismo. La tristeza de "El día que no existió" petrifica al cosmos, forma un tajamar que se agrieta y el desbordamiento del llanto llena el vacío: desolación de la gárgola. "Desconcierto" no es tentativa por descifrar el caosmos sino metafísica de la palabra: las palabras son una presencia, evocación mágica del otro. El tema de "Descomponga un reloj" es cósmico y metafísico: coexisten el tiempo milenario de la arena, el dolor, la vejez, el deseo y la muerte: rueda del karma.

Quedan muchas palabras agitándose en las turbulencias del tintero. Imposible expresarlas en tan breve espacio; quizá sea mejor: no conviene adelantar tramas de un libro a cuya lectura se hace una invitación. No sugiero esoterismo en La Gioconda en bicicleta, sino riqueza de formas expresivas y una posibilidad de lectura. Digamos lacónicamente que la realidad de Guillermo Samperio es como las ruedas de una bicicleta: estallido en movimiento continuo: viento y fuego. Las imágenes, la multiplicidad de temas y géneros, los cambios de forma abierta a forma cerrada que hay de un cuento a otro, fijan algunos vértigos: petrificada lluvia circular: tierra y agua. Las dos ruedas se generan mutuamente y giran impulsadas por el pedaleo de una mujer con zapatos de tacón rojo •


FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION

antología

•La desdicha fue mi Dios, Manuel Acuña, compilación y estudio de Marco Antonio Campos, Col. Cuadernos de la memoria, núm. 8, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 2001, 83 pp.

crónica

• Fordlandia. Un oscuro paraíso, Eduardo Sguiglia, Col. El dorado, Editorial Norma, Santa Fe de Bogotá, Colombia, 2000, 243 pp.

•Triunfos y traiciones. Crónica personal, 1994, Ignacio Pichardo Pagaza, Col. Tiempo de México, Editorial Océano, México, 2001, 324 pp.

derecho

•Un sistema de derecho, Rex Martín, Col. Filosofía del derecho, Editorial Gedisa, Barcelona, España, 2001, 509 pp.

ensayo (literario)

•La sabiduría sin promesa. Vidas y letras del siglo XX, Christopher Domínguez Michael, Col. Contrapunto, Editorial Joaquín Mortiz, México, 2001, 351 pp.

• Sin cera, Víctor Manuel Mendiola, Col. Serie diagonal,unam, México, 2001, 287 pp.

ensayo (político)

•La política exterior de México en la era de la globalización, Federico Novelo Urdanivia, Col. Libros de texto, uam/Plaza y Valdés Editores, México, 2000, 296 pp.

ensayo (sociológico)

•Bobos en el paraíso. Ni hippies ni yuppies: un retrato de la nueva clase triunfadora, David Brooks, prólogo de Vicente Verdú, traducción de Bettina Blanch Tyroller, Col. Arena abierta, Grijalbo Mondadori, Barcelona, España, 2001, 296 pp.

•Chiapas: Los indios de verdad. Una visión objetiva de la situación de los indígenas y de las causas de su marginación, Laura Bolaños Cadena, Col. Libros para ser más libres, Edamex, México, 1998, 268 pp.

•Jaque a la globalización. Cómo crean su red los nuevos movimientos sociales y alternativos, Pepa Roma, Col. Arena Abierta, Grijalbo Mondadori, Barcelona, España, 2001, 342 pp.

filosofía

•Filosofía, cultura y diferencia sexual, Rubí de María Gómez (coordinadora), Plaza y Valdés/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México, 
2001, 229 pp.

•Immanuel Kant: política, derecho y antropología, Reinhard Brandt, Serie Filosofía Práctica: Tradición y Crítica, Biblioteca de signos, 6, uam/daad/Instituto Goethe/Plaza y Valdés, México, 2001, 243 pp.

historia

•Tetralogía paraguaya. Historia y literatura en cuatro tiempos, Efráin Enríquez Gamón, Col. Los libros, Archipiélago, México, 2000, 379 pp.

narrativa

•Catarsis, S. Desval, Plaza y Valdés, México, 2000, 145 pp.

•La ley secreta,Juan Nuño López, Col. Reino imaginario, 108, Ediciones Coyoacán, México, 2000, 162 pp.

•La novia de Matisse, Manuel Vicent, Alfaguara, Barcelona, España, 
2000, 259 pp.

•La quinta montaña, Paulo Coelho, traducción de Montserrat Mira, Editorial Grijalbo, México, 2001, 226 pp.

•Mírame a los ojos, Alberto Huerta y Pilar Alba, Serie Roberto Ramos Dávila. Crónica Municipal de Zacatecas, H. Ayuntamiento de Zacatecas/Instituto Zacatecano de Cultura, México, 2001, 131 pp.

poesía

•Voces nuevas (XIII Selección), Inma Arrabal Cano, Celia Bautista, Esther González de la Cera, et al., Col. Torremozas 149, Ediciones Torremozas, Madrid, España, 2000, 61 pp.

psicología

•La pérdida ambigua. Cómo aprender a vivir con un duelo no terminado, Pauline Boss, Col. Terapia familiar, traducción de Isabel Campos Adrados, Editorial Gedisa, Barcelona, España, 2001, 143 pp.

revista

•Dialéctica, núm. 33-34, primavera de 2001, nueva época, año 25, textos de Stefan Gandler, Renato Prada Oropeza, María Noel Lapoujade, entre otros, Universidad Autónoma de Puebla, México, 190 pp.
•Metapolítica, núm. 18, abril-junio 2001, volumen 5, textos de Ramon Máiz, José Antonio Crespo, Claudio López-Guerra, entre otros, Centro de Estudios de Política Comparada, México, 189 pp.