viernes Ť24 Ť AGOSTO Ť 2001

OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA EDUCACION

Comunicado No. 60

La educación de México en el panorama latinoamericano
 
Ť La comparación regional no nos favorece

Ť El país no ocupa en educación el nivel que le

 corresponde según el PIB per cápita

Ť Mayor exclusión de los jóvenes que en otros países

México, como sabemos, es el primer país latinoamericano que suscribió tratados de libre comercio con las naciones de América del Norte y con las que integran la Comunidad Económica Europea. La educación es, a su vez, uno de los factores más importantes entre los que determinan la competitividad internacional del país. Desde una perspectiva internacional, por tanto, es necesario indagar si las políticas públicas hacia el sistema educativo han sido capaces de colocar al país en posición ventajosa en relación con los demás países de la región latinoamericana. También es importante comparar el impacto que esas políticas han tenido en la estratificación social.

Observatorio Ciudadano de la Educación analiza algunos indicadores educativos que permiten apreciar cuál es nuestra posición en la región y cuáles nuestros mayores retos.

Gasto y calidad

048f1.jpgAunque -desde el punto de vista de su PIB per cápita- México ocupa el cuarto lugar en América Latina, la proporción que el Estado dedica al financiamiento de la educación pública (4.9 por ciento) es inferior a la observada en seis países de la región. A su vez, la proporción del mismo producto que se dedica al financiamiento de la educación primaria (1.7 por ciento) es menor a la observada en otros cinco países latinoamericanos.

Sin duda, México ha avanzado significativamente en lo que se refiere a la satisfacción de la demanda por educación primaria, aunque aún persisten graves problemas en ese nivel educativo, como el de la baja calidad y la exclusión social. En la actualidad, los principales déficit se encuentran en la enseñanza media y en la de nivel superior. Al relacionar la matrícula total del sistema escolar con el tamaño de las cohortes demográficas integradas por niños y jóvenes cuyas edades se encuentran entre los seis y los 24 años de edad, se observa que ocupamos un décimo lugar entre los países de América Latina. Y es de especial interés notar que, por sexos, nuestro país ocupa un noveno lugar por su tasa de escolaridad masculina y el undécimo por la femenina.

Cabe aquí una inferencia: si el lugar que ocupa México desde el punto de vista de la satisfacción de la demanda educativa es más desfavorable que el que ocupa por razón del esfuerzo financiero que realiza su gobierno, puede concluirse que nuestro país no está aprovechando sus recursos financieros en forma eficiente, en relación con otros países. Ya en otra entrega Observatorio (Comunicado 55) resaltó la problemática de correlacionar el gasto en educación, con el crecimiento económico y el desarrollo humano.

Aunque la información disponible sobre los resultados de la educación es bastante escasa, existe al respecto un estudio coordinado por la UNESCO, según el cual nuestro país está colocado en el noveno lugar de acuerdo con los resultados obtenidos por los alumnos al resolver unas pruebas estandarizadas de lenguaje (en el tercer grado de primaria). Por otro lado, quedó en el séptimo sitio, de acuerdo con los resultados de las pruebas de matemáticas del mismo grado; y en el sexto, a partir de las pruebas de lenguaje y matemáticas de cuarto grado. Recordemos que nuestro país ocupa un cuarto sitio por razón de su PIB per cápita.

Sin oportunidades educativas

Ťni–os-escuela-ejercicioDesde el punto de vista del analfabetismo, México está situado en el décimo lugar en América Latina. Sin embargo, si se analiza por separado la situación de las mujeres, se observa que su coeficiente de alfabetización es inferior al promedio (88.7 por ciento). En consecuencia, desde este punto de vista México ocuparía el decimoprimer lugar entre los 21 de la región.

Al examinar los datos sobre el acceso a la educación que tienen los jóvenes pertenecientes a familias más pobres (cuyos ingresos están ubicados en el quintil inferior de la distribución correspondiente) se observa que México ocupa el noveno lugar (entre 16 países) en el indicador correspondiente a la educación básica, el decimoquinto (es decir, el penúltimo) en el correspondiente a la enseñanza media, y el decimotercero en relación con la enseñanza superior. Es evidente que esta comparación arroja resultados muy desfavorables para nuestro país.

Por otro lado, al examinar los datos de acceso a la educación que tienen los jóvenes pertenecientes a familias más ricas (cuyos ingresos están ubicados en el quintil superior), México ocupa el sexto lugar (entre 16 países) en cuanto a la educación básica, el quinto respecto a la media y el octavo en lo que concierne a la superior.

 Como estas posiciones son menos desfavorables que las mencionadas en el párrafo anterior, se puede concluir que nuestro sistema escolar opera una exclusión más intensa en los jóvenes más pobres y es mayor incluso que otras naciones con un desarrollo similar. Esto nos conduce a reflexionar, una vez más, hasta qué punto la educación es capaz de combatir las desigualdades sociales que generan los sistemas económicos actuales.

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ofrece datos sobre la relación de ingresos y escolaridad, en los diversos países de la región.

La situación de México tampoco es favorable desde este punto de vista: en las zonas urbanas ocupa el decimosegundo sitio (entre 16 que fueron considerados en el análisis), y en las rurales se encuentra en el sexto lugar. Sin embargo, debe tomarse en cuenta que la diferencia existente entre estos dos rangos es atribuible a que para el segundo tipo de zonas sólo se dispuso de información correspondiente a diez países.

Lo que más llama la atención, sin embargo, es que en las zonas urbanas el país ocupa el decimotercer lugar en lo que se refiere a los ingresos que perciben las personas que cursaron entre cero y nueve años de escolaridad, y el décimo lugar en cuanto a los ingresos de quienes alcanzaron diez años o más de escolaridad. Esto puede indicar que la demanda laboral se está inclinando preferentemente hacia los sujetos que alcanzaron mayores niveles educativos (fenómeno que ha sido característico de los países más desarrollados, pero que también se está reproduciendo en otros con menores niveles de desarrollo económico y que, como México, han adoptado un modelo de crecimiento económico similar).

Menores ingresos para la mayoría

Como la escolaridad es uno de los principales factores que explican el comportamiento del ingreso, nos referiremos a las proporciones del ingreso nacional que perciben en diversos países quienes se encuentran en situaciones extremas, es decir, en la capa (o decil) inferior y en la capa superior de la distribución del ingreso.

De acuerdo con esos datos, el 10 por ciento más pobre de la población mexicana sólo recibe 1.4 por ciento del ingreso nacional, en tanto que el 10 por ciento más rico recibe el 42.8 por ciento del mismo. En otras palabras, 10 por ciento de la población mexicana que se encuentra en el último decil de la distribución del ingreso recibe 30.6 veces las remuneraciones correspondientes a 10 por ciento de quienes se encuentran en la situación contraria.

Al comparar la situación de México con la de otros países, se observa que la proporción del ingreso que corresponde a nuestra población más pobre es inferior a la registrada en otros siete países de la región; en tanto que la que corresponde al 10 por ciento más rico es mayor que la observada en una decena de naciones.

Los datos que aquí hemos resumido hablan por sí mismos. No sólo se puede concluir que desde ninguno de los puntos de vista comentados en este comunicado México va a la vanguardia en América Latina, sino que por su situación educativa ni siquiera se encuentra en el sitio que le correspondería de acuerdo con su nivel de crecimiento económico.

Así pues, la situación educativa heredada por el actual gobierno tiene que ser abordada con enormes dosis de creatividad y sentido de responsabilidad, más aún cuando se viven ya efectos de la recesión económica mundial que seguramente afectará al sector laboral y educativo.

Esperemos que el actual gobierno refleje tal responsabilidad en el programa sectorial educativo de inminente publicación.

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