VIERNES Ť 24 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť El de Zacatecas, un caso más
Persisten la muestras de intolerancia en México
ANGEL VARGAS
La muestra de intolerancia de la que fueron objeto este jueves varias obras de la colección Cruzando fronteras -entre ellas el Cristo vestido de Supermán- exhibidas en el ex templo de San Agustín, en Zacatecas, no es la primera que ocurre en el país desde el cambio de régimen.
A unos días de que el Partido Acción Nacional triunfara en las elecciones presidenciales del año pasado, por ejemplo, ocho de las 22 pinturas de la exposición El mundo de Robert Chiarito, en la Casa de la Cultura de Tlalpan, en la ciudad de México, fueron volteadas hacia la pared por los directivos del recinto, ante la presión de padres de familia que las calificaron de ''inmorales, pornográficas y hasta satánicas" (La Jornada, 16/07/00).
El aquel entonces delegado de Tlalpan, Luis Gómez Sánchez, intervino a los dos días para que los cuadros fueran colocados en su posición original, lo cual se hizo, pero se les confinó a un área con restricción de acceso para los menores de edad.
Las pinturas presentaban desnudos en forma de caricaturas humorísticas o grotescas con el fin, según el autor estadunidense, de ''reflejar la complejidad psicológica del mundo contemporáneo, expresada en la metamorfosis de la condición humana".
Menos de un mes había ocurrido desde ese incidente cuando en Guadalajara, Jalisco, se inició una polémica que habría de alcanzar dimensiones incluso internacionales: la entonces directora del Museo del Periodismo y las Artes Gráficas, Yolanda Carvajal Enríquez, decidió excluir de la exposición Homenaje al lápiz 13 de las casi 200 obras que la integraban, antes de la inauguración (La Jornada, 6/VIII/00)
Ello, justificó, ''por su contenido erótico, dado que 60 por ciento de los visitantes son adolescentes" y éstos ''no tienen criterio para asimilarlo con madurez. Por otra parte, la sociedad tapatía es aún demasiada conservadora".
El director del patronato del mencionado recinto ordenó que la muestra fuera inaugurada con la exhibición completa; sin embargo Carvajal Enríquez se resistió a incluir La patrona, dibujo de Manuel Ahumada que representaba a un indígena en cuya tilma se posaba la imagen desnuda de Marylin Monroe.
Al verse obligada a contrariar sus principios y valores, la funcionaria renunció a su cargo en el museo y la obra de Manuel Ahumada finalmente fue exhibida.
Sin embargo, la historia no concluyó allí, sino que adquirió mayores matices de intolerancia cuando un par de jóvenes entró al recinto y destruyó el mencionado dibujo, por considerarlo ''un insulto para los sentimientos de los devotos católicos de la Virgen de Guadalupe".
El hecho rebasó entonces los ámbitos culturales, cuando el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, no sólo justificó sino que aplaudió la acción de los infractores y ofreció, incluso, pagar la multa.
Homenaje al lápiz se mantuvo en Guadalajara hasta la fecha fijada y después continuó su recorrido por diversos recintos del país, con una copia láser de La patrona.
En noviembre pasado, un funcionario municipal de León, Guanajuato, atentó contra una de las obras de la exposición Culto a la muerte. La rompió, cortó la tela para desprenderla de esa forma de su marco, la enrolló, la guardó bajo el brazo, abandonó el recinto, indignado por lo que consideraba ofensivo, y luego quiso pagar con dinero el daño.
Así terminó 2000, y en lo que va del presente año, aún están frescas en la memoria las muestras de intolerancia que han campeado en el ámbito literario.
El affaire Carlos Abascal
En abril se hizo pública la censura que el secretario del Trabajo, Carlos Abascal, ejerció contra Doce cuentos peregrinos y Aura, de Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, y, hace unas semanas, autoridades de una universidad en Baja California supuestamente sancionaron a unos profesores que incluían El evangelio según Jesuscrito, de José Saramago, en su programa de lectura.