miercoles Ť 22 Ť agosto Ť 2001
Luis Linares Zapata
Protagonismo a escala mayor
Justo en el punto más álgido del así llamado atorón de la economía y cuando el crecimiento cero bien puede convertirse en plena recesión, la señora esposa del Presidente redobla esfuerzos promocionales para alentar una reunión continental, aquí en México, de "primeras damas", con el propósito de tratar el espinoso asunto de la pobreza y la marginación. A esa actividad diplomática de gran envergadura y tema tan complicado, la complementa con una derivada de sus planes y agenda personal: el lanzamiento, según versiones y trascendidos, de lo que, inicialmente, se ha dado por llamar "voluntariado nacional". Eufemismo de ONG que arroparía la parafernalia necesaria para la acción, a escala nacional, como la que una reunión así requeriría. En otras palabras, un mecanismo ad hoc para sostener su llamada "vocación de servicio" por los que menos tienen.
Intentonas que, de entrada y en momentos de apuros presupuestales, promesas de campaña evaporadas y múltiples hilos sueltos para la gobernación, aparecen, por decir lo menos, descabelladas por sus endebles bases de sustento. Tienen, sin embargo y a contrapelo de la moderación, visos de convertirse en realidad por las palancas de apoyo que, sin duda, les facilitará el gobierno de Vicente Fox. Una aventura alentada fuera del manto protector de cualquier institución multinacional. Cuentan, eso sí, con el respaldo y la pasión de trabajo de la señora Sahagún. Son, a lo que parece, salidas por demás dudosas, pero de grandes proporciones, a sus deseos de protagonismo que, en estos tórridos tiempos, bien puede catalogarse como exacerbado. Los cálculos políticos de tales empresas no son claros y obligarán, de llevarse a cabo, a canalizarle variados y abundantes tipos de recursos. Recursos que, se afirma, provendrán de organismos privados, sociales o de agencias externas. Para el caso lo mismo da, pues tarde que temprano, en la totalidad o en partes, recalarán sobre los públicos. Lo cierto es que además, y desde un inicio, tanto la formación del voluntariado como la reunión harán más dura la competencia por los muy escasos apoyos de que dependen los organismos ya establecidos para fines similares a quienes, con toda seguridad, los sobrepasarán con facilidad dadas las esferas de influencia donde ella se mueve.
La pobreza es una materia de la que la señora Sahagún poco conoce y menos aún tiene experiencia. Y no sólo ella, sino toda la administración actual a la que sirvió durante medio año y con la cual está inexorablemente relacionada. Basta sólo un vistazo a la actividad y al discurso de la secretaria de Desarrollo Social para darse cuenta de la ineficiencia desplegada (sus tardíos nombramientos y reacomodos son sólo un ejemplo), la nula creatividad (Ƒalgún programa nuevo?) y los borbotones de palabras que utiliza para flotar en el éter de lo sublime. La señora Vázquez Mota sigue montada sobre el evangelio de la ramplona excelencia con que pasó por la universidad, plasmó en su libelo y perfeccionó en la Coparmex. Fácil resulta predecir cuál será la trayectoria y el desenlace final de su gestión.
La pobreza es un área que ha sido la tumba de todas y cada una de las aspiraciones de cambio y justicia alentadas por gobernantes anteriores. La miseria, la marginación y el abandono de millones es el triste lugar donde han quedado sepultas las promesas redentoras, los programas solidarios, los paquetes mínimos de asistencia tabulada desde el centro o los llamados angustiosos y lagrimeantes para finiquitarlas. Topan, todos ellos, con el feroz tinglado de la inercia ancestral, los preconceptos, la ignorancia, las discriminaciones raciales y culturales, así como el disolvente entramado de los intereses creados, tal y como son promovidos, de nueva cuenta, por la actual administración.
Pero nada de eso arredra a la señora del Presidente. Armada con su buena voluntad y consciente de su destino manifiesto para ayudar a los demás, va construyendo su plataforma de lanzamiento político. Se han contratado ya varios personajes que despliegan su actividad, desde conspicuas oficinas de Los Pinos, en apoyo de tan valorados planes. Nada se sabe del concepto de pobreza a utilizar como horizonte; cuál o qué tipo de marginalidad usar; métodos para describirlas y acercarse a ellas; de medir resultados; tipo de acciones a desplegar en un inicio, al final o a combinar con los variados esfuerzos de ayer y hoy, de aquí o de otros lados. Tampoco se conocen las experiencias previas de referencia, las evaluaciones de éxitos o fracasos a evitar, los modelos experimentales en regiones, las células básicas de otras agrupaciones en pequeña escala que les proporcionen una plataforma adecuada y la tan necesaria credibilidad. No, nada de ello se desglosa, aunque sea a manera de rumor. Sólo se difunde un deseo inmenso, la disposición al sacrificio y, eso sí, las conexiones que darán al voluntariado y a la reunión continental los recursos humanos, tecnológicos (100 millones en computadoras donados por Microsoft), organizativos y financieros suficientes como para armar un bochinche gigantesco desde el arranque.
Se tienen que levantar las voces de la sociedad, de la crítica, de la oposición, de la simple cordura, para alertar sobre este tipo de aventuras desde el poder. La misma comparación y referente que se sugiere con la historia de Eva Perón en la Argentina de la posguerra, el militarismo, la abundancia manirrota, las incipientes instituciones democráticas, los liderazgos providenciales, la violencia social y política, las oscuras y hasta truculentas maneras de financiar los patronazgos y el mesianismo que abrieron cauces para el genocidio y el desarrollo truncado, de tantos más cuantos personajes del vodevil pampero de esos aciagos tiempos de aislamiento y desprecio por todo lo que no fuera europeo, blanco y cristiano, es un despropósito para los avatares del México constreñido, empobrecido y angustiado de hoy.