Ť En un entorno social donde pasan "cositas", no puedes cantar pendejadas
Cerró Palomares el festival de trova con nuevas piezas de crítica política
Ť Víctor Martínez, Roberto González y Gustavo López también estuvieron en la última sesión
Ť Ante los exitosos resultados, Hidalgo y Nayarit pretenden organizar la segunda versión
MARIANA NORANDI
El pasado domingo concluyó el primer Festival Nacional de Trova Contemporánea que se efectuó en el Museo Nacional de Culturas Populares. Durante cuatro días, pasaron por este escenario 16 trovadores procedentes de distintos lugares de la República, quienes, por medio de sus voces y guitarras, mostraron el gran arco iris de compositores que tenemos en nuestro país.
Organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y la Artes, el festival comenzó su último concierto con la actuación del oaxaqueño Víctor Martínez, compositor que posee una arraigada influencia musical latinoamericana y, especialmente, de los ritmos de su tierra natal. Las peteneras del Istmo de Tehuantepec o los sones del sotavento son algunos de los tantos sonidos vernáculos que rescata con su guitarra. Pero si su música es regionalista, más aún lo son sus versos. En canciones como La Bruja o Sol y Luna, Martínez crea detallados cuadros costumbristas oaxaqueños, en los cuales, cuida minuciosamente su estética poética.
Tras una entrega total en el escenario, Martínez le cedió el turno al veracruzano Roberto González. Este compositor, ex Real de Catorce, introdujo el sonido más prehispánico de la tarde con la promoción de su reciente disco, Madre Mesoamérica, dedicado a personajes femeninos de nuestra historia. En temas como Tonantzin ?acompañado por la voz de su pequeña hija Julia? o Malitzin, el músico intercaló en su lírica versos en náhuatl acompañados con jarana, instrumento jarocho parecido a una guitarra.
Posteriormente, González cambió la jarana por la guitarra e interpretó canciones más antiguas de su repertorio, como Satisfaga sus deseos, El huerto o Animas, todas ellas de corte crítico y reflexivo.
Bolero y son istmeño
Luego tocó el turno a otro oaxaqueño, el juchiteco Gustavo López. Este trovador le cantó al amor, a su tierra, a la vida y a la muerte. Con una voz potente y flexible, en sus composiciones existe una marcada presencia del bolero y del son istmeño. En sus versos hay un trabajo de búsqueda ornamental, cuyas formas están cargadas de metáforas. Por otro lado, como ocurre en otros trovadores, sus canciones están impregnadas de un aire nostálgico que remite a un pasado perdido. Respecto de este tema el compositor comentó: "Hay una nostalgia por recuperar cosas que se han perdido, pero no recuperarlas para anclarse en el pasado, sino para abordar de mejor manera el futuro. Para que en este mundo, que pretende ser tan globalizado, tengamos una identidad, una cultura y un rostro".
La clausura del festival estuvo a cargo de Gabino Palomares, quien se distinguió entre los trovadores del encuentro por su firme postura ideológica y por utilizar la guitarra como instrumento revolucionario. "Me han catalogado como un cantante de protesta, pero a mi edad más bien soy un cantante de próstata" comentó a modo de broma.
Palomares presentó su más reciente material titulado Historia cotidiana, en el que refleja, desde un punto de vista crítico, los cambios políticos que se están dando en México. Espejos de mi alma, dedicada a la resistencia zapatista en Chiapas o Los mochos (en el poder) son algunos de los temas de esta producción.
Respecto del cidí el compositor señala: "El otro día Oscar Chávez dijo que sólo quedamos él y yo de esa generación de tercos que componemos con un proyecto político, y este disco es parte de eso. Cualquier compositor de una manera u otra habla de su entorno, pero si yo estoy todo el tiempo en un entorno social donde pasan "cositas", voy a pintar esas cositas. Si estoy entre gente light pintaré un entorno light. En cambio, si estás en las tomas de tierras, en los sindicatos independientes, en las organizaciones de colonos o en las estudiantiles no te puedes andar con pendejadas, tienes que pintar las cosas que están pasando. Creo que lo que mis compañeros están haciendo es pintar el entorno de un país, pero en algún momento se tienen que encontrar con el verdadero país, entonces pintarán otras cosas. No los critico, pues cada quien tiene sus tiempos".
Además de por sus estrofas, las canciones de Palomares se distinguen por su sencillez musical y sobriedad poética. "Dice Armando Chacha que cuando yo muera se va a escribir mi obra en dos tonos", bromea.
El compositor potosino despidió en el escenario el primer Festival Nacional de Trova junto con algunos de los trovadores que participaron durante estos cuatro días. Según sus organizadores este encuentro logró un éxito total, pues convocó a mucha más gente de la que esperaban, de hecho, y como consecuencia de la gran convocatoria, ya hay estados como Hidalgo o Nayarit interesados en organizar su segunda versión.
Para los espectadores, este festival significó un acercamiento a una generación de compositores que siguen creyendo en lo que hacen, que consideran necesario defender la música tradicional mexicana como parte de una expresión cultural y que, cada quien en su estilo, posee un inagotable y vivaz talento.