Ojarasca 52  agosto 2001

Su alegría de vivir es más fuerte





En cualquier situación de crisis, ya se trate de guerras, pobrezas o catástrofes naturales, los niños son las mayores víctimas. Son los más débiles físicamente, y siempre son los primeros en sucumbir a las enfermedades o al hambre. Muy vulnerables emocionalmente, los niños son incapaces de entender por qué los obligan a abandonar sus casas, por qué sus vecinos se convierten en enemigos, por qué de repente tienen que vivir en un arrabal rodeados de basura o en un campo de refugiados sumidos en la desgracia. No son responsables de su destino, y por definición son inocentes.

Sin embargo, y a menos de que estén gravemente enfermos, brota de ellos una energía pura, incluso en los peores momentos. Este es una realidad que han vivido todos los fotógrafos que han trabajado con refugiados y emigrantes urbanos. Hay niños por todas partes, y suele ser más fácil verlos a ellos que a los adultos. En cuanto ven una cámara se ponen a dar de saltos, se ríen, se empujan unos a otros y saludan con la esperanza de que el objetivo los capte. A veces, su alegría de vivir es más fuerte que lo que están viviendo.

Los hijos de refugiados tienen heridas más difíciles de cicatrizar que el trauma provocado por los traslados geográficos. Aprenden rápido que la derrota conlleva responsabilidades.
 

Sebastião Salgado
De la presentación del su libro Retratos de los niños del éxodo.
Concepto y diseño de Lélia Wanick Salgado. Fundación Retevisión, Madrid, 2000.

regresa a portada