ARGENTINA: PREPARATIVOS BELICOS
De
acuerdo con informaciones publicadas en esta edición, en el noroeste
de Argentina se realizarán, a partir de este mes, las maniobras
militares internacionales Cabañas 2001, presumiblemente coordinadas
por Estados Unidos y con la participación de tropas de Bolivia,
Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay, y observadores
de México y Venezuela. En un periodo en el que las naciones referidas
carecen de enemigos potenciales fuera del continente, así como de
conflictos armados internos, no es fácil imaginar el propósito
real de los inminentes "juegos de guerra" que van a desarrollarse en Salta.
Una posibilidad inquietante es que las maniobras referidas
sean parte de un preparativo de coordinación militar entre las naciones
sudamericanas en prevención de las consecuencias desestabilizadoras
regionales que implicaría, necesariamente, la aplicación
del denominado Plan Colombia, el proyecto injerencista estadunidense para
esa nación andina, y en el que se mezclan de manera peligrosa la
contrainsurgencia y la lucha contra las drogas.
Si así fuera, ello implicaría una deplorable
inconsecuencia por parte de varios gobiernos que se han manifestado en
contra del Plan Colombia y que, sin embargo, estarían enviando sus
tropas a foguearse de cara a un conflicto programado.
Adicionalmente, en el contexto argentino, caracterizado
por una crisis económica galopante e implacable que ya ha producido
graves expresiones de descontento social, las maniobras militares referidas
adquieren el carácter de preparativos contra la represión
de civiles. Es ilustrativo, a este respecto, que la solicitud oficial para
la realización de los ejercicios enviada al Congreso por los ministerios
de Defensa y Relaciones Exteriores en junio pasado, describe "un campo
de batalla compuesto por civiles, organizaciones no gubernamentales y agresores
potenciales".
Esta perspectiva alarmante parece confirmarse por la intención
del Ministerio de Defensa de Buenos Aires para integrar a las fuerzas armadas
corporaciones policiacas hasta ahora civiles.
Cabe preguntarse si el gobierno de Fernando de la Rúa,
incapaz de contener el desastre económico, no se apresta ahora a
enfrentar, manu militari, sus consecuencias sociales.
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