Ť 6a. novillada en Mixcoac
Nueva sospecha sobre Mendoza
LUMBRERA CHICO
Con un precioso encierro de De Haro, que mandó seis toros con kilos, edad y magnífica presencia, ayer zozobró una tercia de muchachitos que nunca llegarán a ser figuras de la fiesta, porque más allá de la incapacidad que mostraron ante sus enemigos, se les vio carentes de arte, valor y afición.
En la sexta novillada de la temporada más chica, la Monumental Plaza Muerta -antes México- registró la mejor entrada de la serie -unos 3 mil espectadores- y un clima estupendo, con un sol que brilló sin tregua en los rojos manantiales de sangre de los astados, que fueron picados a llenar, tomando en promedio cinco varas cada uno.
Apoyado por el maestro Mariano Ramos, el chilango Guillermo Villegas, con 22 años de edad y 40 festejos en su carrera, tuvo detalles con Misionero, tercero de la tarde, pero se rajó ante la embestida incierta del animal.
Más hecho, con 70 novilladas, aunque de la misma edad que el anterior, Juan Vela se hizo humo ante Diácono, cuarto del sorteo, al que le pegó una serie mortalmente aburrida de trapazos por la cara, al término de una lidia desastrosa a cargo de picadores y banderilleros.
El mejor de la tarde, Seminarista, un cárdeno muy alto de agujas, fue para el tlaxcalteca Alfonso Zamora, que hizo gala de mayores recursos, pero amigo del ganadero que lo puso en el cartel, se encontró con que la res fue salvajemente mutilada del diamante de los pitones, hecho que encrespó al público y dio la nota más sobresaliente de la crónica.
Pese al abucheo general de la pequeña concurrencia, el juez Jesús Dávila, en raterillo como siempre, dejó pasar el burdo atropello a la ley con el pretexto de que el bicho se escobilló porque anduvo muy inquieto en los corrales, cosa que de por sí lo hubiera vuelto impresentable para una plaza que se supone tan seria como la de Mixcoac.
¿Qué hará ante esto la Comisión Taurina del DF? Si Carlos Mendoza, su presidente, no actúa con energía en este caso, volveremos a sospechar que su triste función en la fiesta consiste en permitir la más abusiva manipulación del reglamento a fin de no causarle problemas a López Obrador.