LUNES Ť 20 Ť AGOSTO Ť 2001

Ť Melancolía y amor en el festival nacional, en Coyoacán

Los trovadores ya no tenemos a la mujer en el balcón para cantarle: Buenfil

MARIANA NORANDI ESPECIAL

Por tercer día consecutivo, la melancolía y la tristeza estuvieron presentes en el primer Festival Nacional de Trova Contemporánea, en el Museo Nacional de Culturas Populares, en donde el pasado se volvió presente en las voces de los trovadores que cantaron al amor, a la libertad y a la vida desde un punto de vista revisionista.

trovaAnte un numeroso público, el concierto lo abrió el sonorense Gerardo Peña, autor de tres discos, que presenta su más reciente producción Torre de Babel, donde la trova y el rock se convierten en cómplices de un mismo sentimiento. Es un compositor que profundiza menos en la forma de la palabra, para centrarse más en el contenido. Sus versos no se distraen con la belleza, sino que persiguen un fondo realista y crítico. Aunque también le canta al amor, aprovecha sus composiciones para denunciar situaciones de su entorno social, como la desvalorización de la vejez o la intolerancia sexual. Canciones como Los abuelos o Buenos vecinos desnudan a un compositor inquieto para quien, como para buen norteño, el lenguaje es un medio, no una forma.

Gerardo Peña le cedió el escenario al defeño, pero poblano por adopción, Carlos Arellano. Este compositor convirtió el escenario en un tutti frutti musical, como él define su repertorio rítmico. Rock urbano, blues, trova, balada rock y un sinfín de sonidos surgieron de su guitarra. Sus canciones están creadas desde la constante observación de la naturaleza humana.

Arellano es de los compositores que primero observan y luego sienten, por lo que sus canciones son inteligentes más que sensibleras. Asimismo, el ambiente en el que se desarrollan sus composiciones poseen una aureola triste y nostálgica. Comentando esta característica, Arellano nos cuenta una anécdota: "Una vez, acabando de tocar en un café, se acerca un cuate, que estaba bastante borracho y me dice: ¿cuánto cobras por amenizarme una fiesta?, a lo que le contesté: te cobro 5 mil pesos y te la deprimo. Así que fui a la fiesta, me pagó los 5 mil pesos, y se la deprimí. Con esto quiero decir que mis canciones no celebran la vida con entusiasmo, sino que están hechas a partir de desastres personales".

Estilo yucateco

Tras Arellano, el escenario fue del yucateco Jorge Buenfil. Este compositor representó, mediante la trova y el bolero yucatecos, el canto al amor por antonomasia. Con una voz potente y profunda, cantó Amor y Tengo, en las que la mujer es la razón de ser. Pero a pesar de que la mayoría de sus temas es al amor de mujer, para Buenfil el amor es) algo más amplio: "Creo que es el motor de la vida, y es a lo que le canto, pero no sólo al amor de mujer, sino también al de mis hijos, al de mi tierra, incluso he hecho canciones de amor como la que le hice al Che Guevara como símbolo de libertad". La trova de este compositor tiene todos los elementos de la canción, sensible y dolida del amante abandonado, poética y profunda, este músico supo cautivar al público desde su primer estrofa.

Respecto de la trova yucateca Buenfil comenta: "El trovador yucateco le canta a la mujer que ama con mucha sensiblería, por eso muchas veces está peleada con José Alfredo Jiménez. Pero las cosas están cambiando. Los que hacemos trova hoy, ya no tenemos a nuestra mujer en la ventana para cantarle porque ahora está en la chamba. Hay que ser romántico, pero ubicándose en el tiempo".

La tarde la cerró el defeño Rafael Mendoza. Este compositor, de voz flexible y educada, le cantó al amor, a la vida y a su entorno, en el que la ciudad de México está muy presente. Con ritmos que van del bolero, al blues, la trova o la bossa nova, interpretó temas como Pido tiempo y Queda el corazón, en las que permanecen el pasar del tiempo y la melancolía. A modo de broma, ya que todos estos trovadores tienen más de 40 años, Mendoza se preguntó: "Este festival reúne a la trova contemporánea, pero contemporánea ¿de quién?, si en el camerino decimos que es el festival de si no te vuelvo a ver".

Se vuelvan a ver o no, volvamos a verlos juntos o no, este festival desmuestra que en México existe un movimiento generacional de trovadores que, a pesar de sus diferentes estilos, están unidos por la amistad, los deseos de impulsar al género y un incansable interés por seguir creando.