REPORTAJE
Se extiende el uso de foros para difundir esa manifestación artística
Montajes alternativos, nuevo impulso a la ópera
La ópera, contrario a lo que se cree, no es un arte elitista ni requiere de espectaculares y costosas producciones, coinciden diversos profesionales de esa manifestación, desde compositores y directores escénicos, hasta intérpretes, músicos y productores. Afirman que una alternativa es la ópera de cámara, cuya presencia en foros y espacios nacionales ha comenzado a despuntar con el auspicio de grupos independientes. El más reciente esfuerzo es el ciclo de tres obras programado en el Centro Cultural Helénico: La serva Padrona, de Pergolessi; La muerte y el hablador, de Leopoldo Novoa Matallana, y Silvana, de Isaac Bañuelos
ANGEL VARGAS
La compositora Ana Lara considera que en nuestro país existe un retraso de cuando menos medio siglo no sólo respecto del montaje de óperas de cámara, sino de diversas propuestas de música escénica que han cobrado gran auge en varias latitudes, especialmente en Estados Unidos y Europa.
Esto lo adjudica "básicamente al desconocimiento y también una especie de sentimiento erróneo de que lo chiquito es menos y lo grandote es lo verdaderamente importante".
Recuerda que desde de sus orígenes el arte operístico ha contado con repertorio para pequeño y gran formatos, sin que la dimensión sea un factor que haya intervenido en los valores estéticos de las obras.
Como responsable de la organización del Festival Internacional de Música y Escena, que este noviembre llegará a cuarta versión, Ana Lara coincide con el director Sergio Vela, el dramaturgo y director escénico Luis Mario Mario Moncada y el músico y compositor Leopoldo Novoa, en que la principal bondad de la ópera de cámara es el bajo costo de producción.
Agrega: "Además de lo barato que resulta montarlas, el contacto con el público es mucho más cercano y directo, porque el foro debe de ser de pequeñas dimensiones; se puede trabajar con cantantes que no tengan una voz gigantesca pero sí muy refinada. Como sucede con los conciertos de cámara en relación con los sinfónicos, el toque es mucho más delicado.
"En la ópera de cámara existen, asimismo, más posibilidades de incorporar nuevos elementos y propuestas de otros géneros de la música escénica, porque las fronteras entre la danza, el teatro y la música convencionales son cada vez más tenues y es difícil identificarlas; esa es una de las riquezas de nuestro siglo.''
Esta multidisciplinariedad, evidente sobre todo en los títulos contemporáneos, influye para que el público sienta cada vez mayor atracción y, con ello, para que los espectáculos de música escénica, en particular la ópera, dejen de ser considerados elitistas, subraya.
Sergio Vela asume que en términos económicos y pragmáticos la ópera de cámara representa mayores ventajas; sin embargo, enfatiza que en el aspecto artístico sí existen diferencias sensibles respecto de la ópera tradicional, sobre todo en relación con la menor repercusión que se logra con el público.
Empero, precisa, "no es que sea mejor ni peor la ópera de gran formato que la de cámara; son medios expresivos distintos, además de que se conocen más los títulos de las grandes producciones y existe una evidente falta de difusión de los del otro género".
El director escénico, especializado en montajes, acepta que si bien la ópera de cámara no es un género que resulte novedoso en el país sí puede advertirse de unos años a la fecha un movimiento que empieza a abordarlo de manera sistemática y frecuente.
"Lo cual -abunda- da cuenta de que, en primer lugar, hay interés de parte de los artistas involucrados en el quehacer operístico por ampliar la difusión de un repertorio casi desconocido y, por otra parte, también hay un interés del público por apreciar lo que normalmente no puede escuchar. Cualquier perspectiva que refresque la visión me parece digna de aplauso".
Contra el estigma
El Centro Cultural Helénico se ha caracterizado en el último lustro por ser una de las instituciones que mayor impulso ha brindado a proyectos de este corte. Prueba de ello es que desde hace cuatro años ha sido foro del Festival Internacional Música y Escena, que en este 2001 logró consumar su proyecto de programar un ciclo operístico.
Este se intitula Opera Alterna y está conformado por tres obras cuyas funciones se presentan desde el pasado día 14. Los títulos incluyen lo mismo un clásico de la ópera de cámara, como lo es La serva Padrona, de Pergolessi, que dos propuestas contemporáneas nacionales, La muerte y el hablador, de Leopoldo Novoa Matallana, y Silvana, de Isaac Bañuelos.
Según el director del centro Helénico, Luis Mario Moncada, son varios los fines que se persiguen con el mencionado ciclo, entre ellos no sólo romper con el estigma de que la ópera es un espectáculo solemne y restringido para los grandes públicos, sino cuestionar que no tiene porqué ser un arte fastuoso.
Este no es un planteamiento a nivel institucional, aclara, sino hecho explícito por los tres grupos participantes, cuyos montajes no representan, sumados, ni la mitad del gasto de una de las producciones de Bellas Artes:
"Ello evidencia que debe modificarse el formato de producción de la ópera en México, al igual que de otros espectáculos artísticos. Con esta costumbre que tenemos por la subvención, nos hemos olvidado de que debemos ser congruentes con la situación del país.Ť
"Pareciera que no importa gastarse tres millones de pesos, por decir una cantidad, para montar un espectáculo del que sólo se darán cuatro o cinco funciones. Debemos ser congruentes con la realidad y empezar a hacer planteamientos mucho más austeros, pero que de ninguna manera demeriten lo artístico. Lo uno no está ligado con lo otro. Este ciclo es una llamada de atención de los grupos participantes a lo que se está haciendo en la ópera de Bellas Artes".
Creador de La muerte y el hablador ?que actualmente ofrece funciones los miércoles en el Centro Cultural Helénico, a las 20:30 horas?, Leopoldo Novoa no tiene empacho en asumir a la ópera como teatro musical, y apunta que la diferencia entre estos géneros obedece sólo a razones de corte social y económico, a aparentes problemas cualitativos y a la forma como se acerca el público.
El también músico popular se dice parte de un movimiento de autores que no busca "hablarle a las estolas de Mink de Bellas Artes", sino "a la gente que sale a la calle y que necesita decir y encontrarse en su cotidianidad".
Considera imperioso e impostergable un replanteamiento de la ópera convencional o tradicional. En primer lugar, dice, los autores y los directores deben apostar más por el aspecto humano que en la producción, y no consumirse el 70 por ciento de su presupuesto en la escenografía, el vestuario y la iluminación.
Es también imprescindible, agrega, recuperar la corporabilidad, la poesía, el drama en los montajes y no centrarse "en un ánimo esteticista de quedar bien" sólo con la música y el canto:
"La ópera se ha quedado ni siquiera en el romanticismo, sino que es un manierismo del romanticismo. Existe un compromiso de querer quedar bien y aparecerlo todo 'bonito', aunque se pierda en ello la necesidad de decir".
Leopoldo Novoa está en contra de la pasividad artística y señala que los creadores no deben esperar los grandes apoyos ni los grandes escenarios para ponerse a trabajar".
La muerte y el hablador es la primera ópera del músico de origen colombiano, fue estrenada el año pasado dentro del III Festival Internacional Música y Escena.
En ella, dice, buscó regresar al espíritu primigenio del género y así trenzar diversas disciplinas escénicas, como la música, el canto, la danza y la actuación, sin darle mayor preponderancia a alguna de ellas, sino buscar su equilibrio.
En el plano dramático su intención es contar la imposibilidad de la comunicación y del amor, de cómo la humanidad contemporánea ha hecho de los diversos lenguajes símbolos para no comprenderse.
La parte musical, en tanto, recurre a elementos tan disímbolos como pueden ser, de entrada, un ensamble de percusiones (Tambuco) y un violoncello (Bozena Slawinska), además de utilizar como instrumentos materiales ajenos a la música, entre ellos distintos tipos de papel y plásticos, así como agua.
Leopoldo Novoa se manifiesta en favor de que no sólo se extiendan por el país ciclos como el de Opera alterna, sino por que Bellas Artes se abra a sí mismo y escuche otras propuestas diferentes a las suyas, que pueden bien enriquecer el repertorio y atraer a nuevos públicos.
Macbeth y Alicia son los títulos con los que la Compañía Nacional de Opera (CNO) cerrará su temporada de 2001, la cual será recordada con más pena que gloria merced a su pobre propuesta artística, pero sobre todo por el conflicto que suscitó entre el Coro del Teatro de Bellas Artes y las autoridades del INBA la designación de Gerardo Rábago como titular de la instancia operística.
Luego de constantes movilizaciones y actos de protesta por parte de la agrupación artística, el cantante renunció hace poco más de un mes y el director del INBA, Ignacio Toscano, propuso hace unos días al músico y promotor cultural Raúl Falcó para ocupar la vacante.
Es inminente que la designación formal de Falcó como director de la CNO se realizará en unos días. Sólo falta que la Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes discutan la propuesta, lo cual será una de sus prioridades a su regreso de vacaciones, que ocurrirá hoy lunes.
Macbeth, de Giussepe Verdi, ocupará el escenario del Palacio de Bellas Artes y el del próximo Festival Internacional Cervantino en septiembre y octubre, respectivamente. El montaje está a cargo de Sergio Vela y de José Areán, en las direcciones escénica y concertadora, de manera respectiva.
Esta obra forma parte de los festejos en México del Año Verdi, organizado a nivel mundial para conmemorar el centenario luctuoso del célebre compositor italiano y por el cual la CNO ha puesto también en escena en el transcurso de 2001 La Traviata y Luisa Miller (ópera concierto), además de colaborar en la organización de la Gala Verdiana que ofreció hace algunas semanas el tenor mexicano Ramón Vargas.
Alicia, por otra parte, es una ópera contemporánea, su autoría corresponde al compositor mexicano Federico Ibarra (1947) y fue estrenada mundialmente a mediados de la década pasada en el palacio de mármol.
Está basada en las obras de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas y Al otro lado del espejo y, según su autor, esta ópera "es un divertimento, aunque extrañó: si bien es fácil para el oído no va ser fácil entenderlo; es decir la música va a entrar muy fácilmente, pero todo el contexto de la obra no es tan fácil, de tal manera que introduzco una música muy accesible que pueda entrar a algo que queremos decir y que no es tan fácil de asimilar".
Con motivo de esa primera presentación, Ibarra aclaró en entrevista con nuestro compañero Pablo Espinosa: "El concepto que se está manejando en Alicia es el de una tragedia, pero llena de una música muy bonita. Alicia no canta porque no existe dentro de ese mundo de los que cantan, hablan por tanto otro idioma.
"Hay, por otra parte, un homenaje a Monteverdi, el autor que inventa el género operístico, y recursos vocales de otros autores (Rossini, entre ellos) pero con sorna: no es precisamente que se trate de imitar a la ópera italiana de una manera muy seria, sino al contrario me estoy burlando de esos gorgoritos que estamos acostumbrados a oír en ópera".
Si algo extraordinario no sucede, el proyecto de Raúl Falcó para la Compañía Nacional de Opera comenzará a operar hasta el año entrante, aunque sus detalles deberán hacerse públicos dentro de unos días, tras su nombramiento oficial. ANGEL VARGAS
El ciclo Opera alterna -además de presentar La muerte y el hablador, de Leopoldo Novoa- servirá de escenario para el estreno mundial de Silvana, drama musical en un acto del compositor mexicano Isaac Bañuelos.
El acontecimiento tendrá lugar el 28 a las 20 horas en La Capilla del Centro Cultural Helénico (Avenida Revolución 1500, San Angel).
Con libreto de Saúl Villa y dirección escénica de Iona Weissberg, se trata de una obra basada en el Diálogo entre el amor y un viejo, escrito en el siglo XV por el español Rodrigo Cota.
La trama desarrolla la búsqueda de ese eterno imposible que es el amor; ese deseo vano, siempre presente en el espíritu humano, tan sólo comparable con el de la inmortalidad, y cuyo devenir lo mismo se manifiesta como bendición que nos transfigura, que como condena que se ensaña.
La parte musical está cubierta por el sonido y los efectos electrónicos de un sintetizador, interpretado por el propio Bañuelos, mientras que la parte escénica congrega el trabajo de Lorena Glinz, en el papel de Silvana; Gabriela Miranda, en el de Amore; y Omar Medina, en el de Alfredo.
Las funciones de Silvana serán los martes, jueves y sábados, a las 20 horas.
El ciclo incluye también la representación del clásico La serva padrona, ópera bufa de Giovanni Battista Pergolesi, con la cual hace su debut en la ciudad de México "la única compañía de ópera de cámara" que actualmente existe en el país: Opera Brevis AC.
Esta fue constituida en 1999 con la finalidad de sacar a la luz en nuestro territorio el género de ópera de cámara, que hasta la fecha es muy poco conocido. Para cumplir su propósito, la agrupación se vale de repertorio de todos los tiempos con producciones nuevas y propias.
La serva padrona consta de dos actos, durante los cuales se suscitan diversas y divertidas circunstancias en torno de una mujer que pasa de sirvienta de la casa a patrona de la misma.
La dirección musical está a cargo de Luis Fernando Luna y al escénica de Luz María Meza. El elenco lo integran Lourdes Ambriz, Arturo López Castillo y Mauricio Somuano, así como el conjunto de cámara de Opera Brevis. ANGEL VARGAS