DOMINGO Ť 19 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť Antonio Gershenson
ƑCrecimiento cero?
La Secretaría de Hacienda reportó que el producto interno bruto de México tuvo, en el segundo trimestre de este año, un crecimiento cero. Pero este es una especie de promedio que, si no se analiza un poco más a fondo, oculta realidades muy diferentes entre sí.
La producción de numerosos productos agrícolas baja. La producción industrial bajó, en ese mismo trimestre y frente al equivalente del año anterior, 3.6 por ciento. En particular, la industria de la construcción cayó 6.9 por ciento en el mismo periodo, dejando sin empleo a muchos trabajadores. El sector que crece es el de los servicios, para llegar al promedio de cero.
Pero estos servicios son múltiples, y en especial tuvieron más recursos las comunicaciones y las finanzas, sector en el que varios bancos reportaron aumentos enormes en sus utilidades. ƑAcaso eso compensa, ya no en los numeritos de escritorio, sino en la vida de las calles y de las poblaciones, la ola de despidos, la reducción del ingreso de muchos, el estrangulamiento de las principales empresas públicas y demás, por el decrecimiento de las otras ramas?
Ese cero es, además, sólo un paso más en la carrera descendente de la economía nacional. ƑQué causa esta caída?
No es sólo la situación económica en Estados Unidos. Incluso el excesivo peso de ese fenómeno externo en nuestra economía es resultado de la excesiva dependencia generada por la política económica oficial la cual, en lo fundamental, no ha cambiado desde los últimos sexenios del antiguo régimen. Pero esta política económica es también causa directa de lo que está pasando.
Una de las formas en que esto opera es con un círculo vicioso. El Banco de México retira grandes cantidades de dinero de la circulación y el gobierno federal reduce el gasto público al mínimo, lo cual incide en menos empleo, menos consumo interno y... ahora no hay, como antes, el recurso de vender más cosas a Estados Unidos. Como esto baja la actividad económica, ese gobierno recibe menos dinero por impuestos y otros gravámenes. Entonces, recorta el presupuesto de sus gastos, y eso vuelve a empujar hacia arriba las cifras de desempleo, y hacia abajo las del nivel de vida de la mayoría de los mexicanos. Y volvemos a empezar el ciclo.
Con algunas diferencias, esta línea ha sido impuesta también en otros países. En Argentina, la crisis ya es evidente y las protestas son multitudinarias. En Brasil, el crecimiento del PIB ya es negativo y la moneda nacional ya se ha empezado a devaluar. Y es que se han sustituido las metas nacionales por algunas cifras "mágicas" que se consideran como el símbolo de la salud económica. El déficit fiscal debe ser el menor posible. El índice oficial de precios también, aunque a la hora del mercado las cosas sí suban de precio.
En aras de esas y otras cifras se vale todo: deterioro del nivel de vida, prioridad a las actividades especulativas sobre las productivas, aumento de las diferencias sociales y de las tensiones que de ello se desprenden, aumento de la dependencia del exterior, depresión del mercado interno...
Uno de los elementos que más contribuyeron a que la gente votara por el cambio el año pasado, fue la política económica vigente. Y esa política económica no cambia. Debe cambiar, no sólo por sus efectos desastrosos, sino porque ya no es viable. Ante sus fracasos, una de las cosas más necesarias es poder construir, desde ahora, una alternativa viable y que resuelva los problemas reales del país.