viernes Ť 17 Ť agosto Ť 2001
Gilberto López y Rivas
Rumbo incierto
Nuevamente, como en los peores tiempos del priísmo, si algo caracteriza el rumbo político y económico de la nación es la incertidumbre. El gobierno federal, encabezado por Vicente Fox, tiene claridad para quién gobierna. En más de una ocasión se ha definido por apoyar y promover, sin reparo alguno, al sector empresarial. También ha dejado claro, incluso para los más ingenuos defensores del "voto útil", que su simpatía por los grandes empresarios ha modificado sustancialmente las otrora promesas de campaña en las que eran considerados otros sectores de la población.
Su propuesta de reforma fiscal, la venta de Banamex, los acuerdos logrados recientemente con gobiernos centroamericanos en torno del Plan Puebla-Panamá, su peculiar manera de "resolver" el conflicto en Chiapas a través de la reciente publicación del texto de la contrarreforma en materia indígena en el Diario Oficial, y la continuidad en la política contrainsurgente son algunos indicadores de ello.
Información muy reciente de Enlace Civil sobre Chiapas denuncia el constante hostigamiento militar, el incremento de la actividad de los grupos paramilitares, la violación a los derechos humanos en municipios autónomos como Roberto Barrios, Vicente Guerrero, Ricardo Flores Magón y Yajalón. En estos lugares, además de haber crecido la presencia militar, existe una violencia psicológica cotidiana por parte de los soldados, quienes se "entretienen" amenazando de muerte a miembros de esas comunidades.
Gobernar para quienes han venido detentando el poder económico del gran capital tiene, no obstante, dos graves implicaciones: la mercantilización de la política y la exclusión de grandes y vastos sectores sociales de un proyecto nacional viable, lo cual vaticina resistencias notables y autoritarismos en puerta.
La primera de estas implicaciones se denunció y criticó desde la campaña electoral. La "mercantilización" que Fox ha hecho de la política no se restringe a la manera como ha venido utilizando los medios de comunicación masiva para manipular conciencias; se refiere también a la grave confusión entre lo público y lo privado, entre lo que potencialmente pertenece y es representativo de todos los ciudadanos y lo que es propio de intereses de un grupo faccioso. Al gobernar "para" y "por" los empresarios, Fox abandonó por completo su investidura presidencial y se convirtió en el apoderado de quienes han venido desfalcando al país por más de dos sexenios atrás.
La segunda implicación grave de su política económica se deriva de la falta de atención hacia otros sectores de la sociedad mexicana que conforman la mayoría de la nación. Campesinos, obreros, profesionistas, pequeños empresarios, indígenas, hombres y mujeres de la tercera edad y otros asalariados no existen en el proyecto de Fox o, mejor dicho, existieron efímeramente en la pasada coyuntura electoral del 2 de julio para fabricarles promesas y generar expectativas a cambio de sufragios.
El peligroso rumbo de la nación también se refleja en la ausencia de un programa económico serio para superar la crisis recurrente que sigue orillando a millones de personas al desempleo, a la pobreza extrema, a la delincuencia, al suicidio, a hundirse aún más en el desgarramiento del tejido social. Los pocos signos de su acción de gobierno reflejan la misma imposición de políticas neoliberales provenientes de sexenios anteriores. La venta de Banamex ejemplifica perfectamente esta trayectoria.
Paralelamente, la incongruencia política y la falta de vocación democrática de Fox se demostró al tejer una alianza con lo más corrupto y atrasado del PRI en Tabasco. Quienes se presumen exégetas de la democracia y no se han cansado de afirmar que ya ha quedado atrás el régimen autoritario que gobernaba, se comportan como caciques que ponen a negociación la voluntad ciudadana de un pueblo. En las pasadas elecciones tabasqueñas se constató la necesidad que aún tiene el actual gobierno de avalar el uso de viejas prácticas políticas que se pensaban superadas, con el fin de lograr una gobernabilidad autoritaria en un estado estratégico para el Plan Puebla-Panamá. Ello indica que el binomio PAN-PRI sigue vigente y está dispuesto a impedir que crezca la resistencia al modelo económico por ellos defendido. Lo mejor para la derecha es apuntalar un régimen bipartidista similar al de Estados Unidos, en el que las demandas provenientes de la izquierda dejen de tener vías institucionales de atención. Ellos no piensan en la pluralidad ni en las diferencias y mucho menos en la otredad. Han sido preparados sólo y exclusivamente para garantizar, al costo que sea, la estabilidad política que genere tranquilidad en las almas de los grandes inversionistas. Hay que prepararse para lo peor. Aprender de las trágicas experiencias de Fujimori en el Perú y de Menem en la Argentina: los presuntos iluminados de derecha llevan a los países a callejones sin salida. Sólo un proyecto basado en los intereses nacionales y populares puede corregir el rumbo que impone el actual grupo en el poder.