VIERNES Ť 17 Ť AGOSTO Ť 2001
ENTREVISTA
Jean-Francois Boyer, autor de La guerra perdida contra las drogas
Bancos, sitios donde se puede buscar culpables de narcotráfico
CESAR GÜEMES
La perspectiva es desalentadora, pero no absoluta o irreversible. A lo largo de casi 400 páginas el periodista francés radicado en México Jean-Francois Boyer documenta, explica y desglosa la realidad del narcotráfico desde una perspectiva latinoamericana que se extiende a Estados Unidos y Europa. El solo título de su obra, puesta ya en circulación por Grijalbo, resume la circunstancia: La guerra perdida contra las drogas, narcodependencia del mundo actual. El estudio se divide en tres grandes apartados: Un comercio en transición; El "narco-Estado" mexicano y las mafias "alternativas", y Al asalto del norte. El reto que lanza Boyer al lector y a quienes se vean aludidos con la publicación, es que demuestren si lo que afirma es cierto o falso. A fin de comenzar lo que seguramente será una amplia discusión sobre el tema que el periodista plantea, el libro se presentará el próximo miércoles 22, a las 20 horas en el Instituto Francés para América Latina (IFAL) (Río Nazas 43), con los comentarios del canciller Jorge G. Castañeda, el columnista de La Jornada Julio Hernández López, y como moderador, el director de Milenio Diario, Raymundo Riva Palacio.
-Si la guerra se ha perdido, Jean-Francois, Ƒqué caso tiene mantenerla?
-Se ha perdido porque el marco donde se da es muy poco propicio para la victoria. El sistema económico globalizado en el cual vivimos es el peor sitio para luchar. La liberalización total e incluso salvaje de los intercambios comerciales, los medios técnicos puestos a disposición del comercio internacional, la multiplicación de las vinculaciones aéreas, la masificación del transporte en contenedores y los países que inventan al vapor compañías fantasmas para justificar la existencia de dinero, todo esto, pues, hace muy difícil el trabajo de quienes luchan contra el narcotráfico. No hay que olvidar que, antes de cualquier consideración, los narcos son comerciantes y se integran de manera magnífica dentro del esquema del comercio internacional. Luego, la estrategia definida por el "general" -que en este caso es Estados Unidos, que desde hace 20 años lanzó oficialmente la guerra contra las drogas en Colombia- es errada. Para dar la batalla es preciso hacerlo en otro campo y con una estrategia distinta.
-Seguramente es necesario partir de un planteamiento que subyace en tu libro: el conflicto norte-sur.
-Así es. En 1984 Pablo Escobar mandó matar a un ministro de Justicia en Colombia, dentro de la guerra que él comienza contra el Estado creyendo que lo va a doblegar. En 89, el mismo Escobar ordenó asesinar a un candidato a la presidencia de la república. Entre esas dos fechas, Estados Unidos lanza la guerra contra las drogas. Definen que el problema radica en Colombia; asumen la extraña idea de que es la oferta la que crea la demanda, y no al revés, como lo señalan para cualquier otro producto. Suponen que acabando con la producción finiquitarán el consumo, lo que constituye un error central. Después, piensan que si se acaban los cárteles de droga, se da por terminado el negocio. Otro error, porque la demanda crea la oferta y porque los cárteles no existen como tales. Desde siempre, cualquier especialista sabe que el término cártel se inventa tanto a escala política en Estados Unidos como en el ámbito de la prensa para definir algo que es complicado de explicar, pero que no es una organización realmente estructurada.
"El cártel no es un concepto útil al momento de definir una lucha antidroga. Cuando matan a los capos ya satanizados, la historia prueba que todo se reorganiza. En cada punto, entonces, nos damos cuenta de que la estrategia está equivocada desde el principio y los resultados saltan a la vista: además de la restructuración de las organizaciones, la policía pierde el contacto que había logrado. Las fuerzas del orden no están en condiciones de atacar al narcotráfico, porque fueron organizadas para matar a los jefes del negocio, y cuando surgen pequeños jefes no saben qué hacer. Lo que se logró con la represión fue que, en el caso de Colombia, los narcotraficantes se vieran en la necesidad de apoyarse en personas fuera de sus fronteras, particularmente en Venezuela, Chile, México y en las mafias estadunidenses provenientes del Caribe, puertorriqueños o dominicanos residentes en Estados Unidos. Así que la represión amplía el terreno de la pelea, en lugar de acotarlo."
-ƑEn dónde dirías que debe establecerse, entonces, el frente de batalla?
-Sin duda, los únicos lugares donde se puede ir a buscar culpables y aplicar medidas restrictivas son los bancos y las economías en que, se sabe, se ha invertido la plata del narco: la Costa Azul francesa, Atlantic City, Miami, Los Angeles, Córcega y algunas islas del Caribe. En el ámbito de los bancos es preciso tomar medidas drásticas para controlar el lavado de dinero, algo que no se ha hecho y en el libro señalo varios casos.
"El problema más serio radica, además de las estrategias erróneas para combatir al narcotráfico, en la conformación de narco-Estados".
-Cuando la infiltración ha llegado tan adentro de un país, Ƒcuál es el camino?
-Creo que es muy importante para México, por ejemplo, decir que no hay comparación posible con otros países que han padecido el mismo problema. No hay manera de equiparar a Colombia con México, Italia, Panamá o las Bahamas. Por eso estoy en desacuerdo con que se diga que México se ha "colombianizado"; eso no ha pasado jamás: en Colombia el narco estuvo desde el principio peleado con el Estado. Allá personas como Pablo Escobar trataron de meterse en política para controlar desde el interior al poder legislativo y protegerse de la ley de extradición, que es la piedra angular en casi cualquier sitio donde florece el narcotráfico. De modo que allá han peleado, han lanzado guerras, han tratado de comprar voluntades, pero en Colombia nunca se pensó que el Estado podría controlar al narco.
"Mientras tanto aquí, todo lo que sabemos o lo que los mexicanos tendrían que saber, es que los narcos no tienen que enfrentar al Estado para protegerse: grandes familias de políticos del país consideran que a México le funciona bien tener un acuerdo con los narcotraficantes, no sólo para enriquecerse, algo que hacen evidentemente, sino para que las vacías arcas del Estado, en el 85, reciban dinero fresco para financiar sus proyectos. Es por eso que encontramos la plata del narco, varios años después, en firmas privatizadas, como Taesa o Banca Cremi, y en muchas otras más. Entonces, no hay 'colombianización' en México, porque eso habría sido la guerra. No fue así, todo se hizo gentilmente, salvo la excepción del corredor del Pacífico, donde sí hubo algunos enfrentamientos por características muy personales de los narcos sinaloenses."
-Vista así, la situación es más que alarmante. Parece como si nada de lo que se ha hecho contra el narcotráfico en países como México fuese un combate real, sino prácticamente simulado.
-Lo cierto es que en México desde finales del mandato de De la Madrid, durante el gobierno de Salinas y parte del de Zedillo, no hubo lucha real. Todos los mexicanos saben, por ejemplo, que el secretario personal de Carlos Salinas está prófugo y tiene en la PGR un expediente enorme; o que un jefe de la Judicial Federal está en la cárcel; o que el "zar antidrogas" de Zedillo pasó por severos problemas. Todo esto no lo sabemos judicialmente, pero si ponemos en perspectiva los expedientes de la aduana estadunidense, la DEA, la CIA, la PGR con sus distintas agencias y de la inteligencia militar, el panorama es transparente: las personas que acabo de nombrar no sólo han ocupado lugares muy altos en el escalafón político, sino que además estuvieron cubiertas por otros políticos de mayor envergadura.
"Lo que podemos hacer frente a una situación como ésta es tomar conciencia real sobre lo que significa el narco-Estado en México, determinar hasta dónde permeó con su poder. Tal vez no haya pruebas fehacientes para encarcelar a muchas personas, pero sí las hay para hacer un análisis global que se ponga eventualmente a disposición del público a fin de que nadie se quede con dudas. ƑParticipó tal presidente en el narco o sólo su hermano?, Ƒel presidente que acaba de terminar y de quien muchos colaboradores han sido acusados, sabía de esas actividades?, Ƒel Ejército es una institución completamente permeada por el narco? Esto es, necesitamos decir las cosas, lo cual tiene una doble ventaja: comprueba que el Estado no está dispuesto a participar más en ese juego y apoya la moral pública."
-Hay soluciones viables, diríamos a manera de conclusión.
-Apoyándome en las fuentes que menciono, digo: es preciso saber si lo que cuento en el libro es cierto o falso, porque no es posible que un periodista que trabaje con dedicación llegue a escribir una historia coherente si no hay razones para que esta coherencia se dé. El Estado mexicano está hoy en condiciones de decir si lo que afirmo en el libro es verdadero o no.