JUEVES Ť 16 Ť AGOSTO Ť 2001

Orlando Delgado

Descaros y cinismos

La vida nacional da cuenta de una serie de acontecimientos en los que el denominador común parece ser el descaro: el proceso electoral tabasqueño reitera que para ganar no hace falta tener más votos, sino ser capaz de instrumentar todas las marrullerías posibles, de modo que si resultan exitosos es posible convertirse en líder nacional de un partido que pretende retornar al poder convenciendo al electorado de que es mejor gobernando que los actuales. El mismo ejemplo ilustra la cerrazón de la dirección nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que, pese a perder en cuanta elección se presenta, se asume como víctima y mantiene su propuesta de buscar un acuerdo con el gobierno federal, que en ese proceso jugó para fortalecer la opción de la trampa y el engaño, en lugar de renunciar y permitir una renovación. La publicación de las listas del Fobaproa, dos años después de lo deseable, evidencia no sólo a las empresas que aparecen, sino sobre todo a los banqueros y, por supuesto, a los servidores públicos artífices de un "rescate" provocado por los errores y las corruptelas que fueron la nota común del funcionamiento de una banca vendida al sector privado de una manera poco transparente y que resultó extraordinariamente oneroso.

Al mismo tiempo, la información económica recién publicada no permite dudas, lo que hace cínico hablar de que la economía "está un poquito atorada": la recesión está perfectamente instalada y no parece claro que esté por irse; por el contrario, la situación de la industria indica un retroceso de 3.6 por ciento en el segundo trimestre, que supera el observado en el primero de 1.3 por ciento, de modo que esta parte de la economía, cercana a un tercio del total, está jalando al conjunto hacia la recesión. Este resultado, por cierto, no es sorprendente, ya que corresponde estrictamente a lo que era razonable esperar, dada la importante contracción de la industria estadunidense, principal compradora de lo que produce la nuestra.

Lo que sí sorprende es el desparpajo con el que los funcionarios responsables de la conducción económica han pretendido engañar planteando que la desaceleración había tocado fondo desde hace un mes. Los atorones no describen un proceso en el que el gobierno ha decidido que nuestra economía siga el ciclo de la economía estadunidense, con un argumento discutible: crecer en condiciones recesivas generaría desequilibrios que tendrían efectos perversos; este argumento soslaya las responsabilidades fundamentales de un gobierno democrático: hacer todo lo posible por defender las condiciones de vida de su población y generar opciones para que los más desfavorecidos puedan mejorar su situación.

El dato del crecimiento de toda la economía, por su parte, indica que el deterioro se agudiza y no hay información cierta que permita apreciar que se ha tocado fondo. La inversión sigue disminuyendo, lo que hace posible que el tercer trimestre resultase negativo, de modo que el crecimiento de este año difícilmente será de 2.5 por ciento. Recordemos que en el primer trimestre el crecimiento fue de 1.9; en el segundo tendremos 0.2; si el tercero es cercano a 0, haría falta que el dato del cuarto trimestre fuera superior a 6 para lograr el resultado oficial. Ello, por supuesto, no es factible, lo que revela que los responsables del diseño de la política económica están lejos de plantearle al país la verdadera situación que se enfrenta; se dirá que el desempeño de la economía estadunidense está resultando peor de lo que se esperaba y que tan pronto se reanude el crecimiento de la economía mundial México ocupará "el primerísimo lugar en ese despegue", pero lo cierto es que quien ha perdido el empleo, quienes han pretendido incorporarse al mercado de trabajo sin lograrlo, quienes ven reducirse dramáticamente sus ingresos, no pueden esperar ese "despegue" próximo.

No podían hacerlo desde hace tiempo, por ello decidieron que quienes nos gobernaron décadas no eran una opción capaz de resolver los agudos problemas; pensaron que la propuesta de la izquierda tampoco ofrecía una respuesta viable. Votaron por quien ofreció hasta la saciedad cambiar, quien representaba un proyecto que les parecía no sólo posible, sino factible. El resultado para ellos hasta ahora ha sido lamentable.