Lunes en la Ciencia, 13 de agosto del 2001
Coincidencias y controversias entre el cosmos de Dios y el universo de la ciencia Teoría de la evolución y registro fósil Jerjes Pantoja Alor La evolución es uno de los conceptos fundamentales sobre el que descansa la ciencia moderna. Con esta teoría se explican esos maravillosos fenómenos como la historia de la vida preservada en el registro fósil, la genética, la biología molecular, las diferencias y similitudes entre los animales y también la distribución geográfica de los organismos de hoy y del pasado geológico. Así, debemos de aceptar que la evolución constituye el pilar fundamental de la biología y paleontología modernas, documentadas además por la evidencia de otras múltiples disciplinas científicas. El surgimiento del concepto de evolución resulta ser un proceso complejo. Las ideas de Lamarck fueron la manzana de la discordia durante los decenios predarwinianos y los aspectos del pensamiento de Darwin más concluyentes no necesariamente interesaron a todos los biólogos y geólogos contemporáneos de su época. La teoría de Darwin unió de un nuevo modo a los seres vivos con su medio físico y se concibió la adaptación como proceso, no como estado físico planeado por Dios. Aún así, a más de 150 años de su postulación, la evolución es uno de los temas más controversiales e incomprendidos a los ojos del público común. Esta situación, en mi punto de vista, resulta innecesaria e intrascendente; es el resultado de ignorancia o falta de conocimiento. La resistencia a la aceptación de la teoría evolutiva deriva del mal entendimiento e incomprensión de los fundamentos en que se basa la ciencia y los que soportan a la religión; ambas, ciencia y religión, nos proveen de los conocimientos sobre el hombre, la Tierra y el universo. La evolución es un hecho comprobado. En ciencia no usamos el término teoría de una manera superficial. Afirmaciones como "la evolución es justamente una teoría", quienes lo expresan, carecen por completo de conocimiento, tanto por el uso de término "teoría", en sí mismo, y por la verdadera naturaleza de la ciencia y de cómo se realiza. La evolución es una evidencia tan claramente soportada, como la teoría de la gravedad, la heliocéntricidad de nuestro sistema solar, o la deriva de los continentes. Los datos y el conocimiento que soportan el concepto evolutivo han sido acumulados a través de cientos de años y por múltiples disciplinas de la ciencia. Por definición, la ciencia procede generando y probando hipótesis, desechando las que no sirven y utilizando las que corroboran un fenómeno, que finalmente conducen a una teoría, por lo tanto, queda restringida a lo natural, a lo que se puede experimentar y comprobar. Por su naturaleza y definición la ciencia no tiene la capacidad de confirmar o negar la existencia de un Creador; tales argumentos se encuentran fuera de su dominio, así como también la evolución, como concepto científico, no puede hacer referencia a la creación espontánea o momentánea de un individuo. Aún así, mucha gente de fe, incluyendo numerosos científicos, no encuentra conflicto entre su religión y los conceptos de evolución. Claros ejemplos lo fueron el famoso paleoantropólogo y sacerdote jesuita Pierre Theilhard de Chardin y el reconocido padre, también jesuita, Edouard Boné, hombre de Dios y laureado paleontólogo de nuestro tiempo. Numerosas líneas de evidencia indican que la vida a cambiado a través del tiempo. La evolución es la mejor explicación científica de este cambio; además, también proporciona una respuesta coherente sobre la diversidad de la vida en la Tierra, explicación no fácilmente comprendida sin el conocimiento de la evolución del hombre y de la humanidad. Los individuos cambian durante el transcurso de sus vidas; crecen, varía el color de su pelo, o se mutilan un miembro. Estos cambios no indican procesos evolutivos porque no pueden heredarse a la siguiente generación. Estos cambios desaparecen cuando el individuo muere. Los individuos no evolucionan, sólo las poblaciones evolucionan. Una especie evoluciona cuando generaciones sucesivas de ella se aparean y cambian. La definición biológica de especie comprende este concepto: especie es un grupo poblaciones, que pueden aparearse y procrear descendencia, que a su vez, al aparearse producen descendencia. Este punto es muy importante: la especie consiste de intercambio y cruzamiento entre poblaciones de los mismos individuos. Así, como individuo único nunca existió un primer hombre, un primer cánido o un primer dinosaurio. La evolución nos permite entender la similitud entre los primeros pequeños caballos de hace 40 millones de años, y compararlos con los actuales, y de cómo un homínido evolucionó desde el género Australopitecus a la solitaria especie que pertenecemos: Homo sapiens. La evolución proporciona una explicación científica del porqué los animales que nadan tiene una esbelta y alineada figura y también porqué los agresivos carnívoros tienen grandes cerebros y una visión excelente. Al mismo tiempo, la evolución explica porqué el ADN así sea tomado de una almeja, águila, o del hombre, sus constituyentes básicos corresponden a las mismas cuatro bases químicas (N,O,P,H) que formaron al primer organismo en el precámbrico, hace cerca de 2 mil 800 millones de años. Así, la evolución se basa en hechos y discrepancias. La mayoría de los paleontólogos aceptamos a las aves como descendientes de ciertos dinosaurios, en oposición a otros que las consideran afines a un grupo diferente de reptiles. Las dos propuestas comparten afinidades entre las que destacan la forma del esqueleto, la puesta de huevos, la posesión de escamas, aunque éstas últimas se limiten a las piernas de las aves recientes. Entre los embriones de los pájaros es notorio observar, en las alas, garras o dedos rudimentarios, a semejanza de algunos dinosaurios planeadores. La conexión de las aves con los dinosaurios es antigua, fue propuesta por Tomás H. Huxley a final de la década de 1860, quien a su vez fue un fiel seguidor de las ideas de Darwin. La evidencia fósil de esta relación aparece en 1861 con el descubrimiento esqueleto fósil en las calizas litográficas del jurásico superior -hace unos 150 millones de años- de Alemania: Archaeopteryx lithográphica. Estudios recientes relacionan este esqueleto con otros fósiles de dinosaurios bípedos como Compsougnatus que pertenece al grupo que incluye a Deinonychus y Velociraptor, este último muy conocido por la famosa película Parque Jurásico. En estos estudios del registro paleontológico, aunque no es muy evidente, la evolución incrementa el entendimiento de asuntos de mayor importancia para la sociedad, dentro de los que se incluyen el calentamiento global, sobrepoblación, el deterioro ambiental, la contaminación de las aguas y que decir sobre los estudios del genoma humano. El autor es investigador del Instituto de Geología de la UNAM y profesor de paleontología de la Escuela de Biología de la Universidad Autónoma de Puebla.
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