lunes Ť 13 Ť agosto Ť 2001

 Samuel Schmidt

Se habían tardado

Hace meses escribí en México encadenado (Ed. Colibrí) que existía el riesgo de que uno de los 100 grupos guerrilleros que operan en el país, reconocidos por el gobierno, se volviera loco y asumiera acciones similares a las de ETA. Durante una promoción radiofónica del libro, un comentarista de radio me respondió agresivamente, sosteniendo que era yo alarmista. Y ya ven, hasta se habían tardado.

Las tres bombas de esta semana demuestran que ese riesgo se hizo realidad. Pero además, el hecho nos sugiere que en el futuro inmediato no se puede descartar una variable catastrófica, ya que el nivel de tensión que se está alcanzando en las relaciones sociales ha aumentado peligrosamente. Hay muchos conflictos y poca capacidad para resolverlos.

Los grupos guerrilleros se ubican al margen de las instituciones políticas formales por varias razones: no creen/confían en el proceso político-electoral; abogan por la revolución; no se preocupan por la crítica moral sobre sus métodos de lucha, aunque sí les interesa el apoyo social.

Era obvio que el fracaso en la negociación con el EZLN precipitaría la acción de ciertos grupos que habían sido acorralados por el protagonismo de los zapatistas. La falta de negociación le quitó autoridad al EZLN como voz guerrillera autorizada y abrió un vacío que los otros grupos ven como una posibilidad para avanzar, pero además mostró poca disponibilidad del gobierno para negociar los conflictos. A final de cuentas ni los guerrilleros ni el gobierno actúan en el vacío y deben planear sus acciones para que cuenten con la simpatía, si no es que con el apoyo, de la sociedad.

No es gratuito que la acción simbólica haya sido el ataque a Banamex, toda vez que su venta es una muestra más de entreguismo del gobierno y del sometimiento de las instituciones mexicanas a la voluntad de Estados Unidos.

La división entre grupos guerrilleros muestra con frecuencia la divergencia respecto a las estrategias y métodos a seguir en la lucha por la revolución socialista, pero no podemos descartar que se pueda dar un proceso de unificación de estas fuerzas, motivado en especial por las muy peculiares circunstancias por las que atraviesa el país.

El gobierno de Vicente Fox se ha inclinado -como era de esperarse- hacia la derecha y está planteando cambios, cuyo impacto puede ser trascendental para relaciones fundamentales, como es la reforma a la Ley Federal del Trabajo.

Su inmovilidad para formular políticas de largo alcance ha minado el aparato de control que estableció el PRI y con él, las recompensas que se filtraban hasta lo más bajo de la escala político-social. Esto es una falla política que ha agravado el sufrimiento en capas muy amplias de la sociedad, que podrían convertirse en la base de apoyo de un proceso político transgresor de grandes magnitudes.

La debilidad patente del PRD para convertirse en el líder de la izquierda mexicana le ha abierto espacios de participación a la guerrilla y a otras fuerzas políticas marginales. Este partidos ha abandonado la conducción y abanderamiento de las luchas sociales (populares), concentrándose en la lucha electoral en la que ha fracasado rotundamente como se vio el pasado domingo negro de agosto cuando perdieron todo: la gubernatura de Tabasco; y sus diputaciones de Oaxaca y Aguascalientes ni para qué mencionarlas, ahí ni siquiera pintaron.

La coincidencia de las fechas. Hay veces en la historia que las fechas coinciden fatalmente. El 8 de agosto fue el aniversario del natalicio de Zapata, la venta de Banamex, la gran marcha campesina al Distrito Federal y vaya usted a saber si por todo lo anterior se pusieron las bombas en los bancos. Pero de que se ha dejado un mensaje muy claro no hay duda.

Lo cierto es que hemos entrado en una vía de confrontación violenta para cuya salida hay pocos caminos:

a) La vía violenta en la cual el Estado movilice su gran capacidad represiva. Esta solución es muy riesgosa, porque fortalecerá al ejército y al sistema policiaco nacional, que está en manos de militares. Eso puede desembocar en apetitos de poder que llevan al golpe de Estado.

b) El desarrollo de políticas populistas que recompensen a los más desprotegidos. Esta política tiene muchos opositores dentro del gobierno. Para implantarla se tendrán que hacer grandes cambios en el gabinete que le provocarán mucha turbulencia al Presidente.

c) La revolución. Esta salida puede sustentarse en el gran nivel de descontento que hay en amplios sectores de la sociedad. Esta opción se enfrentará con una fuerte coalición internacional que vería el caso mexicano como un antecedente muy peligroso. Domésticamente, esta opción carece de un liderazgo bien definido que, sin embargo, podría decantarse a lo largo del proceso.

d) Un periodo de violencia prolongada que ahuyentara a los inversionistas extranjeros, sobre los que el gobierno ha puesto todas sus esperanzas para librar la crisis económica y el bache de crecimiento.

Lo que sí queda claro es que la guerrilla ya se había tardado y ahora que actuó, seguramente continuará tratando de construir un impacto político para lograr simpatías y apoyos, tal vez por eso se cuidó mucho de no provocar víctimas civiles; lo cierto es que habrá que estar muy pendientes de los acontecimientos futuros. El que hayan puesto tres petardos de baja intensidad no demuestra ni torpeza ni ingenuidad, ése fue un mensaje muy bien armado: ya llegaron y pueden actuar en el Distrito Federal con relativa libertad. Ť
 
 

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