Ť Se adopta la estrategia zedillista contra el EZLN, dice la Caravana para Todos Todo
Presión castrense y reactivación paramilitar en la zona de conflicto en Chiapas, denuncia ONG
Ť Recaban testimonios en la región Ť Solicitan a la Cocopa que intervenga
ANDREA BECERRIL
La situación en la zona de conflicto en Chiapas es cada vez más tensa, ya que se mantiene la presencia castrense y se ha intensificado la actuación de los grupos paramilitares, porque en los hechos el gobierno de Vicente Fox ha adoptado la misma estrategia de contrainsurgencia y endurecimiento contra el EZLN que se puso en práctica durante el sexenio zedillista.
A esa conclusión llegaron los integrantes de la Caravana Mexicana para Todos Todo, después de un recorrido que llevaron a cabo durante 15 días por el área de influencia zapatista, y durante el cual encontraron que los campamentos militares desmantelados han dado paso a la instalación de retenes en lugares cercanos y observaron la situación de desastre en que quedó Guadalupe Tepeyac luego de la publicitada retirada de elementos castrenses a principios de año.
Manuel Valdivia, Eréndira Sandoval y Rogelio Rueda, integrantes de la organización, precisaron que decidieron acudir a la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) porque la coyuntura en la zona de conflicto zapatista es particularmente grave y temen que la violencia vuelva a ensangrentar Chiapas, porque hay indicios de que el grupo paramilitar Paz y Justicia está armando nuevamente a indígenas contrarios al EZLN.
De esas afirmaciones, agregan, tienen testimonios de integrantes de las bases de apoyo zapatistas, tanto en grabaciones, videos, así como fotografías de la situación en que sobreviven más de 10 mil desplazados sólo en el municipio autónomo de Polhó.
La Caravana Mexicana para Todos Todo ha visitado Chiapas desde 1995, tres viajes por año a los municipios y comunidades donde tiene influencia el EZLN y donde viven sus bases de apoyo, en "un esfuerzo de estudiantes, profesores universitarios, politécnicos, profesores, catedráticos, médicos, otros profesionistas e incluso amas de casa, interesados en la situación de los indígenas y en el movimiento zapatista", explica Manuel Valdivia, un estudiante de literatura.
En estos años, los integrantes de esa organización han logrado la confianza de los indígenas y una relación más cercana "de amigos y compañeros", precisa Rogelio Rueda, profesor universitario quien junto con los demás brigadistas aprovecha las vacaciones de Semana Santa, verano y fin de año, para trasladarse a la zona de conflicto, con víveres y el apoyo que pueden juntar para entregarlo a los indígenas, con la intención de conocer la situación real que viven las comunidades autónomas, para difundirla a la opinión pública.
"Hemos podido observar el desarrollo del movimiento zapatista y ver cómo se recrudece el ambiente de tensión; cómo fue creciendo el número de soldados y por ello podemos afirmar que, pese a lo expresado por Fox y sus funcionarios de Chiapas, no ha salido un solo militar", agregó Eréndira Sandoval, estudiante de Ingeniería de Sistemas Computarizados en el IPN.
"Nos tocó vivir la emboscada de Acteal, estuvimos dos días antes de la matanza de indígenas y nos tocó acompañar a los 3 mil 500 desplazados de Ixcomomal hasta el municipio autónomo de Polhó, agregó Valdivia. Dijo que desde entonces mantienen el contacto con este ayuntamiento -donde se concentra el mayor número de indígenas que debieron dejar sus tierras y desplazarse hacia otras comunidades por las amenazas de violencia- y los Aguascalientes.
Hostigamiento a observadores
De éste, su viaje número 22 a Chiapas, regresaron "realmente preocupados por el endurecimiento de la posición gubernamental". Lo que vieron, agregó Valdivia es que se regresa a la peor etapa del gobierno de Zedillo, porque hay "un hostigamiento constante contra las comunidades que apoyan al EZLN y contra los observadores nacionales y extranjeros".
En su reciente viaje la Caravana Mexicana para Todos Todo padeció más que cuando aún gobernaba el PRI. Fueron presionados, dijeron, desde que salieron del Distrito Federal y hasta llegar a Chiapas. En San Cristóbal, fueron seguidos y luego detenidos en varios retenes, donde los militares los filmaron y preguntaron con insistencia quién había pagado las tres toneladas de maíz que transportaban en un camión torton, además de herramientas, medicinas y ropa, y quién sufragaba los costos de trasporte y alimentación de los 80 integrantes del organismo que se trasladaron en esta ocasión al sureste.
La preocupación, sin embargo, es por el riesgo de que se endurezca el cerco contra el EZLN. "Allá encontramos un clima desesperanza en las comunidades, porque no se aprobó la iniciativa de la Cocopa y por que las presiones militares y paramilitares aumentaron de nuevo", precisó Eréndida Sandoval.
Los tres integrantes de la agrupación precisaron que recabaron testimonios de ello. En Roberto Barrios, por ejemplo, donde se desmanteló a principios de año el campamento castrense, se ha instalado una especie de retén militar móvil -lo ponen cada tercer día o sólo por las noches- en Chancalá-Zapote. En Francisco Gómez ocurre algo similar, a los soldados los trasladaron a Patihuitz "y son los mismos porque los habíamos entrevistado antes y los tenemos filmados, por eso los reconocimos en su nuevo puesto, unos kilómetros más adelante".
Por lo que se refiere a la zona de los Altos "los indígenas de Polhó nos precisaron que están rodeados casi por 23 campamentos militares y debido a ello la Comunidad de Majomut -ubicada a un lado de ese municipio autónomo- se ve obligada a convivir con los soldados, que ocupan casi toda la localidad y los obligan a que les laven y atiendan e incluso la prostitución es frecuente", precisaron.
Igualmente, resaltaron que en la comunidad de Pantelhó, a 40 minutos de Polhó, se han instalado varios burdeles y están reforzando la presencia castrense. Asimismo, las calles de Palenque son patrulladas por camiones militares, en Roberto Barrios, además, hay sobrevuelos cada tercer día.
"Constatamos que la densidad militar no ha bajado y por eso en el documento que entregamos a la Cocopa, le pedimos que en la propuesta de paz que están elaborando, incluyan la exigencia de que se reduzca realmente el número de efectivos militares en la zona de influencia zapatista y que cesen las presiones del Ejército contra las comunidades".
Trajeron, asimismo, testimonios de que en Chenalhó se están reagrupando los paramilitares e incluso se ofrece a los indígenas 30 mil pesos para reclutarlos. En Roberto Barrios, por ejemplo, la comunidad denunció que los civiles armados se están concentrando en la Comunidad de Nuevo Mundo, sede del conocido grupo Paz y Justicia.
"Desplazados de desplazados"
La situación en Roberto Barrios, detallaron, es particularmente preocupante, porque la comunidad está dividida en dos bandos: las bases de apoyo del EZLN y los priístas. Estos últimos hostigan a los indígenas rebeldes y agreden a los observadores y campamentistas. A tal grado que en la escuela autónoma de esa localidad, los niños y sus padres hacen guardias permanentes para evitar que destrocen el plantel.
Los integrantes de la caravana señalaron: "Queremos saber si realmente se les va a retirar la ayuda, porque las condiciones en que viven son de sobrevivencia. Son desplazados de desplazados. Sus condiciones de salud, de nutrición, son de sobrevivencia. Ya se acabaron en algunas partes la leña para cocinar, aparte de que están rodeados de paramilitares. Por eso le pedimos a la Cocopa que intervenga, que vea también el problema de los desplazados, porque vemos que está ligado a la militarización".
La situación de los desplazados "es muy difícil", señalaron. Las cifras son mucho mayores a los diez mil que la Cruz Roja sostiene que existen en todo el estado. Tan sólo en Polhó, agregó, hasta 1997 había 10 mil 300 ?de acuerdo con un censo elaborado por la comunidad y muchos de los indígenas han tenido que desplazarse más lejos porque los terrenos están devastados.
Los integrantes de esa caravana estuvieron también en Guadalupe Tepeyac, uno de los centros emblemáticos del EZLN, de donde salió el Ejército a principios de año. Lo que encontraron, relatan, "fue una especie de pueblo fantasma", ya que una buena parte de las casas están quemadas, sin techo, los dos dispensarios médicos fueron abandonados, el pozo de agua potable está contaminado, porque los soldados conectaban a él dos letrinas y hasta la biblioteca que en 1995 les organizaron quedó en tal estado que los brigadistas debieron ayudar de derrumbar la construcción.
Van a ayudar a reconstruirla y a seguir exigiendo que los militares entreguen los 13 mil volúmenes que había en la biblioteca -donados por intelectuales mexicanos y extranjeros- y que no aparecen. De cualquier forma, agregan, las 300 familias que quieren regresar a Guadalupe Tepeyac no pueden hacerlo ahora.
"La Caravana Mexicana para Todos Todo -dijeron- seguirá apoyando a los indígenas y, como parte de ello, documentará lo que, a contracorriente del discurso gubernamental, sucede realmente en la zona de conflicto".