LUNES Ť 13 Ť AGOSTO Ť 2001

Ť Se come una vez al día y sólo hay un plato de plástico por cada dos familias, dice ONG

Desplazados de El Cimarrón, víctimas de persecución y amenazas por no afiliarse al PRI

Ť El alcalde de Villa Corzo les envió como "ayuda alimentaria" desechos agrios y fermentados

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

San Cristobal de Las Casas, Chis. 11 de agosto. En un predio del rancho La Piedrita, los desplazados de El Cimarrón viven prácticamente de la nada desde fines de junio pasado. No conocen la justicia. Nadie les hace caso. ƑSu delito? No pertenecer al PRI que gobierna en el municipio de Villa Corzo, tener demandas sociales, simpatizar con los zapatistas. ƑSu escarmiento? Averiguaciones previas por acusaciones falsas, cárcel, amenazas de muerte, y por último, expulsión a balazos de sus casas en el Centro de Población El Cimarrón.

El pasado 4 de agosto, dos visitadores del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (CDHFBC) acudieron a La Piedrita, municipio de Villaflores. Su reporte del lugar, donde ahora viven 13 familias es elocuente: "Los desplazados viven en el monte, cuentan con una construcción de adobe, teja y piso de tierra. Las tejas se encuentran destruidas, por lo que la lluvia y el viento entran a la casa. Dicha construcción consta de tres pequeñas habitaciones. En el lugar está instalada la cocina comunitaria. Cinco familias duermen en el suelo, sin tablas ni cobijas. Niños, mujeres y hombres. Las demás familias duermen bajo cuatro carpas hechas de cuatro palos y plásticos, en los que se acomodan para pasar las noches y las lluvias, dos familias por cada plástico".

Su éxodo, que hoy se encuentra en situación crítica, comenzó una noche de noviembre de 1998, cuando ya dormían. Disparando contra 26 familias y sus casas durante una hora, sus agresores las obligaron a huir al monte. Todas sus pertenencias les fueron robadas: caballos, puercos, guajolotes, gallinas, televisores, maíz, frijol, herramientas de trabajo, cobijas, ropa, radios, refrescos y todo el contenido de su tienda. Sus agresores, priístas de El Cimarrón, están plenamente identificados.

"Racismo y discriminación"

Huyeron a la cabecera municipal de Villa Corzo, donde sobrevivieron dos años y medio, medio del comercio, medio de eventuales trabajos, los peor remunerados. En el reporte del CDHFBC se describe este periodo del exilio: "Durante la estancia de los desplazados en Villa Corzo fueron víctimas de innumerables abusos y violación de sus derechos por parte de las autoridades municipales. Han sido víctimas de persecución, amenazas y hostigamiento, no sólo de quienes los desplazaron, sino de las autoridades de Villa Corzo, que han protegido a sus agresores".

Este reporte del CDHFBC no fue escrito para su publicación, pero amerita ser divulgado: "Han sido víctimas de un tremendo racismo y discriminación, por ser índígenas, y simpatizantes de los zapatistas, lo que los llevó a vivir con miedo y temiendo que quienes los veían en la calle supieran que eran los desplazados de El Cimarrón".

El presidente municipal de Villa Corzo sólo aceptó recibirlos cuando medió para ello el Comité Internacional de la Cruz Roja. Para lo que sirvió. El alcalde continuó amenazándolos, burlándose de ellos al enviarles como "ayuda alimentaria" desechos de comida agria y fermentada. Cuentan los indígenas que llegó a decirles: "Mejor los hubieran matado los que los desplazaron, porque no sirve que estén en la organización". Después de varias reuniones donde participaron enviados del gobierno del estado y el CICR, se llegó a un acuerdo con las autoridades ejidales de El Cimarrón, pero los agresores nunca lo respetaron.

En algún momento de este éxodo desolado, la mitad de las 26 familias aceptaron ser reubicadas en un predio en el municipio de Cintalapa. Hoy dicen que fueron engañadas por la llamada Xi'nich Oficial, encabezada por el despresatigiado líder Mario Landeros. Dispersados a base de mentiras, se desconoce su ubicación y situación actuales. Las familias restantes abandonaron Villa Corzo hace seis semanas, para refugiarse en un paraje rústico en el municipio de Villa Flores.

Los visitadores del organismo de derechos humanos consideran que las carpas de plástico que cubren a las familias en La Piedrita "no parece que vayan a resistir mucho tiempo". Los indígenas no poseen herramientas para construir letrinas. Carecen de suero oral, medicamentos, alcohol y gasas. Los niños constantemente padecen diarrea, parásitos y fiebres. "La cocina funciona con tres o cuatro ollas y dos sartenes, una sola cuchara para guisar y un solo cuchillo. Cuando se reúnen a tomar sus alimentos, una vez al día, sólo hay un plato de plástico por cada dos familias". Así, se turnan para comer y beber.

El predio donde se asientan es "prestado". No tienen ninguna seguridad de que podrán permanecer allí. Para llegar al camino deben andar dos horas. Un camión, que pasa una vez al día, es el único transporte a Villa Flores. "Los desplazados no tienen trabajo ni dinero. Su alimentación se basa en frijol y maíz, que alcanzan para una comida al día, cuando tienen. Cuando no, sólo una taza de pozol", concluye sin dramatismo el reporte de los visitadores del CDHFBC. Lo dramático corre por cuenta de los hechos desnudos.

El éxodo de estas familias, originarias de Tenejapa, en los Altos, no encuentra solución ni justicia. Los valles centrales de Chiapas se les hacen grandes, ajenos, hostiles para ellas. Y su confianza en las autoridades, chiquita, invisible, inexistente. Son lo que tienen. Y eso les basta para sostener su resistencia.