Ť La comunidad, testigo del uso ilimitado de servicios e infraestructura del gobierno mexiquense
Ostentosas exequias de Carlos Hank González en Santiago Tianguistenco
Ť En contraste, sus restos fueron depositados en una modesta fosa del panteón municipal
CIRO PEREZ SILVA Y ROSA E. VARGAS; ISRAEL DAVILA ENVIADOS Y CORRESPONSAL
Santiago Tianguistenco, Mex., 12 de agosto. A saber si él lo dispuso así, pero en las exequias de Carlos Hank González el único gesto palpable de humildad fue su sepultura en el panteón municipal. A partir de eso, en los funerales del político y empresario hoy se ratificó aquello de que el poder, el dinero y la gloria siempre van juntos.
Cierto que a todo lo largo del sepelio el hombre que fue emblema por excelencia del político-empresario tuvo la compañía de gente del pueblo que siguió el féretro con flores, aplausos y lágrimas. Y en contraste, que su ex jefe José López Portillo confesó casi frente al ataúd que debió hacerlo presidente de México.
Pero también fue evidente que los políticos en el poder y los familiares del ex regente nada escatimaron para demostrar que Hank González murió lejos, muy lejos de ser comparado con aquel político pobre que él mismo definió y rechazó.
A la parroquia de Nuestra Señora del Buen Suceso llegó el arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera, a oficiar la misa de cuerpo presente y dedicarle frases de exaltación sin par.
''Carlos -dijo el prelado- supo administrar y multiplicar aquello que se le confió en vida, ya que con sus acciones benefició a innumerables familias que buscaban su apoyo y protección. El se sentía el administrador de lo que se le había confiado.''
Su tumba, lo único austero
En el modesto panteón municipal fueron depositados sus restos en una fosa desnuda, sin imágenes o símbolos, junto a otra igual en la que fue enterrado, en 1987, su hijo Cuauhtémoc, cuya lápida ubica además los nombres de Lupita Hank Mayers, don Catarino González, doña Francisca Tenorio de González y doña Julieta González de Hank.
A la entrada del cementerio las autoridades municipales colocaron dos de esas grandes mantas tan comunes a los actos políticos y de campaña. En la primera, colgada en la puerta, se leía: ''Carlos Hank González, tu pueblo te llora.'', y en la segunda: ''Carlos Hank, te recordaremos siempre.''
Además, la familia mandó tender dos gigantescos manteados. Uno cubriría insuficientemente a la gran cantidad de asistentes al funeral y, a pocos metros, otro para proteger a los músicos de la Sinfónica del Estado de México, quienes acompañaron el sepelio con la Marcha Fúnebre, de Bee-thoven, y un aria de Bach.
El uso de infraestructura y servicios públicos -estatales y municipales- en las exequias de Hank González fue desmesurado. Hace mucho, y Tianguistenco lo testimonia en calles, estatuas, placas y demás, quedó claro que el profesor tenía una dimensión de mecenazgo y mando político. Sin embargo, aquello que hoy se dispuso para su funeral rebasó cualquier gesto de sobrio respeto o gratitud mexiquense.
Esto parecía de película. La policía municipal con sus patrullas, grúas y elementos del orden cerró las calles por donde pasaría el cortejo fúnebre. Otros guardianes fueron enviados al rancho de la familia Hank Rhon para dirigir el tránsito, marcar los sitios de estacionamiento y tomar los nombres de cada recién llegado, así como recibir coronas y arreglos florales.
Al zócalo de Santiago Tianguistenco de Galeana fueron enviados los cadetes del plantel Nezahualcóyotl, de la Academia de Policía, para rendir honores y guardar el orden entre la multitud cuando el féretro fue llevado desde el rancho hasta el palacio municipal, donde se le colocó el escudo de armas del estado y hubo guardias de honor a cargo de ex gobernadores mexiquenses y alcaldes de la zona.
No fue sólo eso. Serían los mismos comandantes de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil del estado de México, así como el director de la Academia de Policía, José Luis Ramírez Muñoz, los encargados de contener a la gente y organizar el acceso a la parroquia cuando el cortejo llegó hasta ahí para la misa que concelebraron Rivera Carrera y el sacerdote John Walsh, de los Legionarios de Cristo.
Y no era que se tratara de muchedumbres desbordadas que por su fervor pudieran provocar algún desaguisado, lo que motivó la febril y enérgica actividad dentro y fuera del templo de los jefes policiacos. Eran órdenes y las cumplían, pues en general la población manifestó respeto.
El interés, se veía a leguas, estaba en patentizar a propios y extraños que el difunto era el hombre, el político, el empresario más importante, y por mucho, de esta entidad: el jefe.
El gobernador Arturo Montiel dispuso además la presencia de los cuerpos de elite de la policía estatal y de mujeres también de las fuerzas del orden a las que se colocó en valla y para servir de edecanes en el panteón municipal. como de película.
Cuando hubo concluido la misa, una multitud -que algunos calcularon de cinco mil personas- recorrió por el andador Carlos Hank González los casi 400 metros que la separaban de la parroquia y el cementerio. Las campanas repicaban sin cesar y antes que la orquesta sinfónica iniciara su ejecución hubo un largo toque de silencio que, según las normas, se dispensa sólo a miembros de las fuerzas armadas.
Llovió y el largo adiós para Hank González al descender su ataúd a la fosa resultó un montaje con la perfecta sincronía entre las dos pasiones que lo distinguieron: el poder político y el dinero.
Seremos sustituidos: Gurría Ordóñez
Acompañado por su familia, Manuel Gurría Ordóñez, tabasqueño él y quien con el profesor Hank ocupara la secretaría general de gobierno en la regencia capitalina, habló de una amistad que data de 1959 e hizo el recuento de aquellos hombres del sistema sin los cuales no se entendería al México de la segunda mitad del siglo XX. ''Ya no están Fidel Velázquez ni Fernando Gutiérrez Barrios y ahora se fue Carlos Hank... es el cambio generacional y todos seremos sustituidos obligatoriamente''.
Gurría Ordóñez resumió su vínculo con Hank González: ''Era mi amigo más querido; para mí no tenía defectos.''
Ejemplo para el PRI: Beltrones Rivera
Los pocos políticos que hoy se concentraron en el rancho familiar y en los actos luctuosos sólo vieron virtudes en el mexiquense: ''Fue un excelente colaborador y amigo entrañable'', le escucharon decir Jorge y Carlos Hank Rhon al ex presidente José López Portillo. ''El PRI, ahora más que nunca deberá tomar como ejemplo el legado del maestro, que fue la unidad'', apuntó Manlio Fabio Beltrones.
Por el mismo rumbo fueron Humberto Lugo Gil, el general Miguel Angel Godínez, Rafael Rodríguez Barrera, Leonardo Rodríguez Alcaine, Patrocinio González Garrido, Dante Delgado, José Elías Romero Apis, Pedro Joaquín Coldwell, Jesús Reyes Heroles, Francisco Rojas, Guillermo Rosell de la Lama, Gilberto Borja, Alfonso Caso, Miguel Alemán Velasco y los ex gobernadores mexiquenses Mario Ramón Beteta, Alfredo del Mazo, Jorge Jiménez Cantú y Emilio Chuayffet.
Otro ex presidente y también ex jefe de Hank, Carlos Salinas de Gortari, envió en su representación a sus hijos Cecilia, Carlos Emiliano y Juan Cristóbal.
Uno de los últimos en llegar al rancho Don Catarino, cuando ya el féretro era llevado hacia el palacio municipal, fue el ex candidato a la Presidencia por el PRI, Francisco Labastida. Fue tal su demora, que sólo alcanzó a saludar a López Portillo.
Nadie aventuró un epitafio para el hombre que acumuló poder político y riquezas, todo a la sombra de los regímenes del PRI, pero muchos lo pensaron. Tampoco nadie osó mencionar siquiera al grupo Atlacomulco, ni siquiera para negarlo.
Y una imagen quedó grabada cuando todo concluyó: Carlos Hank Rhon recibía las condolencias de aquellos que todo lo que son o han sido se lo deben a su padre.