JUEVES Ť 9 Ť AGOSTO Ť 2001

Angel Guerra Cabrera

La renuncia de Bánzer

La dramática renuncia del presidente Hugo Bánzer ha proyectado a Bolivia a los espacios estelares de los medios de comunicación. Colmado de elogios por su colega George W. Bush, el hombre que puso toda su carrera al servicio de Washington se retira minado de cáncer. Acaso el mal haya venido a salvarlo de una defenestración a la ecuatoriana.

Desde antes de la enfermedad se creó un vacío de poder que hizo afirmar a más de un observador que no resistiría una tercera rebelión indígena, como las dos que debió enfrentar el año pasado.

El ex general deja atrás un país que es emblema del rotundo fracaso en América Latina de la fórmula democracia representativa más "liberalización" económica. Un Estado corrupto, que padece una profunda crisis económica y política y es desafiado por la rebeldía de los pueblos indios, los obreros, los deudores de la banca, los estudiantes y otros sectores populares. Esta ola de inconformidad, en cambio, no ha merecido hasta ahora mayor atención en los medios de comunicación hegemónicos. A sus dueños les tienen sin cuidado los de "abajo", a quienes desprecian y subestiman.

Para el pensamiento único la sociedad civil está formada solamente por los consumidores, los políticamente "correctos" y los que aceptan dócilmente sus dogmas, aunque lo disimulen; ergo, la izquierda "moderna" partidaria de la tercera vía.

La protesta social merece la atención de los medios cuando rebasa el estrecho marco político previsto por el sistema. Caso de Ecuador, donde indígenas, obreros, militares y estudiantes lograron echar a dos presidentes; o de Seattle, en que la revuelta callejera hizo naufragar la Ronda del Milenio; o -por citar un ejemplo paradigmático- de Génova, donde el crecimiento y la combatividad de las fuerzas antiglobalización adquirieron una magnitud imposible de ocultar.

Volviendo a Bánzer, éste intentó justificar en el discurso de despedida su proverbial ejecutoria represiva. Aludió a la violencia de la que supuestamente salvó al país al encabezar el cruento golpe militar contra el gobierno popular del general Juan José Torres, quien había llegado al poder en la cresta de una gran insurrección de mineros, campesinos y militares patriotas, cuya mecha fue prendida, paradójicamente, por la derrota y asesinato del Che Guevara. Con altas y bajas, ni la más brutal represión ha logrado apagarla hasta hoy.

La democracia boliviana poco tiene ya que envidiar a las del Primer Mundo. En esencia no se diferencian mucho. Su principal problema es que la gente -el "demos"- no encuentra canales de expresión ni se siente representada en ellas. De allí que las protestas sociales de nuestros días, aunque sean predominantemente pacíficas, se encaucen casi siempre fuera de las vías institucionales y parlamentarias. ƑDe qué otra forma podrían hacerse oír quienes protestan contra el poder en el Primero o en cualquiera de los mundos? ƑLos campesinos franceses, si no bloquean carreteras? ƑLos quechuas y los aimarás de Bolivia o los desempleados de Argentina, si no hacen lo mismo? ƑO los que piden que la marina estadunidense se vaya de Vieques, si no es entrando ilegalmente en las instalaciones militares?

Los indios de Bolivia, que constituyen más de 50 por ciento de la población, llevan a cabo luchas cada vez más vigorosas y bien organizadas. Pelean por la tierra, por su autonomía, por escuelas para sus hijos, por el derecho a elegir a sus representantes, por el cese de la represión, por la desmilitarización de sus territorios. En Cochabamba, junto a una coalición popular, detuvieron la privatización del acueducto. Han logrado parar la destrucción de plantaciones de coca en el Chapare y en los Yungas; en este último lugar han impedido también la construcción de un aeropuerto y de otras instalaciones militares.

Los indígenas bolivianos han ganado un importante reconocimiento social y han estimulado la resistencia de otros sectores como es el caso de los sindicatos más combativos que les han brindado su solidaridad, lo cual fue determinante para que el gobierno se viera forzado recientemente a dialogar con los campesinos de la zona del lago Titicaca.

Un tecnócrata de toda la confianza de Washington remplaza a Bánzer, de quien se reconoce discípulo. Los líderes indios han dicho que están abiertos al diálogo con el sucesor. Mejor los oye; difícilmente nadie pueda gobernar en Bolivia a partir de ahora si no lo hace así

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