Ť Escribió 45 títulos, varios traducidos a medio centenar de idiomas
Murió Jorge Amado, el más grande novelista brasileño
Ť Tenía 88 años; un paro cardiaco, la causa del fallecimiento
MONICA MATEOS-VEGA
Jorge Amado, considerado el mayor novelista brasileño del siglo, murió anoche, a los 88 años, en su natal Bahía, a causa de un paro cardiaco.
El escritor, diabético y con una escasa visión, había sido internado la tarde del lunes tras sentirse mal; alrededor de las siete y medio de la noche sufrió el paro que ocasionó su muerte.
La salud de Amado se fue debilitando progresivamente desde 1997, cuando sufrió dos infartos y se sometió a una angioplastia para desobstruir las arterias coronarias.
Los restos del artista serán cremados.
Historia de congruencias
Jorge Amado nace en 1912 en el pueblo de Cacao de Ferradas, Bahía. Su bibliografía cuenta 45 títulos, algunos traducidos a medio centenar de idiomas. El país del carnaval, su primer libro, lo escribió a los 18 años. Ahí retrata de manera singular los problemas sociales de su generación, además de que, con espíritu visionario, previó muchas décadas antes el proceso de carnavalización, el sello de la estética brasileña.
En esa época ingresa al Partido Comunista Brasileño (PCB). Como escritor, participa durante los cuarenta y cincuenta en actividades políticas, como el Congreso de Escritores Polacos y el Congreso de Escritores Rumanos, hasta que en 1951 recibe el premio Stalin Internacional de la Paz por su obra realizada hasta ese momento.
Consagrado de lleno al movimiento comunista mundial, Jorge Amado promueve en 1954, junto con otros escritores soviéticos, el premio Stalin para Bertolt Brecht, salvando así al autor alemán de la persecución del Partido Comunista germano.
Sin embargo, horrorizado por la radicalidad de las ideologías de derecha y de izquierda, Amado deja el 1955 el PCB, dispuesto a cumplir "la tarea de pensar por su propia cabeza", como él mismo dijo. Esta decisión fundamentó sus ideas acerca de la democracia: "La izquierda, en general, no es demócrata. Lo puedo decir porque fui comunista. Luchábamos confesadamente por la dictadura del proletariado, que resultó en dictaduras personales y violentas. La democracia no tiene nada que ver con la ideología. O se es o no se es".
Esta actitud no lo convirtió en anticomunista, como les sucedió a otros compañeros que abandonaron la causa, pero sí modificó su manera de pensar. Dejó de creer que todo el que era rico era ruin y que todo el que era pobre era bueno, un maniqueísmo que describió en sus primeros libros: Los subterráneos de la libertad, El caballero de la esperanza y Cacao, que por cierto en 1933 agotó su primera edición de 2 mil ejemplares en sólo 40 días.
En sus siguientes novelas aceptó la idea de que la moral y la nobleza de espíritu así como la villanía y la maldad no son frutos de la riqueza o la pobreza, sino de la voluntad y el carácter de cada quien.
En vez de partidos, Jorge Amado prefirió apostar a las cualidades de los hombres. En 1935 Jubiabá (llevado al cine después por Nelson Pereira dos Santos) se convirtió en la primera novela brasileña en tener un negro como héroe: en la primera escena de la historia una persona de color derrota a un alemán en una pelea de box que se lleva a cabo en una plaza pública. Esta imagen es una clara confrontación del autor con la propaganda nazi y el racismo, pero además fue otra de sus premoniciones: en la Olimpiada de Munich, efectuada al año siguiente, un negro americano -Jesse Owens- derrotó a los alemanes obteniendo la medalla de oro en atletismo.
Admiró al presidente francés François Mitterrand como el más grande estadista europeo; a Mario Soares, a quien conoció en 1948 en París y lo consideraba incorruptible, y a José Sarney, ex presidente brasileño, por ser escritor y poeta.
Desdén de la crítica brasileña
El investigador literario Eduardo Assis Duarte explica que en Brasil, "el país de las paradojas", la obra de Jorge Amado ha sido relegada por la crítica a pesar de ser un éxito internacional sin precedentes en la historia literaria moderna de dicho país, porque no le perdonan que fue comunista y un best-seller. "Ese odio irracional es apenas un efecto triste del elitismo que actualmente rige el medio académico brasileño", apunta Assis.
Sin ser benevolente, Jorge Amado mostró el lado pasional de seres humanos excluidos por la sociedad mediante una sensibilidad literaria que se formó en sus andanzas diarias por los prostíbulos y favelas de las provincias brasileñas.
Su proyecto literario consistió en buscar la aceptación popular. Como comunista su objetivo fue escribir para un gran número de lectores y liberar la literatura del dominio de las elites. Para eso se impuso una estrategia estética precisa, basada primero en la tradición popular de su región natal -las historias orales- y después en la estética del realismo crítico y de denuncia.
Conjuntó el realismo social con el arsenal heróico originado en la tradición romántica del siglo XIX y con la estética teatral del melodrama. Esta alquimia dio grandes frutos en la televisión, pues derivó en telenovelas.
Las mujeres
Tres son las mujeres que nacieron de su pluma y que lo convirtieron en un autor polémico por el éxito comercial sin precedentes que lograron sus historias: Gabriela, Flor y Tieta. Todas ellas con un solo rostro: el de la actriz Sonia Braga.
Gabriela Clavo y Canela, Doña Flor y sus dos maridos y Tieta de Agreste son las piezas fundamentales de su etapa como hacedor de una literatura para las grandes masas. Su público preferencial, él mismo lo diría, eran los estudiantes y los obreros. Amado llegó a ese público, pero no en su país, sino en el extranjero. Hasta 1988 tenía vendidos más de 10 millones de sus libros sólo en la Unión Soviética.
Adaptadas para televisión, cine y teatro, las historias de personajes típicos del interior brasileño le dieron la vuelta al mundo con sus anécdotas de lucha por la sobrevivencia.
Doña Flor, Teresa Batista y Tieta
Jorge Amado
De Doña Flor y sus dos maridos
Escuela de cocina "Sabor y arte" Cuándo y qué servir en un velorio (Respuesta de doña Flor a la pregunta de una alumna)
No por ser desordenado día de lamentación, tristeza y llanto, debe dejarse transcurrir el velorio a la buena de Dios. Si la dueña de la casa, sollozante y abatida, fuera de sí, abatida por el dolor o muerta en un cajón no pudiera hacerlo, entonces un pariente o una persona de su amistad debe encargarse de atender la velada, pues no se va a dejar a secas, sin nada de comer o de beber, a los pobrecitos que solidariamente se hacen presentes a lo largo de la noche.
Para que una vigilia tenga animación y realmente honre al difunto que la preside, haciéndole más llevadera esa primera y confusa noche de su muerte, hay que atender solícitamente a los circunstantes, cuidando de su moral y de su apetito.
¿Cuándo y qué ofrecer? - Durante toda la noche, del comienzo al fin, es indispensable el café; naturalmente, solo. El café completo -con leche, pan, manteca, queso, algunos bizcochitos, algunos bollos de mandioca y rebanadas de torta de maíz con huevos estrellados- sólo se servirá por la mañana y para los que allí amaneciesen. Es conveniente mantener el agua siempre a punto para el café, de modo que nunca falte, ya que de forma continua llegan personas. Debe servirse con tortitas de harina y bizcochos. De vez en cuando hay que pasar una bandeja con canapés salados, tales como bocadillos de queso, jamón y mortadela, pues para consumición mayor ya basta y sobra con la del difunto.
Sin embargo, si el velorio fuese de categoría, uno de esos velorios en que se tira el dinero, en ese caso, se impone dar una jícara de chocolate a medianoche, bien espeso y caliente, o un caldo de gallina con arroz. Y, para complementar, bollitos de bacalao, frituras, croquetas de toda clase, dulces variados y frutas secas.
Para beber, si se trata de una familia pudiente, además de café puede haber cerveza o vino, un vaso, y sólo para acompañar el caldo y la fritada. Nunca champaña, se considera de mal gusto servirla en tales circunstancias.
Sea rico o pobre el velorio, es de rigor, no obstante, servir continuamente la imprescindible, la buena cachacinha; puede faltar de todo, incluso café, pero la cachacinha es indispensable; sin su consuelo no puede haber velorio que se precie de tal. Un velorio sin ella constituye una falta de respeto al difunto, una muestra de indiferencia y desamor hacia él.
De Teresa Batista, cansada de guerra
Ya que me lo pregunta con tanta fineza, le digo, mozo, que cuando viene la desgracia no viene sola. Empieza y no hay quien la pare, crece como cosa barata, de consumo general. La alegría, en cambio, no prende, es planta exótica, de cría difícil, de poca sombra, de duración breve, no se da bien ni con el sol ni con la lluvia ni con el viento, exige cuidados cotidianos y tierra bien abonada, ni seca ni húmeda, es un cultivo caro, de gente rica, con mucho dinero.
La alegría se conserva en champaña; la cachacinha sólo acompaña las desgracias, si es que las acompaña. La desgracia es planta resistente, se mantiene sin requerir cuidados, crece sola, se vuelve frondosa, se la encuentra en todos los caminos. En donde andan los pobres, compadre, la desgracia se da en abundancia, no se ve otra planta. Si usted no tiene el cuero curtido y la espalda endurecida, con callos por dentro y por fuera, no gana nada con pelear contra los fantasmas, pierde el tiempo.
Y le digo más, compañero, y no es por alabarme sino porque es la pura verdad: sólo los pobres tienen fuerza para cargar con tantas desgracias y seguir viviendo. Lo he dicho y no me contestaron. Ahora yo pregunto: ¿por qué le interesa a usted conocer las desventuras de Teresa Batista? ¿Acaso puede arreglar las cosas pasadas?
Teresa cargó con fardos tan penosos que pocos machos aguantarían semejante peso y ella lo soportó y salió adelante, nadie la vio quejarse ni pedir compasión y si alguna vez la ayudaron, rara vez, fue por amistad y no porque se quejara; donde ella andaba ahuyentaba la tristeza. A la desgracia no le hacía caso, compadre, para Teresa solamente la alegría tenía valor. ¿Quiere saber si Teresa estaba hecha de hierro y con el corazón de acero? El color de su piel era de cobre, no de hierro, y el corazón de manteca, mejor dijo, de miel.
De Tieta de Agreste
Exordio o introducción donde al autor, astuto, intenta eximirse de toda y cualquier responsabilidad y termina por lanzar un imprudente desafío a la sutileza del lector con una pregunta sibilina
Comienzo por avisar: no acepto responsabilidad alguna por la exactitud de los hechos, no pongo la mano en el fuego, sólo un loco lo haría. No únicamente por haber transcurrido más de diez años sino, sobre todo porque, verdad, cada uno tiene la suya, razón también, y en el caso que nos ocupa no veo perspectivas de término medio, de acuerdo entre las partes.
Enredo incoherente, confuso episodio, lleno de contradicciones y absurdos, consiguió atravesar la distancia y mediar entre el olvidado villorio fronterizo y la capital, los doscientos setenta kilómetros de agujeros en el asfalto de segunda y los cuarenta y ocho de barro de primera y polvo de primerísima, polvo rojo que se incrusta en la piel y resiste a los jabones finos, que llega a tener eco en la prensa metropolitana.
Noticiario inicialmente entre chistoso y sensacionalista, después patriótico y discreto, pues muy bien pagado, se va disolviendo rápidamente en anuncios, algunos de página entera.
Cierto semanario de tradiciones dudosas, adjetivo mal empleado: ¿por qué dudosas?, se hizo el valiente en un editorial de primera plana, con agresivo encabezamiento en rojo, y amenazó con enviar un reportero y un fotógrafo a aquellos lejanos confines para aclarara la gravísima denuncia, la monstruosa conspiración, el peligro aterrador, etc. La arrogancia y la indignación duraron apenas un número; la valentía, el probo director se la guardó en el trasero, y se olvidó del escabroso tema.
Tres días de luto para Amado
Rio de Janeiro, 6 de agosto. En una de sus últimas entrevistas, Jorge Amado recordó cuando uno de sus críticos lo acusó de ser "el escritor de las prostitutas". Su respuesta fue sencilla: "para mí eso es un elogio".
A raíz de los problemas de salud que enfrentó en los últimos años y a punto de festejar el 70 aniversario de la publicación de su primer libro, dejó sin terminar el proyecto de Boris El Rojo, una novela urbana acerca de un joven que vivió las turbulencias culturales y políticas en Bahía durante los setenta.
En distintas ocasiones fue candidato al Premio Nobel de Literatura, antes inclusive de que le fuera conferido a José Saramago, quien en 1998 se convirtió en el primer escritor en lengua portuguesa en recibirlo.
En su momento, Amado saludó la decisión de la academia y dijo que no se sentía frustrado por no sumar el Nobel a su larga lista de galardones; entre ellos el premio Nonino, la Legión de Honor del gobierno francés y el doctorado honoris causa de la Sorbona de París.
Pese a que se sabía de su frágil salud en los últimos meses, la muerte de Amado tomó hoy por sorpresa a los brasileños y causó conmoción nacional.
Caetano Veloso, al enterarse del fallecimiento, entonó la composición Tieta, mientras la cadena de televisión O'Globo anunció la trasmisión del filme Grabriela.
En una nota oficial, el presidente Fernando Henrique Cardoso lamentó la desaparición del autor de Mar muerto: "Brasil perdió a uno de sus mayores creadores". Dijo el político que el escritor dejó la lección "de un combatiente, de alguien que siempre estuvo a favor de la justicia, al lado de los oprimidos". Fue un creador "que tuvo el coraje de pintar Brasil con sus colores reales para, a partir de ellos, crear su utopía".
El gobernador de Bahía, César Borges, decretó hoy luto oficial de tres días en ese estado y cedió las dependencias del Palacio de Aclimatación ?antigua residencia oficial del gobierno local? para montar el escenario del último adiós de los bahianos "al escritor del pueblo". DPA