martes Ť 7 Ť agosto Ť 2001
Marco Rascón
Aeropuerto, vecinos y metrópoli
El problema no sólo es dónde se ubicará el nuevo aeropuerto, sino en dónde no estará y qué uso se dará al espacio que ocuparía en Texcoco o Tizayuca, o al aeropuerto actual en caso de no ser ninguno. El problema es la carencia de una visión metropolitana integral que esté por encima de las reyertas gubernamentales y sea alternativo a los criterios sobre comunicaciones que impone el Plan Puebla-Panamá al centro del país.
La decisión de reubicar el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México Benito Juárez se ha retrasado desde hace una década por lo menos. Durante este tiempo el aeropuerto actual nunca dejó de ser remodelado y en él fueron gastados grandes presupuestos y, como toda obra pública hecha durante el priísmo, siempre resultaba insuficiente y rebasada al final de concluido el proyecto para seguir justificando gastos.
Ante la disyuntiva Tizayuca o Texcoco, tanto el gobierno federal como el del Distrito Federal, el estado de México y estados circunvecinos debaten en función de intereses sumamente inmediatos y particulares, muy ajenos a un plan estratégico de crecimiento acorde con la metrópoli y su funcionalidad como un todo.
En caso de que la alternativa fuera Texcoco, extrañamente ha quedado fuera del debate el proyecto para las 770 hectáreas que ocupa actualmente el aeropuerto, lo cual le haría recuperar a la ciudad y sus habitantes un área estratégica, de impacto positivo, porque mejoraría la calidad de vida en todo al oriente metropolitano y la ciudad en su conjunto. Si fuese Tizayuca no tendría ninguna trascendencia para la capital, pues todo sería igual, ya que el actual aeropuerto sería alterno, como sucede con el de Nueva York y el de Buenos Aires.
Como en todos los debates o disyuntivas artificiosas, en el caso de la alternativa Tizayuca o Texcoco existe gran desinformación. A pesar de que los grupos económicos promotores permanecen en campaña abierta tratando de ganar opinión pública, no ofrecen información seria, objetiva y verdadera. Al decidir con base en campañas, se olvida que alrededor del actual aeropuerto existen ciudadanos concretos que han iniciado un proceso de organización de su propia opinión, así como de información tendientes a debatir no desde la perspectiva macroeconómica y la globalización, sino de la calidad de vida, pues en la superficie que actualmente ocupa el aeropuerto cabrían desde una área verde a un nuevo centro de desarrollo para la ciudad.
Por esta razón la delegación Venustiano Carranza ha convocado a una consulta vecinal para el próximo domingo 19 de agosto (tel. 5784 0234) que busca conocer fundamentalmente la opinión ciudadana sobre las alternativas del espacio que ocupa el aeropuerto actual. Así los vecinos se estarían adelantando a la visión que sobre la disputa Texcoco o Tizayuca tienen grupos económicos y los gobiernos locales y el federal. Esta convocatoria es importante porque independientemente de sus resultados pone en la mesa de discusión el punto de vista no de los intereses económicos en juego, sino de la defensa de las condiciones de vida de los habitantes de la metrópoli. Intuye de manera natural e instintiva hacia la visión metropolitana, que no pone el énfasis en los costos de la obra y las nuevas vialidades, sino en la necesidad de recuperar un espacio vital que podría dar al oriente una condición distinta a la reserva de grises, crecimiento amorfo y urbe sin identidad que se desarrolló aceleradamente sobre el lago de Texcoco. Lo importante es que el actual aeropuerto se vaya del Distrito Federal y que la nueva sede sea proyectada con lógica y racionalidad para que tenga un impacto positivo en la mancha metropolitana y en el sistema de ciudades que integran Pachuca, Tlaxcala, Puebla, Toluca, Querétaro y Cuernavaca junto al área metropolitana de la ciudad de México. Lo cierto también es que el aeropuerto no puede estar demasiado lejos, pues perdería eficiencia.
Tizayuca o Texcoco, ambos parecieran tener sentido como propuestas de la nueva red de comunicaciones en torno a la regionalización del país y del Plan Puebla-Panamá como desarrollo necesario de un macroproyecto para intensificar las comunicaciones con Centroamérica. En este sentido Tizayuca pareciera ser la opción más globalizadora, pues mantendría la operación del actual aeropuerto para los vuelos nacionales.
La convocatoria de vecinos a la consulta es una tarea modesta, pero de gran trascendencia que marca el rumbo que deberían tomar éste y otros debates, no para paralizar y manipular, sino para construir una visión progresista desde abajo y con fuerza popular.