Lunes en la Ciencia, 6 de agosto del 2001
Opinan investigadores mexicanos sobre la prohibición de la clonación terapéutica en EU Avances científicos y dilemas éticos Patricia Vega y Mirna Servín
Antonio Velázquez, coordinador, por parte de la UNAM, del Centro de Medicina Genómica. No creo que se vaya a detener el avance de la ciencia y el uso de células totipotenciales o troncales para producir distintos tipos de tejidos. Este anuncio no es un revés absoluto para la investigación, se trata de tiempos políticos: basta mirar atrás y recordar que EU fue fundado por puritanos y que hay toda una corriente que ellos llaman "conservadora", pero que es muy distinta a lo que nosotros, como mexicanos, entendemos con esta palabra. Estos grupos están ligados a fundamentalismos protestantes, que son grupos muy intolerantes pero que tienen mucho peso por estar ligados a grupos económicos muy fuertes y ahora están ligados al Partido Republicano. El asunto toca cuestiones en donde las creencias religiosas están muy involucradas, ya que se piensa que utilizar células que tienen el potencial de convertirse en un humano, constituye un homicidio y se confiere la calidad de personas a un conjunto de células embrionarias que apenas tienen la potencialidad de llegar a serlo. Estas son creencias que nada tienen que ver con la ciencia aunque algunos se empeñan en invocar el conocimiento científico para validar ideas que son sostenidas por otro tipo de valores. La ciencia es una forma de conocer la naturaleza, pero su verdad es siempre provisional, y por tanto, siempre se está dispuesto a aceptar nuevas evidencias que invaliden el conocimiento actual. Por el contrario, las posiciones religiosas generalmente son inamovibles y afirman tener la verdad absoluta. Las cuestiones religiosas que se imponen en EU no predominan en todos los países. Lo que está sucediendo es por ahora imparable. La decisión del Congreso de EU es un freno temporal que tarde o temprano desaparecerá. Sin embargo, hay que recalcar que los mexicanos tenemos una manera equivoca y torpe de ver a Estados Unidos, como una sociedad homogénea y es exactamente lo contrario, es un país muy heterogéneo, compuesto de muy diversas comunidades con una gran diversidad de creencias y culturas. Guillermo Soberón, director ejecutivo de la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud) Creo que es muy importante para los países que estemos preparados para contender con este tipo de cuestiones, por que la sociedad apenas empieza a estar informada de toda la potencialidad que este campo va a desarrollar. Sin embargo, todavía no se tienen los elementos para formarse un juicio sobre su posible conveniencia o no. Sería tan malo limitarnos y no aprovechar avances fundamentales que se van a venir, tanto como incurrir en cuestiones que ofendan a la dignidad humana, que no se dé el debido respeto a la identidad de las personas. La comunidad científica en general está de acuerdo en la clonación de células con fines de reproducción humana debe ser proscrita, pero se deben de llevar a cabo más estudios respecto a la posibilidad de desarrollar la clonación con fines terapéuticos, sus alcances y sus limitaciones. La utilización de estas células sólo con fines de investigación también tiene riesgos éticos indudables, porque aun cuando se hayan obtenido de donadores de buena fe, Ƒse debería de tener la posibilidad de usarlos libremente? Yo creo que no. Pero puede que bien manejado constituya un recurso importante para la salud que no se puede negar a la humanidad. No es que la ciencia sea buena o mala, la ciencia es una y lo que adquiere estos valores es la aplicación que se haga de la misma. Mi punto de vista es que no se puede ser tan tajante (en la prohibición) por que sino aparecen movimientos en la clandestinidad. Es mejor tener la información, legislar al respecto y ver si se permite dentro de los límites éticos humanos. Gerardo Jiménez Sánchez, investigador del Howard Hughes Medical Institute, en la Universidad de Johns Hopkins, EU. La posición de la Cámara de Representantes EU refleja una gran preocupación de la sociedad de ese país sobre las implicaciones éticas y los riesgos potenciales que acarrearía un mal uso de estas tecnologías; ésto en parte, por una falta de conocimiento sólido sobre la materia y por las alarmantes especulaciones que se han hecho sobre sus posibles alcances. Es por ello que este tipo de normatividad no debe ser absoluta hacia la prohibición o permisividad del uso de cada una de las líneas en este campo, sino que debe precisarse para cada una de las líneas de investigación que se agrupan dentro de esta área de la ciencia y diferenciando entre la utilización de células pluripotenciales para la generación de tejidos con fines terapéuticos, la clonación terapéutica a partir de células somáticas, la reprogramación de células somáticas con fines de tratamiento de diversas enfermedades y la clonación humana con fines reproductivos, para así poderse referir a cada uno de los puntos que incluye la investigación en embriones humanos, incluyendo sus enfoques y metodología, para así poder evaluar los fines de conducirse bajo los principios éticos de la investigación científica. La comunidad científica de cada país debe contribuir a precisar las implicaciones y alcances de cada área de investigación, incluyendo la identificación clara de sus beneficios y riesgos potenciales. A partir de ello, resulta fundamental la difusión del conocimiento a la sociedad y la intensa interacción con los legisladores para que ellos puedan estructurar las leyes con pleno conocimiento de este proceso dinámico. De esta forma, será posible continuar estimulando el desarrollo de la ciencia y el progreso de la sociedad, asegurando que los valores humanos y los principios de respeto a los derechos del hombre sigan constituyendo los pilares del progreso de la humanidad. La reacción que estamos observando por parte los gobiernos de algunos países en el sentido de prohibir en forma terminante la investigación en células pluripotenciales o células troncales no me asombra, pues es una conducta que hemos observado en el pasado con el surgimiento de conocimientos que generan especulación y temores en la sociedad. De ninguna manera resulta desalentador para la ciencia en general, por el contrario, esto nos indica que esta área requiere de mayor análisis y un entendimiento profundo tanto de los científicos, como de los legisladores y la sociedad en general, antes de desarrollarla plenamente. Fabio Salamanca, jefe de la Unidad de Investigación de Genética del Centro Médico Nacional Siglo XXI, del IMSS. El uso de células troncales es muy promisorio para ofrecer terapias a padecimientos sumamente graves y limitantes en el humano, como puede ser el Alzhaimer y el Parkinson, que tienen graves consecuencias físicas e intelectuales. Es desafortunado que no se permita desarrollar esta investigación, que en países como Gran Bretaña sí ha sido autorizada. Lo que puede ocurrir en EU es que pronto haya un movimiento no sólo de la comunidad científica, sino de la población en general que se dé cuenta de la enorme limitante que se está generando con esa prohibición y presionen para revertir esta decisión. Aunque la comunidad se tarde, va a darse cuenta de que la prohibición es una enorme error. Frena la posibilidad de desarrollar una terapéutica racional para los trastornos que implican involución de las células, es decir, un deterioro. Es un paso muy negativo sin duda. Se podrían aprovechar células sólo con propósitos terapéuticos en enfermedades que no tienen tratamiento hasta ahora. Lo demás es una discusión que tiene otras implicaciones y que es totalmente ajena a nuestro punto de vista como investigadores Tonatiuh Ramírez Reivich, investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM. La esencia del quehacer científico es la libertad y desde el momento en el que se instituyen prohibiciones es algo que tenemos que analizar con mucho cuidad. Es muy delicado el prohibir el desarrollo del conocimiento humano. La gente que se opone a investigar y hacer uso de estas células, sostienen que son seres humanos y que por eso no se puede estar experimentando, pero por otro lado los óvulos fertilizados que no se usaron en técnicas de reproducción asistida, se desechan y en ese punto no les pareció mal. Hay una contradicción e incoherencia terrible. Cómo es posible que no se acepte su uso para salvar vidas humanas y para mejorar la calidad de la vida del ser humano. Hay métodos paralelos, como por ejemplo, nuestro equipo de investigación trabaja con células de sangre de cordón umbilical, para regenerar el tejido hematopoyético para trasplantes de médula ósea. Obviamente son células más diferenciadas, pero este tipo de trabajo queda excluido de una polémica como esta. Sin embargo, que haya distintas alternativas, no debe significar que una excluya a la otra. Hay que reconocer ambas partes de esta controversia. Sería un error también irse al otro extremo y decir que no son válidas las precauciones de la gente en cuanto a que se está experimentando con este tipo de tejidos. Simplemente se debe de poner en forma clara y objetiva el valor de esta investigación. León Olivé, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. Los científicos que trabajan directamente en este campo se han dividido fundamentalmente en dos bandos: quienes consideran que no deben clonarse a seres humanos para fines reproductivos, pero sí para fines terapéuticos, y quienes consideran que no debe haber prohibición alguna, porque atenta a la libertad de investigación (y del libre mercado). Entre los primeros puede citarse a los creadores de Dolly, la oveja famosa. En efecto, Rudolf Jaenisch e Ian Wilmut publicaron recientemente un artículo, en la prestigiosa y muy influyente revista Science, con el simple título de "šNo clonen seres humanos!" (Don't Clone Humans!, Science, Vol. 291, Marzo 30, 2001). Las razones que aducen para sostener su imperativo son igualmente simples y directas: incluso con animales, la clonación es "ineficiente y es muy probable que permanezca así en un futuro previsible". La clonación animal tiene grandes fallas y fracasos en la etapa de gestación y en la de los recién nacidos. Si se experimenta con las técnicas conocidas, la probabilidad de producir nacimientos de seres humanos con grandes deficiencias y anormalidades es muy alta. Los autores sostienen que sus razones para oponerse a la clonación de seres humanos para fines reproductivos son puramente "científicas" y "técnicas", no éticas. Pero no se requiere ser experto en ética para darse cuenta de que es inmoral crear seres humanos cuando se sabe que es muy alta la probabilidad de que resulten idiotas o malformados. Esto, desde mi punto de vista, es una razón suficiente para que todos los Estados del mundo prohibieran, al menos por un tiempo, la clonación de seres humanos para fines reproductivos. Pero la clonación para fines terapéuticos, entendida como la posibilidad de cultivar órganos específicos que pudieran remplazar órganos deficientes de personas vivas, presenta un problema diferente. En la medida en la que los experimentos no dieran lugar al nacimiento de seres humanos, no veo razones para prohibirlos. Sin embargo, hay un problema muy serio en su costo, en el de las investigaciones, y en el que tendría para una persona particular beneficiarse del transplante de un órgano obtenido por clonación, digamos de un riñón cultivado especialmente para esa persona.
Tampoco se requiere ser un experto en el campo (ni en el científico ni en el financiero), para darse cuenta de que un riñón "por encargo", sería muy caro. La pregunta es: Ƒquién lo va a pagar? Si no se hubiera desmantelado en el mundo el sistema del "Estado de bienestar", y las terapias previsibles a partir de la clonación estuvieran realmente al alcance de todos, no vería nada objetable en que se proceda a investigar y se desarrollen esas técnicas. Pero dado el curso de los acontecimientos en el último cuarto de siglo, me parece pertinente preguntarse: dada la escasez
Creo que la conclusión éticamente correcta es que nadie tiene derecho a prohibir la investigación y el desarrollo de la clonación de seres humanos Miguel Betancourt Rule, jefe del Laboratorio de fertilización en mamíferos de la UAM-Iztapalapa. Considero que cualquier investigación con fines terapéuticos tiene que ser necesariamente aprobada en el lugar donde se haga, ya que en todas las instituciones existen comités de ética -aparte de los que se encargan de la evaluación de nuestros proyectos- que tienen la tarea de vigilar los propósitos de nuestras investigaciones. Si se hace un buen uso de esta clonación y se lleva el embrión sólo hasta 14 días, no veo el por qué detenerla, cuando podría ayudar mucho al entendimiento de las enfermedades y, eventualmente, a su tratamiento. Estoy en total desacuerdo con la decisión del Congreso de EU; creo que es un retroceso. Si nos pusiéramos en eso mismo plan oscurantista, se tendría que prohibir el conocimiento del genoma humano, porque existe la posibilidad de hacer un mal uso de ese conocimiento como lo sería el que una compañía de seguros le negara sus servicios a un individuo a partir de la posibilidad que tiene de desarrollar una enfermedad genética. O el caso de la terapia génica que implica introducir un gen extraño a un ser humano, lo cual implica también riesgos y problemas de tipo ético. O la producción de cerdos transgénicos para hacer transplantes de órganos de cerdos a humanos lo cuál, para muchos, podría parecerles una aberración; sin embargo, estrictamente ese avance significa la curación para muchos enfermos. Javier Velázquez Moctezuma, jefe del Departamento de Biología de la Reproducción de la UAM-Iztapalapa. El de la clonación humana es un tema muy complejo que tiene muchas aristas. Desafortunadamente a los especialistas en ciencias biológicas no nos están ayudando los de las ciencias sociales para resolver estos dilemas éticos. Nada de lo que genere conocimiento puede ser perverso en sí mismo, el problema está en el uso que posteriormente se haga de ese conocimiento. Pienso que debemos avanzar en el dominio de las técnicas de clonación, en el conocimiento de los determinantes biológicos que permiten la reproducción y que la sociedad en su conjunto debe ser extraordinariamente cautelosa en la delimitación del uso del conocimiento que estamos generando. El ámbito científico biológico termina cuando se genera el conocimiento, a partir de ese momento se requiere del concurso de la sociedad, de los especialistas en ciencias sociales para, insisto, delimitarlo. Pero el que los gobiernos coarten el avance de la ciencia, por más riesgoso que pudiera parecer, creo que es equivocado. En esa tesitura nunca se hubiera conocido la energía atómica ni todos los beneficios que ha ésta ha traído a la humanidad. Creo que con la prohibición de la clonación humana con fines terapéuticos, los representantes de EU cometen un grave error.
Antonio Sánchez Ibarra, encargado del Area de Astronomía del Centro de Investigación en Física de la Universidad de Sonora.
Nos encontramos ante dos hechos ineludibles: el avance de la ciencia y en particular de la ingeniería genética en cuanto a la clonación humana, así como los mismos aspectos éticos de la ciencia.
Quiero poner en comparación el desarrollo de la física nuclear: sus avances y la comprensión del núcleo atómico así como los procesos de fisión y fusión nuclear, eran parte de la búsqueda del conocimiento en este campo científico y obviamente era ineludible llegar en un momento a resultados. Situación totalmente diferente es la aplicación de tal
Vivimos ahora una situación similar. El avance de la genética necesariamente tenía que llevar finalmente a resultados como la posibilidad de clonar organismos y, de hecho, sabemos en parte e intuimos en mucho cuán benéfico puede ser este conocimiento puede ser principalmente desde el punto de vista médico o de salud social.
Sin embargo, estoy seguro que al menos la mayoría de los investigadores no desean que esta sea la punta de lanza para hacer realidad el Mundo Feliz de Aldous Huxley o un sistema derivado que permita controles exacerbados en las generaciones futuras.
Tan difícil equilibrio es evidente que no debe estar en manos de los gobiernos, sino de consejos de humanistas, muy progresistas, que tengan por premisa el desarrollo futuro de nuestra especie.
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