LUNES Ť 6 Ť AGOSTO Ť 2001

TOROS

Ť Tedio y lluvia en la cuarta novillada en la Plaza México

Triunfa José Serrano con el astado menos malo de Rafael Mendoza

Ť Variedad y solvencia en su toreo Ť Prosiguió el desfile de mansos

LEONARDO PAEZ

DIBUJOS TOROS-P. SERRANOEntre las ventajas de los aficionados a la fiesta de toros que se nos adelantan en el viaje, está la de ya no tener que padecer el limitado concepto de espectáculo taurino que maneja la empresa de la antigua Plaza México, convertida hoy en Plaza Muerta, en Plazota o en el Cecetla (Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje).

Ya sin la carismática presencia de Jesús El Ciego Muñoz, torero guapo por fuera en sus mocedades y por dentro en su madurez, el descomunal coso lució aún más desolado que de costumbre, mientras la tenaz empresa sigue sin mostrar ningún avance en lo que a configuración de carteles se refiere.

En las cuatro primeras novilladas ha prevalecido, sin discusión, la mansedumbre, no obstante que tres de las ganaderías hacían su presentación -Campo Real, José Marrón y Rafael Mendoza-, por lo que resulta aún más censurable su carencia de bravura que en las de prestigio.

Ahora, si lo que se pretende es que el Cecetla dé oportunidad a ganaderos nuevos a cambio de comprar barato, independientemente de la garantía de sus encierros, no lo está haciendo tan mal, así sea a costa de sacrificar un espectáculo supuestamente emocionante. En cualquier caso, las paupérrimas entradas que ha habido hablan por sí solas del interés que estas ofertas despiertan en el público.

Si al criterio del Cecetla para adquirir ganado bravo se añade el seguido para la contratación de nuevos valores, entonces despreocúpense ecologistas, superanimales y proteccionistas de mascotas, que la llamada fiesta brava tiene sus días contados, por lo menos en la ciudad de México.

Serrano, ¿hacia dónde?

El caso de José Serrano es uno más de los que abundan en el enrarecido ambiente taurino del país. A base de esfuerzo, de afición y de vocación, soportando el racismo mal disimulado de los taurinos exquisito-fascistoides, ha ido desarrollando una carrera consistente, a pesar de las escasas oportunidades en cosos importantes.

Torero largo, en el sentido de cubrir decorosamente los tres tercios, Serrano tomará la alternativa el próximo jueves en Teziutlán, Puebla, seguramente para engrosar -y ojalá me equivoque- la larga fila de jóvenes matadores con cualidades y afición, pero sin una infraestructura taurina medianamente organizada.

Por lo pronto, en su despedida como novillero en el Cecetla, antes Plaza México, José realizó una interesante labor con su primero, Romántico, según la alucinada pizarra, con 477 kilos de peso, cornigacho y bizco del pitón izquierdo, avanto de salida, como la mayoría de sus hermanos, y que recargó en dos varas.

Empeñoso más que certero en los dos primeros pares, ejecutó sin embargo un tercer par al quiebro sensacional, dejando los palos en la cruz, alzando mucho los brazos y marcando con precisión el viaje.

Con la muleta se vio solvente, seguro, mandón y gustoso de estar allí, en la colocación justa y no a prudente distancia, como lo harían sus alternantes. En el trasteo hubo esa entrega recíproca de un toro emotivo, un torero inspirado y un público ansioso de sentir y de aplaudir.

Su buena técnica fue acompañada por una expresión personal y un sentido claro de la estructuración de las series por ambos lados, todas muy bien rematadas con prolongados y sabrosos muletazos de pecho. Y como el hombre estaba inspirado y mentalizado en que debía dejar huella la tarde de su despedida, se fue tras la espada, dejando una estocada en todo lo alto que mató sin puntilla. La oreja que demandó el público, fue ganada a ley.

Sin duda, José Serrano está listo para la alternativa. Los que no parecen estar listos, repito, son los inefables empresarios de los estados, pendientes ya de contratar Hermosos, Julis y Ponces, y sin idea de promover con visión a jóvenes diestros mexicanos que en corto plazo podrían convertirse en imanes de taquilla. Pero como dijimos en otra ocasión: El que nace para colonizado no pasa de contratador.

Lo demás fue lo de menos. Un novillero ya con varios años en estas lides, Juan Vela, con clase pero sin expresión personal, que confunde la solvencia con la monotonía, y un joven español, Sergio Sanz, basto, sin celo ni sello. ¿A quién se le ocurrió contratarlo habiendo aquí tantos jóvenes desperdiciados? Acertaste lector: a un colonizado.