lunes Ť 6 Ť agosto Ť 2001

Carlos Fazio

La mítica tercera vía

El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, advirtió en México que no se debe dejar que los movimientos "proteccionistas", como los que se manifestaron en Génova hace dos semanas, derroten los esfuerzos por extender la globalización. Dijo que ésta no se puede detener y que los políticos deben resolver los problemas desde un punto de vista "práctico" y "menos ideológico". Para el neolaborista británico la solución a los graves problemas de hoy es "abrir los mercados" al mundo, invertir fuertemente en educación y construir una "sociedad civil" más sólida.

Blair ha sido exaltado como el promotor emblemático de una tercera vía en la política; supuestamente, una alternativa al "capitalismo de libre mercado" (neoliberal) y al "socialismo de Estado". De acuerdo con la teoría de la tercera vía, los desarrollos históricos han disuelto la vieja política de clases y han transformado la visión de la lucha de clases en algo irrelevante. Se trataría de un "camino alterno", distinto al que planteaban en el siglo pasado "los paradigmas ideológicos de derecha e izquierda" (Adolfo Aguilar Zinser). No obstante, estudiosos como Sergio Aguayo consideran la tercera vía de Blair como el ejemplo que debe seguir la "izquierda moderna". En ese contexto, para los terceristas, las ideologías (como inspiradoras de doctrinas y verdades absolutas, autoritarias, intolerantes y excluyentes) son consideradas un "anacronismo". Hoy, bajo el imperio del pragmatismo globalizador, los "ciudadanos" esperan de los políticos "modernos" y "desideologizados", transparencia, soluciones concretas a necesidades específicas, eficacia en las tareas y conductas inspiradas en "principios y valores" (Aguilar Zinser).

De acuerdo con la tercera vía, el Estado debe jugar un papel "por el lado de la oferta", creando condiciones para estimular la empresa, la innovación y la igualdad de oportunidades. El papel del Estado en la esfera social es el de promover "la responsabilidad personal" y la lucha por el empleo en vez de la "dependencia" de los sistemas de bienestar (viejo Estado paternalista). El objetivo no será la redistribución del ingreso, sino el aumento del ingreso para todos. Sin embargo, la cosa no es tan sencilla.

Como explica James Petras, el cambio desde el capitalismo de demanda (luego de la casi destrucción de la organización de los trabajadores) al capitalismo de oferta fue un quiebre explícito con el pacto social que sintetizó el capitalismo de bienestar: implicó el paso de la tributación progresiva a la regresiva, de los gastos sociales a los subsidios a las corporaciones, y sobre todo un nuevo régimen regulatorio que aumentó la movilidad del capital (financiero especulativo) y eliminó la legislación laboral.

ƑQué es, en realidad, la tercera vía que preconiza Blair, uno de los "ocho magníficos" de Génova 2001? En principio se trata de un barniz retórico e ideológico sobre un nuevo estilo de política de derecha. No hay, pues, tal fin de las ideologías. En lo fundamental, extiende las doctrinas de la vieja derecha de Thatcher y Reagan sobre privatizaciones y estímulo a la concentración y centralización del capital, como lo prueban las colosales fusiones que se han producido bajo los auspicios de gobiernos de la tercera vía (Blair, Clinton, Schroeder, etcétera, incluido el México dependiente de Vicente Fox, donde Citigroup acaba de tomar el control de Banacci).

Aparte de seguir las prácticas de la vieja derecha contra los trabajadores, los regímenes socialdemócratas de la tercera vía (que dejaron de ser sociales y demócratas, como señala Petras) superaron al thatcherismo en cuanto al celo con que promueven la expansión internacional de sus corporaciones multinacionales y bancos. Es decir, bajo una retórica reformista con fines manipuladores y de control sobre los países de la periferia, los terceristas prosiguen una inalterada agenda de "libre mercado" a favor de los monopolios y oligopolios, mientras los bienes agrícolas en sus países tienen barreras a la importación de hasta 40 por ciento. No obstante lo cual, no sin cinismo, Blair tuvo el tupé de llamar "proteccionistas" a los globalizados que protestaron en Génova y que sostienen que otra mundialización -alternativa al neoliberalismo- es posible. O como en el caso de México en la escaramuza de los camiones con su "socio" y "amigo" del TLC, Estados Unidos, que exhibió una vez más los intereses proteccionistas de la superpotencia en beneficio de grupos de poder interno; en este caso, del poderoso sindicato de los camioneros que preside James P. Hoffa, disfrazadas de regulaciones de "seguridad", como parte de un juego perverso y desleal que argumentó antes razones "ecológicas" (veto al atún mexicano), antidumping (acero y cemento) o "fitosanitarias" (tomate y aguacate).

Aparte de otros sin sentidos de Blair como la "inversión" en educación y la "construcción de la sociedad civil" (balas, garrote y gases "democráticos" a quienes que no se alineen, como en Génova), la ideología y naturaleza de clase del nuevo Estado tercerista -que refuerza lo que Noam Chomsky ha definido como un "Estado niñera" en beneficio del gran capital- pretende encubrir la continuidad de las desprestigiadas políticas de "libre mercado" de la vieja derecha. Así, la ideología de la tercera vía es un camino hacia la nueva derecha; una coartada para legitimar el vuelco a la derecha del "nuevo laborismo" y la socialdemocracia europea. Al fin de cuentas, como ironiza Emir Sader, es preciso ser de derecha fingiendo que uno es de izquierda, y si no es posible, decir, como lo hace la derecha, que no hay derecha ni izquierda.