lunes Ť 6 Ť agosto Ť 2001
Magdalena Gómez
El presidente Fox y la división de poderes
Para el presidente Fox no es necesario esperar la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre las controversias constitucionales contra la ya inminente contrarreforma en materia indígena. Ante su invitado, Anthony Blair, afirmó categórico, cual ministro de la Corte, que "dicha reforma se realizó de acuerdo con los procedimientos establecidos en la Constitución mexicana, y con su entrada en vigor este nuevo ordenamiento se sumará a los múltiples esfuerzos emprendidos para dar solución justa y digna a los problemas ancestrales de las comunidades indígenas de todo el país". Agregó que "en cuanto le sea remitida se promulgará tal y como fue aprobada por el Congreso de la Unión, sin cambios ni modificaciones". Después dijo que el gobierno generó "un terreno propicio para que las demandas fueran escuchadas por el Congreso de la Unión". ƑSe referirá al acto de presencia de algunos legisladores el pasado 28 de marzo? Porque de haber escuchado no ha dado muestra.
Tiene enorme significación que se pronuncie el presidente Fox en el escenario de una visita oficial internacional. Ahí se ve el trabajo de Relaciones Exteriores, espacio activo para el impulso de una línea antizapatista y poco sensible a la cuestión indígena. Bien harán en reflexionar seriamente sus declaraciones los otros funcionarios federales que suelen generar la expectativa de abrir una estrategia diferente. Evidentemente no tiene sustento el reiterado argumento sobre el respeto a la división de poderes para justificar la falta de compromiso con la iniciativa de la Cocopa.
Tal apego formalista se expresa en unos casos y no en otros. Con una vara se mide la reforma fiscal y con otra la cuestión indígena y la de la paz. Cuando se hace promoción por la primera se llama concertación, como será el caso de la reunión próxima con gobernadores. Y cuando se pide una posición definida a favor de la reforma indígena se alerta sobre el peligro de invadir el Poder Legislativo y de no respetar las instituciones. ƑPor qué no externó el presidente Fox la mínima preocupación por los resultados del trabajo legislativo que afectaron la iniciativa de Cocopa que él presentó como suya?, Ƒno le preocupó invadir el espacio del Poder Judicial al "dictaminar" sobre una legalidad que está en cuestión y pendiente de resolución? A estas alturas es más que evidente su falta de convicción en esta materia, porque suponemos que está enterado del rechazo a dicha contrarreforma tanto por medios políticos (el EZLN, el Congreso Nacional Indígena, amplios sectores de la sociedad civil) como formales (nueve entidades significativas lo hicieron, como es el caso de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Hidalgo, entre otras); también conocerá que expresiones de su gobierno se han inconformado (Xóchitl Gálvez, el director del Insitituto Nacional Indigenista), pero sobre todo debería saber que parte de los fundamentos de las controversias constitucionales en curso tienen que ver con la muy fuerte posibilidad de que el recuento de aprobación por parte de las legislaturas locales tenga vicios importantes en cuanto al número de votos necesarios para tales decisiones. Sus colaboradores le habrán informado que este proceso carece de legitimidad y que su legalidad está sujeta a dictamen por parte de la Corte como corresponde, pues la ausencia de reglamentación al 135 constitucional y su texto mismo dan lugar a diversos vacíos y contradicciones.
Las declaraciones presidenciales tendrán sin duda efecto político en el ánimo de la Corte que trata de dar sus primeros pasos autónomos y ha sido muy ajena a la cuestión indígena, pero ante todo anuncian una nueva fase del albazo. La controversia de Molcaxac solicitó que la Corte decretara la suspensión del proceso de cómputo de votos de las legislaturas locales y ante esa disyuntiva y el incremento del rechazo político a su dictamen, la Comisión Permanente, con sus auténticos líderes Manuel Bartlett y Diego Fernández de Cevallos, apresuró la declaración de aprobación sin mediar análisis rigurosos ni tener a la vista todos los dictámenes. Ahora el presidente Fox lo hará con la promulgación de la contrarreforma para adelantarse a la Corte, que está emplazada a decidir si pide al Presidente que no lo haga.
Como vemos, la clase política hegemónica no se ve dispuesta a construir el camino para la paz. Pronto, demasiado pronto, se reditó el escenario zedillista. La continuidad que estamos viviendo no es sólo en materia económica y difícilmente transita hacia una democracia que empiece por respetar las voces de los pueblos que dan sentido a la naturaleza pluricultural de la nación.