JUEVES Ť 2 Ť AGOSTO Ť 2001
Orlando Delgado
Afloja la restricción monetaria
La información económica publicada confirma que la desaceleración de la economía mexicana es mayor que la prevista: el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de mayo fue negativo en 0.4 por ciento; la balanza comercial cerró el primer semestre con un déficit de 354 millones de dólares, inferior al esperado. Estos dos datos anticipan que la producción industrial tendrá una caída significativa que, a su vez, impactará la actividad económica; a ello se agrega que el resultado observado para la economía estadunidense en el segundo trimestre de apenas 0.7 por ciento resultó menor al esperado, lo que hace pensar que la recuperación difícilmente se dará en este año.
A partir de estas consideraciones, el Banco de México ha reducido su expectativa de crecimiento a un resultado menor a 2 por ciento, lo cual corrige nuevamente el señalamiento gubernamental de un 2.5 por ciento. Al mismo tiempo, la deflación de la primera quincena de julio (-0.36 por ciento) permite esperar un crecimiento de precios este año de entre 5.5 y 6 por ciento, cuando la meta planteada fue de 6.5. De esta forma, cada mes vemos que se reduce el crecimiento esperado para la economía como el aumento de los precios; no es casual, por el contrario, los precios y la actividad económica están claramente relacionados, ya que el banco central ha mantenido una política monetaria restrictiva: a través del corto ha retirado dinero de la circulación provocando que las tasas de interés se mantengan elevadas en términos reales para que los precios se ajusten a la meta.
Ciertamente, las tasas de interés se han reducido en términos nominales, acompañando la reducción del ritmo de crecimiento de precios, pero no debe olvidarse que las tasas pasivas, las que se pagan a los ahorradores, tienen fundamentalmente dos componentes: la propia inflación y lo que los propietarios del dinero piensan que vale, esto es, el costo del dinero. Este último componente es la parte real de los intereses, que se expresa como proporción de la otra parte; así medida, la tasa pasiva resulta similar a la que existía en 1996 y 1999, lo que ratifica que el precio del dinero es aún alto.
Otra forma de comprobar esto es comparar las tasas líderes del mercado mexicano con sus similares en Estados Unidos: los Cetes en operaciones de reporto a un día se cotizan a 8.70 por ciento y la última emisión a 28 días fue de 9.40; en tanto la tasa de descuento estadunidense es de 3.75; si a ambas se les resta la inflación anualizada tenemos que la tasa real mexicana es de 2.7 puntos porcentuales, mientras la estadunidense es menor a medio punto. En consecuencia, nuestras tasas pasivas son altas y más aún las activas, las que se cobran a los usuarios de crédito, que pueden llegar a ser de 15-18 puntos porcentuales, lo que es un obstáculo para la demanda de crédito.
Igualmente, la restricción monetaria ha sido importante para que el tipo de cambio se fortaleciera a niveles inesperados con una apreciación de alrededor de 5 por ciento, lo que combinado con el "crecimiento recesivo" estadunidense ha impactado desfavorablemente las exportaciones, con los consecuentes impactos sobre la actividad económica. De este modo, la restricción monetaria aplicada por el Banco de México, pese a que en mayo se redujo en 50 millones y se ha reducido ahora otros 50 millones, ha sido un factor importante en el comportamiento de la economía mexicana, misma que alcanzará un crecimiento económico de alrededor de la tercera parte de lo que se había propuesto.
Es evidente que lo que ocurre a una economía con frecuencia se aleja de lo esperado, ya que se presentan situaciones imprevistas o ciertas variables tuvieron un desempeño desastroso por alguna razón. Ello, sin embargo, se da en el curso de un año y la política precisamente debe buscar corregir, en lo posible, esas situaciones inesperadas; se trata de actuar para suavizar la tendencia recesiva, con reducciones de la tasa de interés, es decir, con una política monetaria expansiva. Por supuesto, en ocasiones los acontecimientos se precipitan con rapidez y la respuesta no resulta oportuna; pero cuando se sabe lo que está pasando, se mantiene la restricción monetaria y además se dice que la recuperación del año próximo dependerá de que se realice la reforma fiscal y la eléctrica. Es claro que el banco central está actuando para lograr que la inflación sea de 3 por ciento anual, no importa que cuando se alcance la recesión sea peor que la estadunidense.