jueves Ť 2 Ť agosto Ť 2001

Octavio Rodríguez Araujo

Tabasco en la disyuntiva

ƑPor qué en cuanto Fox habló de pactos con las fuerzas políticas (el 2 de julio de este año) el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador fue el primero en reunirse con el Presidente y el secretario de Gobernación (3 de julio)? ƑEs válido pensar que en esa reunión el jefe de Gobierno del Distrito Federal le ratificara a Fox su interés por promover la tregua que había planteado quince días antes? Si no fuera el caso, Ƒpor qué habría de ser tan enfático al declarar después de su reunión con el jefe del Ejecutivo que "también tocamos otros temas..., todos asuntos relacionados con la ciudad"? Era obvio que entre las preguntas de los reporteros afuera de Los Pinos estaba el tema Tabasco y que López Obrador no diría nada al respecto.

Es posible pensar que la rápida respuesta de López Obrador y su tregua planteada dos semanas antes tuvieran relación con las elecciones extraordinarias a celebrarse en Tabasco el próximo domingo. No es creíble que la tregua propuesta por el tabasqueño tuviera como único objetivo el acuerdo con Fox para rescatar el Centro Histórico de la ciudad de México. Algo más tenía que estar en la agenda de estos dos gobiernos de diferente signo, pero gobiernos al fin.

Quizá en esa reunión López Obrador percibió algunas señales de que el Ejecutivo federal no se inmiscuiría en los próximos comicios tabasqueños, aunque el PAN (muy débil en ese estado) hubiera decidido con anterioridad rechazar la alianza con el PRD. En esa reunión no sería significativa la presencia lógica del secretario de Gobernación, salvo por una circunstancia: Santiago Creel junto con José Agustín Ortiz Pinchetti, actual secretario de Gobierno del Distrito Federal, fueron los dos consejeros del Instituto Federal Electoral que en la elección de gobernador de Tabasco (1994) insistieron en los fraudes habidos y en la ilegalidad del triunfo de Roberto Madrazo Pintado.

Varios columnistas políticos han sugerido que al gobierno de Vicente Fox le conviene una alianza con los priístas tabasqueños, en concreto con Madrazo Pintado y sus nexos con no pocos dinosaurios de ese partido, algunos muy ricos e influyentes. Yo no estaría muy seguro. Cualquiera que haya seguido las noticias a partir de la noche en que se supo que Labastida había perdido la elección presidencial, sabe que de inmediato Madrazo se apuntó para dirigir el PRI y que su insistencia condujo muy pronto a una serie de rupturas y desencuentros internos que han impedido el restablecimiento, al menos, de este partido.

Si a Fox le interesa que el PRI se siga deteriorando -pues será su principal contendiente en las próximas elecciones federales (las intermedias y la grande)-, Ƒpor qué habría de representarle ventaja que Madrazo quedara fortalecido? No sería sólo Madrazo, sería también un sector del priísmo que con el llamado "sindicato de gobernadores" pensaba que podía ganar para uno de ellos la silla presidencial. Al contrario, si pierde Madrazo, perdón, Andrade Díaz, perderá, como bien ha señalado Aziz Nasssif en estas páginas, "el último y más articulado eslabón del autoritarismo priísta". Y esto, obviamente, le conviene a Fox; y más si estos priístas (en el discurso y sólo en el discurso) dicen querer salvar a México de las políticas neoliberales y restaurar el nacionalismo revolucionario del verdadero PRI traicionado por los anteriores gobiernos tecnocráticos que ellos, olvidadizos que son, apoyaron en su momento incluso con la "caída del sistema".

No nos engañemos, los pactos políticos que quiere hacer Fox son con las cúpulas partidarias, no con fracciones de los partidos. La dirección del PRI, según toda evidencia, es transitoria, mientras las aguas vuelven a su cauce, pero es la dirección actual y hasta ahora de compromiso. Y los priístas quieren esta estabilidad, para con ésta elegir una nueva dirección que de verdad pueda unir a sus militantes y restructurar su partido. Este proceso, si Madrazo saliera fortalecido, se vería nuevamente interrumpido y la lucha de facciones agitaría de nuevo las aguas del tricolor. Aparentemente a Fox le convendría, pero no pasemos por alto que su intención al proponer pactos es para evitar una espiral de ingobernabilidad, es decir, ganar legitimidad y consenso entre las fuerzas políticas, en una lógica de institucionalidad y de intercambios razonables para las partes, y no con elementos que se han caracterizado por su desprecio a las instituciones, a la legalidad y a los compromisos libres de corruptelas.