Ť El 21 de julio, El piloto del ritmo actuó en el malecón
Antes de morir, Víctor Lay cumplió su sueño: cantar en Veracruz
ERNESTO MARQUEZ ESPECIAL
Llegó vestido de gris, nítido, impecable, como era su costumbre. Los integrantes de la orquesta Son de Luna de manera informal, pero con los instrumentos al tiro. A las 10:45 de la noche hizo su entrada entonando la clásica de Eliseo Grenet: Drume negrita. Era su primera presentación en el puerto de Veracruz después de 30 años de ausencia. El recibimiento fue espectacular; más de 10 mil seguidores del género, cantaron y bailaron ininterrumpidamente durante la hora y media de su presentación.
Don Víctor Lay Zerquera, mejor conocido como El piloto del ritmo, lucía feliz ese 21 de julio cuando realizara su última actuación pública, porque gracias a la invitación que le había hecho la directora del Instituto Veracruzano de Cultura, Leticia Perlasca, para participar en el Festival Internacional Afrocaribeño se había reencontrado con su segunda patria.
"Es como estar en casa", nos había dicho el buen viejo mientras desayunaba café con pan y sopezaba su fortuna. "Después de cantar en el zócalo capitalino y visitar Cuba sólo me faltaba Veracruz para morir en paz".
Monica Luna, su amiga y promotora y quien le acompañaba en la cita postergada, puesto que además viene preparando un documental cinematrográfico acerca de su vida y obra, le seguía atenta y cariñosa en la charla sin saber lo premonitorio de sus palabras.
Don Víctor hilvanaba con buena memoria nombres de personajes y lugares que frecuentaba cuando vivía en el puerto.
Durante su estadía visitó antiguas moradas, caminó por calles y callejones y por doquier era reconocido. En el parque Zamora un grupo de músicos le descubrió y de inmediato empezaron a cantar juntos viejas canciones que, según ellos, interpretaban cuando Lay era más joven.
La dicha de don Víctor era inmensa. A todo mundo invitaba a su presentación en el malecón porteño.
La enfermedad cancerígena que le provocó el deceso ya estaba avanzada, nadie lo sabía, y el viejo jamás se quejó de dolor alguno. Cuando regresaron de Orizaba, primer punto de su periplo veracruzano, manifestó cierto cansancio por lo que se le recomendó reposar. El médico que le visitó checó su presión y aún cuando le dijo que la tenía baja él ni se inmutó. "¡¿Cómo le voy a fallar al pueblo de Veracruz?!" dijo mientras se preparaba para su actuación. A poco tiempo ya se encontraba al pié del escenario listo para entrar en acción. La gente le quería ver y escuchar en su voz la más famosas de sus composiciones: Cienfuegos tiene ya su guanguancó.
"Hoy siento gran emoción, voy a cantarle a mi tierra, a esa famosa región, llamada perla sureña..." que le recrearan Miguelito Cuní, Ibrahim Ferrer y los del Buena Vista Social Club, entre otros muchos.
Esa noche, tras descargar con Francisco Fellove y Juana Bacallao, don Víctor se fue a rumbear al Rincón de la Trova. Allí bailó y cantó con los del Son del Son. El hombre lucía entero. Lay era de esa estirpe de fortaleza de ceiba y corazón inmenso. ''¡Yo no me rajo y menos en Veracruz!", decía con una cerveza en la mano.
¡Conmigo todavía hay pa'rato!
Originario de Cienfuegos, Cuba, Víctor Lay Zerquera tenía al morir 78 años de edad. El llegó a nuestro país en 1957 como técnico tabacalero. Radicó en Mérida, lo intentó en Tabasco y se aclimató en Veracruz, en donde contrajo matrimonio.
En San Andres de los Tuxtlas organizó una cooperativa tabacalera y en el puerto jarocho formó por lo menos cuatro agrupaciones musicales en las que desarrolló su talento artístico.
En 1962 arribó a la ciudad de México donde integró el conjunto Los Marcianos con quienes trabajó en el cabaret Run-Run.
En 1970 regresó a Veracruz para interpretar danzones y otros géneros de la música cubana, acompañado por la Orquesta Típica La Soriana en las transmisiones diarias de la XEU.
En 1973 viajó a España para cobrar los derechos de autor por su canción Qué cosa es el amor, grabada por el tenor cubano Fernando Albuerene. En Madrid permaneció seis meses trabajando en el bar Polinesio. Un año después se trasladó a Bremen, Alemania, para hacer televisión invitado por un compañía cervecera.
Dado que nunca dejó de lado su profesión como técnico industrial tabacalero, aceptó el empleo que le ofrece la fábrica de puros All Havana Cigars por lo que se trasladó a Nueva York, lo que aprovechó para exponer en aquellos lares su particular estilo de interpretar la música afrocubana.
En una entrevista concedidada al periodista Roberto Ponce El piloto del ritmo comentaba "Estoy en excelente salud, me desvelo todos los días y de vez en cuando pue'... uso alguna Viagra por ahí ¡Conmigo todavía hay pa'rato!"
Y concluía diciendo: ''Si yo no me rajo ante la vida, mucho menos ante la muerte".