MIERCOLES Ť 1Ɔ Ť AGOSTO Ť 2001
Ť Por medio de tres historias se relata "un cuento de hadas urbano"
Viaje ácido, más que cinta, es una crítica social del realizador Paul McGuigan
JUAN JOSE OLIVARES
La película Viaje ácido -que se estrena el próximo 17 de agosto- es más que eso. Es parte de una crítica social del realizador Paul McGuigan reflejada primero en un libro de cuentos y posteriormente en una cinta surreal formateada como tríptico cuya adaptación corrió a cargo del mismo autor de los relatos: Irvine Welsh (quien también escribió Trainsppoting).
El director Paul McGuigan colorea en tres historias (The Granton Star cause, A soft touch y The acid house) una combinación de un oscuro sentido del humor con corrosivo drama que divaga, en el sentido más conceptual de la palabra, por los corazones y espíritus de la generación escocesa adicta a los químicos, a la irreverencia y a uno de los alimentos sociales de este pueblo británico: el futbol.
McGuigan interpreta de forma clara la prosa de Irvine Welsh al relacionar la vida cotidiana de gente de clase baja y media con el transcurrir imaginativo de un viaje con LSD.
Tres son las historias de este filme rodado desde 1999, que, podría decirse, continúa con la zaga de reflexiones sociales en el celuloide sobre la actual sociedad de Escocia. The Granton Star cause es la primera parte de la trilogía. Es una alucinante comedia negra en la que la venganza, la religión y el balompié son los detonantes de un recorrido sicológico. Un joven con una "vida cómoda": trabajo -mediocre pero seguro-, una novia y un puesto en el equipo de futbol local. Aunque un día descubre que vivir de este modo puede tener fin y que encontrarse con Dios puediera ser una experiencia no tan grata.
A soft touch, la segunda, es una narración de amor y traición y de cómo algunos individuos han perdido su identidad al grado de ser entes manipulables. The acid house, la última parte, reflexiona acerca del matrimonio y del abuso de las drogas. Un joven apasionado por el futbol, pero sobre todo por el uso de ácidos lisérgicos, vive una transmutación totalmente inverosimil, pero que lleva paralelismos con la forma de pensar de la juventud del ácido.
Paul McGuigan, quien luego de una exitosa carrera como fotógrafo rodó tres partes de la serie documental Walk on the wild side (sobre la juventud británica marginada) y que recientemente terminó de filmar Gangster N. 1, comenta que el hecho de filmar en las zonas más marginadas de Edimburgo y Glasgow pudo haber sido un problema, pero que la gente del lugar "admitió que estos problemas eran existentes, y la honestidad y autenticidad de la prosa de Irvine Welsh fueron una ventaja cuando se enteraron que estábamos filmando su obra".
Ahonda el director: "La cinta es un cuento de hadas urbano. No obstante, algunos de éstos pueden ser terribles, otros pueden ser divertidos y algunos extraños. Tuvimos la opción de hacer un filme tan realista y dura como hubiéramos querido, o suavizarla y hacerla más comercial. Pero decidimos hacerla tal como se había escrito, y como los relatos fueron escritos antes que nadie hubiera oído hablar de Welsh, tanto los relatos como la cinta son muy auténticos".
McGuigan se basa en un estupendo elenco joven, pero sobre todo en una gran banda sonora con toda la impudicia acústica que pudo encontrar. Primal Scream, Nick Cave, Bentley Rhythm Ace, Belle y Sebastian, Oasis, The Verve, Death in Las Vegas y The Chemical Brothers, entre otros, otorgan el ingrediente de soporte a la producción.