Lunes en la Ciencia, 30 de julio del 2001
Antonio Velázquez Arellano Genética, llave para las enfermedades humanas Encontrar el camino no fue fácil. "Di muchos palos de ciego", repite un hombre en cuyos labios esta frase podría sonar inverosímil, pero es sólo el recorrido sobre sí mismo, sobre su historia. Antonio Velázquez Arellano (México, DF. 1939) es uno de los investigadores más distinguidos en el ámbito nacional e internacional en el área de la genética y la salud. Con una trayectoria de más de 30 años de trabajo, Velázquez Arellano inició su formación como médico cirujano de la Facultad de Medicina de la UNAM para posteriormente cursar una maestría y doctorado en genética humana, en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos. Al regresar, la primera incursión de Antonio Velázquez fue hacia el estudio de malformaciones genéticas debido a la contaminación ambiental, tema que en la década de los 70 "ya se empezaba a incluir en la demagogia gubernamental". A pesar de que este trabajo aún perdura en lo que fue su equipo de compañeros, el investigador dedicó sólo un par de años a está investigación para volver a su búsqueda. Por supuesto, previo a llegar a uno de los trabajos que le han valido mayor renombre -un tamiz neonatal que detecta males metabólicos antes de que estos puedan ocasionar daños tan graves como el retraso mental y la muerte- el investigador, antes de pensar en serlo, consideró estudiar derecho para dedicarse a ser escritor, tal y como se lo recomendó un amigo suyo de juventud. Ese compañero, que quizá veía desde entonces en Velázquez un talento prometedor, resultó ser Carlos Fuentes. Sin embargo, a cambio de un hombre de letras, las circunstancias le dieron al país, tras una primera etapa de encuentros y desencuentros, a un estudioso de uno de los problemas más sensibles que aún sufre México y países en desarrollo: la desnutrición en niños. "De repente a los investigadores nos pasa, como cuando se maneja un auto. Nos damos cuenta que nos metimos en una calle cerrada y que la única forma de salir es andar para atrás". Antonio Velázquez encontró así, en la acción de los genes y de los nutrimentos sobre el metabolismo infantil, la manera de incidir en la salud humana. Y aunque las enfermedades metabólicas hereditarias no se presentan con una gran incidencia en el país, el nuestro las sufre con mayor frecuencia que otros. Este es el caso del hipotiroidismo congénito, que aparece en uno de cada 2 mil niños neonatos, y que de no ser detectado en los primeros días de nacimiento puede ocasionar daños muy graves como el retraso mental. En este contexto, Antonio Velázquez y su equipo trabajaron en una prueba que permitiera detectar este padecimiento, obteniendo un tamiz que hoy se aplica a todos los recién nacidos en las instituciones públicas de salud del país. Dicha aportación le valió a Antonio Velázquez el premio internacional Reina Sofía en España, el cual se acumula a una importante lista de distinciones recibidas por el investigador. El genetista también cuenta entre su trabajo con investigaciones sobre otras enfermedades metabólicas como la fenilcetonuria y glucogenesis, además de su incursión en el estudio de una vitamina (la biotina), que incide fundamentalmente en los procesos de desnutrición infantil.
"Nuestras investigaciones sobre biotina fueron primero aplicadas en la desnutrición infantil y después sobre cómo esta vitamina, además de su función como tal, también tiene un papel importante en la 'expresión genética' normal. En otras palabras, descubrimos que una vitamina no sólo actúa en la nutrición sino que también puede participar en la activación y desactivación de ciertos genes, lo Asimismo, como parte de su trabajo, Velázquez ha sido pilar en la conformación de centros indispensables para promover la investigación como la Red Latinoamericana de Enfermedades Metabólicas, la Unidad de Genética de la Nutrición -que actualmente coordina-, y que funciona conjuntamente con el Instituto Nacional de Pediatría y lo que próximamente será en Centro de Medicina Genómica de México. Antonio Velázquez insiste una y otra vez en traer a su memoria los agradecimientos a aquellos que hicieron posible su trabajo (Guillermo Soberón, Jaime Mora y Martuchelli, entre los principales). Su lista de amigos entrañables parece ser muy larga, no deja de mencionarlos, como queriendo compartir el mérito, que hoy la comunidad internacional y mexicana le reconoce. (Mirna Servín) (Fotos: Carlos Ramos Mamahua) |