LUNES Ť 30 Ť JULIO Ť 2001
La historia como vocación
El pasado, lo conozcamos o no, nos constituye de manera inevitable, afirma la investigadora Josefina Muriel
KARINA AVILES
Desde hace más de 50 años se mudó a la casa que actualmente habita y de la que no piensa "sacar sus cosas" mientras sus manos puedan seguir escribiendo y sus ojos sigan escudriñando los archivos y los libros. Josefina Muriel, historiadora, investigadora emérita y autora de una vasta obra cuyos temas característicos abordan la vida conventual novohispana, habla de lo que ha escrito, escuchado y vivido en la Universidad Nacional.
En mayo pasado recibió la Medalla al Mérito Universitario 2001 por medio siglo de docencia en la UNAM. Los momentos difíciles de la universidad, los cambios, los rectores, la investigación, las tristezas y las satisfacciones son temas de la charla.
Un difícil y largo camino
La primera oposición que enfrentó en el camino universitario fue la de sus padres. Estaban por finalizar los años treinta y no era muy común que una joven se inscribiera en la universidad. Además, "a mis papás no les gustaba mucho la idea de que fuera a estudiar con muchachos". De cualquier forma, se impuso su poder de convencimiento y en poco tiempo ya estaba en la ventanilla de inscripción de la Facultad de Filosofía y Letras.
Mientras hacía fila, resolvió la duda: "ƑLetras o historia?" La primera opción resultaba muy atractiva porque siempre le había gustado la escritura. Ya de niña escribió cuentos y hasta una novela de aventuras. La segunda llenaba otro de sus deseos: "Conocer bien lo que es México". Así que optó por la carrera de historia, porque "me podía dedicar a la investigación y a escribir, que es lo que he hecho desde entonces".
En aquella época el país "estaba igual que ahora", dice. Había crisis y muchas luchas. A ella le ha tocado vivir varias, pero hay una en especial que se ha quedado grabada en su memoria. Apenas tenía unos meses de haber ingresado a la universidad, los "días estaban como siempre, muy fuertes", recuerda. Los estudiantes se dieron cita en el anfiteatro Simón Bolívar, en San Ildefonso, para resolver el "lío" de las representaciones de cada escuela.
"Yo iba muy tranquila con ocho compañeros y de pronto uno pone su mano sobre mi cabeza y me tira al suelo. šEmpezó la balacera! Sin duda, otro de los momentos "tremendos" fue el 68 y la lucha que dio el ex rector Javier Barros Sierra por defender la universidad y su autonomía, señala.
Josefina Muriel cuenta que se encontró con una institución en la que ya había autonomía y libertad de cátedra. Esos principios se reflejaban en la diversidad de los maestros y gracias a ellos los alumnos "nos creamos con una mente abierta". Lo mismo estudió tomismo con Osvaldo Robles que filosofía de la historia con Antonio Caso. También fueron sus maestros Federico Gómez y Orozco y Rafael García Granados.
Y fue precisamente por invitación de García Granados como Josefina Muriel más tarde ingresa al Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM, en donde hasta la fecha, con la misma fuerza y pasión, continúa con su quehacer. Aquí abre un paréntesis para explicar la tarea del historiador: "Dar a conocer a una nación lo que es, por qué vale, cuáles son sus valores, por qué valemos cada uno de nosotros".
Por ello, subraya que es importante conocer que los indígenas son la base de este país. "Es importantísimo saber lo que hay de uno y de otro en nosotros. El pasado, lo conozcamos o no, nos constituye de manera ineludible". Entonces, afirma que no se puede amar a México si no se conoce su historia y el político que la ignore no puede beneficiar a la nación por la sencilla razón de que la desconoce.
Retoma su labor en el Instituto de Investigaciones Históricas: narra que una obra clave en su desarrollo fue Conventos de monjas en la Nueva España, libro que echó abajo la idea que se tenía de las mujeres de la época en el sentido de que eran unas ignorantes y recuperó la cultura y las aportaciones "extraordinarias" que realizaron. De ahí se abrió todo un camino no sólo para la investigadora, sino también para otros historiadores que han encontrado en la obra de Muriel una "base incitante para averiguar más". Libros como Cultura femenina novohispana han descubierto nuevos horizontes para tal propósito.
Los libros que integran su obra son muchos, al igual que los cambios en la UNAM. Josefina Muriel considera que una de las reformas más importantes en la máxima casa de estudios es la institucionalización de la investigación. Pero también subraya que en el contexto de la globalización que atañe a la cultura, la universidad debe estar muy consciente de "lo que ha hecho y se hace actualmente en otras instituciones de educación superior en países como Estados Unidos, Francia, Italia e Inglaterra, "para mejorarlas".
La investigadora no sólo se refiere a los cambios, sino también a los actores. A lo largo de su estancia en la universidad por lo menos ha visto pasar como estudiante y como académica a 26 rectores. De ellos dice que "unos lo harían mejor, otros peor y vemos que unos no lo hicieron tan bien porque provocaron una serie de protestas de estudiantes, de maestros, de todo". Sin embargo, destaca que "todos han apoyado la investigación".
Califica de "bárbaras" las acciones emprendidas en contra de algunos rectores, como la agresión de emplumar al ex rector Ignacio Chávez. Recuerda que cuando era estudiante no había "peleas agresivas como las que ahora se han dado". Por ello, considera que los muchachos que armaron "el jaleo" en el paro de 1999-2000 tienen que oírse, pero "no en medio del escándalo...
"Así no podemos oírnos en la universidad. Que se formen los grupos que quieran, que hagan toda la propaganda que quieran, que canten, salten, pero cuando vayan a tratar un asunto que lo hagan seriamente como universitarios y no como vándalos. Y todos los apoyaremos, yo seré la primera, siempre estoy con ellos, con mis estudiantes, a los que quiero tantísimo".
En este recorrido por su casa, la UNAM, Josefina Muriel expresa que no la dejará "mientras pueda servir, la cabeza funcione bien y la mano funcione bien para escribir. Los ojos también, porque en la investigación pasamos muchas horas leyendo libros, documentos".
Esta universidad no me ha dado más que voz, concluye Muriel: "Voz para decir y voz para cantar la suave patria".