DOMINGO Ť 29 Ť JULIO Ť 2001
Ť Lejano, cumplir propuesta de la ONU de considerar al ser humano eje de toda estrategia, dice
Pervirtieron países compromiso de desarrollo sustentable: Greenpeace
Ť Si no se combate la miseria poco se puede hacer por el cuidado de la ecología, advierte Semarnat
ANGELICA ENCISO L.
El desarrollo sustentable, compromiso fundamental de la Cumbre de la Tierra, realizada hace nueve años, se ha "pervertido". Aunque presente en las leyes, está lejos de ser realidad, y ha pasado a ser una etiqueta que utilizan las autoridades cuando quieren justificar una política o una acción ante la opinión pública.
México, además de tener los problemas ambientales comunes -cambio climático, desertificación y pérdida de la biodiversidad- en todas las naciones, también enfrenta gran rezago en infraestructura para el manejo de residuos tóxicos, en control de la deforestación y en manejo del agua, además del impacto negativo de los desarrollos turísticos que han participado en el deterioro de los recursos naturales, señala Raúl Benet, director de Greenpeace.
La tendencia, tanto en el país como en el mundo, ha sido el desarrollo industrial y turístico a costa de la depredación ambiental y la miseria. Está lejos de llegarse al concepto de la ONU de desarrollo sustentable como un "esquema de progreso que considera al ser humano eje de toda estrategia, en la cual el mejoramiento de la calidad de vida se da con eficiencia productiva y armónica con la preservación de los recursos".
En los discursos se hace referencia a este concepto, pero en la práctica no se aplica porque no se ve la sustentabilidad por ningún lado. "El término desarrollo sustentable se utiliza para definir cualquier forma de inversión que tenga un mínimo barniz de conservación ambiental. 99 por ciento de las inversiones se orientan en dirección no sustentable", sostiene Benet.
Además de que esa meta no se cumplió, los problemas ecológicos fundamentales que hace casi una década fueron centro del debate de 179 naciones, siguen presentes a nivel mundial: incremento del cambio climático y de la desertificación; falta de acuerdos sobre diversidad biológica; limitado control de desechos peligrosos y de sustancias que agotan la capa de ozono.
A todo esto se suman la creciente deforestación, la contaminación de los mantos acuíferos, la presencia de los transgénicos, la biopiratería y la obtención de patentes sobre bienes biológicos de los países, agrega Benet.
Este panorama se agrava con el hecho de que la pobreza se ha agudizado. "Si no atendemos la miseria, poco podremos hacer a favor del medio ambiente. Ahora, además, se debe incluir la cuestión indígena y la equidad", advierte Regina Barba, titular de la unidad coordinadora de Participación Social y Transparencia de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Pero lograr avances tanto en lo social como en lo ambiental no sólo es cuestión de voluntad. "Por mucho que tengamos una política armada y las ganas de trabajar, si no hay recursos no se podrá avanzar. La carencia de infraestructura para proteger el medio ambiente en el país es muy grande", señala.
Temas pendientes
La Agenda 21, que signaron las naciones asistentes a la Cumbre de la Tierra en 1992, establecía la necesidad de llegar al desarrollo sustentable. Aunque México no definió su estrategia nacional para llegar a esa meta, se sentaron las bases en 1995 con la creación de la Secretaría de Medio Ambiente, las reformas institucionales y el desarrollo de la regulación ambiental, indica el borrador del Informe nacional sobre los avances en el cumplimiento de la Cumbre de la Tierra, elaborado por la Semarnat.
A partir de ese momento se logró consolidar un núcleo sectorial ambiental centrado en el manejo de los sistemas y los recursos naturales. "Ahora el reto es trascender los esquemas regulatorios y los instrumentos de política hacia todos los sectores de la economía."
Sólo los escandinavos han logrado avances al respecto, y en México uno de los mayores logros ha sido incorporar la temática ambiental en las políticas gubernamentales. "Actualmente hay avances en criterios de sustentabilidad en los programas y proyectos de los sectores que más influyen en las condiciones y tendencias ambientales", indica el texto.
La nación fue una de las primeras en suscribir el convenio marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático y el Acuerdo para Eliminar el Uso de Contaminantes Orgánicos Persistentes; cumplió con el compromiso de hacer el estudio sobre biodiversidad. México tiene un doble discurso, porque por un lado firma convenios internacionales y asume compromisos, pero en lo interno hace muy poco, indica el director de Greenpeace.
Como ejemplo, Raúl Benet menciona que las secretarías de Energía y de Agricultura no impulsan fuentes de energía alternas ni desarrollan tecnologías limpias. "Se acaban de inaugurar seis nuevas termoeléctricas en la frontera norte para generar energía a Estados Unidos y además se violan regulaciones nacionales como el Ordenamiento Ecológico del Territorio, que prohíbe el establecimiento de industrias en Rosarito", señala.
Una dificultad más para llegar a la sustentabilidad es que "no se ha logrado penetrar en la colectividad la importancia de modificar las pautas de producción y consumo; hasta ahora sólo existen acciones aisladas", indica el documento de la Semarnat. Destaca que el ritmo de crecimiento de la población representa un desafío para abatir el rezago y suministrar servicios.
Otro obstáculo para el desarrollo sustentable es "la falta de educación y cultura ecológica, los altos costos en la aplicación de medidas de protección ambiental, la escasa difusión y capacitación, la presencia de sistemas de usos y costumbres que llevan a prácticas ambientalmente improcedentes, y la resistencia de productores a las innovaciones tecnológicas".
Menciona que a pesar de que ha existido disposición de los encargados del diseño de políticas públicas, porque reconocen que es necesario un adecuado desarrollo territorial, pues es fundamental en el bienestar económico y social de la población, existe todavía falta de voluntad o interés por los tomadores de decisiones, intereses políticos antagónicos, falta de coordinación institucional entre las dependencias, falta de una cultura ambiental y escaso o nulo reconocimiento de los aspectos ambientales por parte de la población.
Entre los avances que se han dado desde que en Río de Janeiro se llevó a cabo la Cumbre de la Tierra están que se ha dejado de impulsar el uso de la energía nuclear, se avanzó en la eliminación de contaminantes orgánicos persistentes -como el DDT- y hace unos días, 180 naciones, con excepción de Estados Unidos, ratificaron el Protocolo de Kioto para reducir emisiones de gases con efecto invernadero, agrega Benet.