SABADO Ť 28 Ť JULIO Ť 2001

Génova: brutalidad policiaca

Testimonio sobre la represión contra los activistas detenidos

MARCO PREVE REPORTERO DE LA REPUBBLICA

Genova. Un policía de servicio en la Sección Móvil de Bolzaneto, cuyo nombre y grado conoce La Repubblica pero que no revelamos por seguridad, cuenta la "noche chilena" del G-8. "Desgraciadamente todo es verdad (se refiere a las torturas). Es aún peor. Todavía tengo en la nariz el olor de esas horas, el de las heces de los arrestados a los que no se les permitía ir al baño. Pero esa noche comenzó una semana antes, cuando a Bolzaneto llegó un centenar de agentes del Grupo Operativo Móvil (GOM) de la policía penitenciaria."

Es el primero de uno de los muchos hechos desconocidos del dramático sábado del G-8. Nuestro interlocutor admite que "en la policía hay aún muchísimo fascismo, está la subcultura de tantos jóvenes fácilmente influenciables y de aquellos de nosotros que esa noche aplaudimos. Pero la masacre la hicieron los otros, los del GOM de la penitenciaria".

-ƑY el apaleo sistemático en la escuela?

-Esos fuimos nosotros. Hay quien dice que fue una represalia y otros que había llegado una orden precisa desde Roma: arrestar a cualquier costo. La acción estuvo a cargo de los colegas de la Sección Móvil de Roma, los celerini (grupo de choque, N. del T.) de la capital. Y dirigían las cumbres del SCO los líderes de los NOCS (otros grupos de choque de la policía política, N. del T.) y no la policía de Génova, que fue dejada de lado. Fue una locura. Tanto por las víctimas como por nuestra imagen o por el riesgo de un levantamiento popular. Esa noche, en el cuartel, algunos policías blasfemaban porque si la noticia de lo que estaba pasando hubiese llegado a oídos de los veinte mil que estaban yéndose en la estación de Brignole, existía el riesgo de una insurrección.

"La transformación del cuartel de Bolzaneto en un lager comenzó el lunes con la llegada del GOM, grupo especial creado en 1997 y dirigido por un ex general del Sisde (Servicio de Inteligencia del Estado, N. del T.) que ya había protagonizado una durísima represión en la cárcel de Opera. Apenas llegaron -con sus uniformes miméticos grisverde, el chaleco negro sin mangas lleno de bolsillos, el cinturón negro al cual enganchan la pístola y en la cintura las esposas, el bastón y un radiotransmisor fijado en el hombro- se instalaron en la parte del cuartel que unas semanas antes de la cumbre había sido convertida en cárcel para los arrestados durante el acto, con una enfermería anexa.

"El gimnasio fue transformado en centro de identificación y recepción. A todos los manifestantes arrestados los llevaban allí, les exigían sus documentos y les tomaban las impresiones digitales. A la izquierda del gimnasio, junto a la cancha de tenis, hay un edificio que fue remdf22062structurado para la cumbre y transformado en una cárcel. En su ingreso hay dos salones abiertos que funcionan como antecámara. Allí, en la noche del sábado y hasta bien avanzada la mañana del domingo, estuvo el subjefe de la Digos (dirección de la policía política, N. del T.) genovesa con algunos de sus hombres y algunos carabineros.

"Lo que sucedió en la escuela Díaz y siguió aquí en Bolzaneto fue una suspensión de los derechos, una anulación de la Constitución. Traté de hablar al respecto con algunos colegas y me respondieron que no debíamos tener miedo porque estábamos cubiertos.

"Esa noche la puerta de entrada se abría continuamente -cuenta el policía- y de los furgones bajaban muchachos que recibían toda clase de golpes. Los tuvieron de pie contra las paredes, les golpeaban la cabeza contra éstas. A alguno lo orinaron y les daban golpes si no cantaban Faccetta nera (el himno fascista). Una chica vomitaba sangre y los jefes del GOM la miraban sin hacer nada. A las muchachas las amenazaban con violarlas con sus garrotes... en fin, es inútil que te cuente lo que ya sabes."

-ƑY ustedes?

-De los nuestros no había muchos. La mayoría estaba todavía en Génova cuidando la zona roja. De todos modos hay quien aprobaba eso y otros que, en cambio, intervinieron, como un inspector que interrumpió un apaleamiento diciendo: "ustedes no están en su casa". Y también hubo quien, como yo, hizo quizás poco y ahora se avergüenza.

-ƑY si no hubiesen estado los GOM?

-No creo que habría sucedido esa masacre. Nuestro comandante es un duro pero de esos a la antigua, que tienen el culto del honor y saben educar a los hombres. Nosotros lo llamamos Rommel.

-ƑQué pasó con los policías democráticos?

-Todavía somos muchos -responde-, pero hoy tenemos miedo y vergüenza.

 

Traducido de La Repubblica, de Roma, por Guillermo Almeyra.