SABADO Ť 28 Ť JULIO Ť 2001
Ť Carlos Marichal
Génova y las mentiras sobre la deuda
En la reciente reunión del G-8 celebrada en Génova, los presidentes de las principales potencias económicas mundiales de nuevo han tratado de vender la idea de que ellos tienen un auténtico interés en ayudar a los países más pobres de la tierra, reduciendo sus deudas. Pero la credibilidad de los jefes de Estado ya está algo más que menguada tras similares anuncios que vienen haciendo desde el año de 1996, los cuales no se han cumplido.
En 1996, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el G-7 lanzaron una iniciativa para ayudar a las naciones pobres más endeudadas del planeta. El objetivo de este proyecto no era ni caridad ni generosidad, sino simplemente una fórmula para evitar moratorias y asegurar el servicio de las deudas. Se prometió entonces reducir el 80 por ciento de la deuda de cuarenta países. Tres años más tarde en una reunión celebrada en Alemania anunciaron que la reducción alcanzaría 90 por ciento de estas deudas. Esta nueva propuesta fue consecuencia en buena parte de la campaña internacional conocida como Jubileo 2000.
Sin embargo, la campaña de Jubileo 2000 fue un fracaso rotundo, a pesar del apoyo aparente pero no consistente de la Iglesia católica. Si se revisan las cifras publicadas por el FMI de las deudas de los países más pobres, se observa que su deuda ha aumentado de 158 mil millones de dólares en 1990 a 205 mil millones en 1996 y a más de 215 mil millones en 2001. Es más, en este tiempo, los países más pobres de Africa, América Latina y Asia han pagado más en servicio financiero de lo que han recibido en nuevos préstamos. ƑQuién está siendo generoso con quién? Esta es la pregunta que plantea Eric Toussaint, director del comité internacional por la anulación de la deuda externa en el Tercer Mundo.Ť
Por otra parte, hay que contrastar las declaraciones rimbombantes de los políticos y de los organismos multilaterales con lo que realmente están dispuestos a desembolsar. En primer término, ni el Banco Mundial ni el FMI ofrecen cancelar deudas sino que van a usar el servicio de las mismas para acumular una serie de fondos de reserva con los cuales dichas instituciones recuperarán su capital. Por otra parte, los banqueros privados tampoco tienen la intención de desembolsar grandes sumas. Debe tenerse en cuenta que ya hace tiempo, las deudas de los países más pobres estaban descontadas como pérdidas seguras por los banqueros internacionales. Ahora, simplemente quieren encontrar una fórmula contable (pero provechosa) para limpiar sus libros. Lo harán gastando sumas pequeñas para recomprar la deuda en los mercados a precios de subasta.
Estas supuestas concesiones no modificarán la insistencia de que las deudas de los demás países del Tercer Mundo son sagradas, por lo que nadie debe hacerse ilusiones de los sacrificios financieros que se seguirán exigiendo a naciones como México, que supuestamente ya han salido del atraso y la pobreza. En lo indispensable del pago concuerdan los altos funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y del Banco de México quienes, hace apenas una semana, han anunciado que estarían interesados en utilizar las reservas del país en la liquidación de la mitad de la deuda externa. Estas son, nuevamente, mentiras, ya que a los bancos internacionales no les interesa que se liquiden los capitales sino en seguir cobrando el servicio de la deuda durante un buen número de años en el futuro. Y, ciertamente, parece improbable que el Banco de México vaya a contrariar los intereses del Citibank, del banco Chase Morgan, del Deutsche Bank, del Banco Bilbao Vizcaya o del Banco Santander, todos los cuales disfrutan de estos flujos, amén de participar a diario en lucrativos negocios con la deuda pública interna del gobierno.
En resumidas cuentas, tanto los gobiernos del G-8 como los directivos de la banca pública y privada internacional tienen como meta fundamental cobrar las deudas ya que no están dispuestos a que sufran pérdidas los países ricos: al contrario, las naciones pobres son las que deberán pagar los platos rotos. Por ello y con toda seguridad, tanto los presidentes, ministros de finanzas y banqueros del G-8 seguirán haciendo declaraciones amables después de la reunión de Génova, pero: Ƒquién les va a creer?
ŤComité internacional por la anulación de la deuda en el Tercer Mundo.