SABADO Ť 28 Ť JULIO Ť 2001

Misterioso fin de captores y ejecutores

J. Losada Rondon, conocido periodista venezolano, escribió hace poco un largo trabajo en el cual se cuenta el misterioso fin de muchos de los que participaron, de una forma u otra, en el violento fin de Ernesto Che Guevara.

Hace la siguiente enumeración. El general René Barrientos, bajo cuyo mandato fue capturado y muerto Guevara, pereció al estrellarse el helicóptero en el que viajaba, el 29 de abril de 1969. El general Juan José Torres, entonces jefe del Estado Mayor y luego presidente de la república, fue asesinado por terroristas en Buenos Aires. El general Zenteno Anaya, comandante de la zona militar donde ocurrió el deceso del Che, fue ultimado en París, donde se desempeñaba como embajador, en 1975. El mayor Gary Prado, que se quedó con el reloj del Che como recuerdo luego de su muerte, fue nombrado agregado militar en Brasil. Una tarde, alguien lo confundió con un alemán al que perseguían y le disparó un tiro por la espalda, que le atravesó la columna vertebral y lo dejó paralítico para siempre.

Vive confinado a una silla de ruedas. Roberto Quintanilla, alias Toto, jefe de inteligencia del ejército boliviano en esa época, fue muerto por la terrorista alemana Mónica Ertlen, mientras se desempeñaba como cónsul en Hamburgo. Andrés Selich, comandante de los rangers que capturaron al Che y uno de los últimos en hablar con él, fue asesinado siendo ministro del Interior del presidente Hugo Bánzer. El general Mario Terán, uno de los que decidió la ejecución, está loco desde hace muchos años y vive en un manicomio. Marcelo Ovando, hijo de otro de los generales que intervinieron, murió en un enigmático accidente de aviación, nunca aclarado. Boris, hijo del general Bánzer, se mató de un tiro al corazón que se le escapó mientras limpiaba una pistola que, según se cree, había pertenecido a Guevara. Un hijo del general Castillo se suicidó dándose un tiro en la sien. Se dice que la dramática serie aún no está completa.