VIERNES Ť 27 Ť JULIO Ť 2001
Ť Un millar de personas acudió cuando las campanas dieron la alerta
Fanatismo, causa del linchamiento, expresa el párroco de Magdalena Petlacalco
Ť Hubo quienes propusieron colgar al cautivo para "asegurarse" de su muerte
SUSANA GONZALEZ Y ANGEL BOLAÑOS
La golpiza duró casi dos horas en forma intermitente, y aunque el joven yacía amarrado al quiosco del pueblo de Santa Magdalena Petlacalco, ya inconsciente, la gente se negó a entregarlo para que lo atendieran los paramédicos o se lo llevara la policía.
"Es que no se vale, padre, si lo soltamos van a regresar a robar de nuevo", se justificaban ante Lorenzo Arroyo Vargas, sacerdote que oficia en los cuatro pueblos mayores de Tlalpan -en la zona del Ajusco- y cuyas exhortaciones fundadas en el Evangelio de nada sirvieron para mover a compasión por el cautivo, contra el que no cesaban los insultos e injurias.
Transcurrió una hora más para que la gente, ante la insistencia del clérigo, permitiera que un paramédico se acercara a revisar al presunto ladrón. "šCállense!", gritó por el altavoz el cura, luego de que el socorrista le susurró: "Padre, ya no hay nada que hacer".
"šEl muchacho ha muerto -continuó el sacerdote-, váyanse a sus casas y piensen en lo que han hecho!" La multitud calló y la mayoría comenzó a dispersarse. Pero hubo un grupo que, desconfiado, no se retiró hasta constatar las palabras del cura: "Vamos a ver si de veras ya se murió. ƑQué tal si quieren engañarnos para llevárselo? Mejor lo colgamos", se atrevieron a proponer algunos.
En este pueblo de piperos, campesinos y jardineros no era la primera vez que la fe católica se imponía a la razón para defender a su patrona, sus creencias y posesiones. "El año pasado, durante las festividades, vimos a tres sujetos merodeando por la iglesia y les dijimos: 'Mejor váyanse, porque los vemos medio sospechosos y pueden tener problemas'", recordó un ex mayordomo de la parroquia.
La memoria del pueblo guarda otra situación similar, ocurrida años atrás, cuando la gente descubrió en uno de los montes cercanos a un grupo de protestantes y los echó del pueblo. "Aquí todos somos católicos y ellos quién sabe qué estaban haciendo, se oían ruidos y cosas raras, entonces nos juntamos todos para decirles que se fueran".
Son "los usos y costumbres" de los pueblos de Tlalpan, reconoció Fernando Hernández Palacio, coordinador del Comité Técnico de Seguridad Pública de la delegación, al explicar que cuando alguien descubre a un ladrón las campanas convocan al pueblo "y terminan entregándolo a las autoridades, no sin algunas fricciones entre los mismos pobladores, pero ayer no. Ofendió el sentimiento religioso de la comunidad".
Pero más que por la fe, los acontecimientos fueron motivados por el fanatismo, sentenció el padre Arroyo.
Los hechos
Terminada la cuarta jornada de festejos en honor de Santa María Magdalena, patrona del pueblo, los mayordomos de la iglesia limpiaban el atrio, alrededor de las 19 horas, cuando descubrieron a tres fuereños que habían sacado de su nicho la imagen, engalanada con un vestido rosa plagado de prendedores y más de 10 collares pendiendo del cuello. "Todas de oro y perlas, ahí no se andan con baratijas, en ese pueblo son muy generosos", señaló el padre Lorenzo, quien vive en Santo Tomás Ajusco y sólo acude a Magdalena Petlacalco a oficiar misa domingos, días festivos y entre semana a petición de los feligreses.
Decenas de vecinos se concentraron en el atrio y lograron capturar a uno de los profanadores; otro hombre y presuntamente una mujer escaparon. Alguien hizo sonar de manera incesante las campanas de la iglesia, y acudieron alrededor de mil personas, casi una sexta parte de la población.
Varios hombres arrastraron hasta el quiosco al supuesto ladrón y con los brazos en cruz lo ataron al barandal, frente a las oficinas de la Subdelegación de Enlace Territorial y el Centro de Salud. Los puñetazos y las patadas cayeron sobre el cuerpo de quien confesó llamarse Carlos Pacheco Beltrán, ante José Apeaz Rojas, subdelegado de Enlace Territorial, quien pudo acercarse entre empujones y el enojo de la gente.
No era el mero escarmiento lo que buscaban los lugareños: la golpiza se prolongó hasta las 9 de la noche, en pos de otro objetivo: "šDinos quiénes son los otros! ƑCon quiénes venías?" La clemencia, si acaso, apareció únicamente cuando las mujeres pedían: "šYa dinos, si no te van a matar!" En medio de la penumbra, niños de diversas edades presenciaban el linchamiento en primera fila, como mudos testigos.
Un policía preventivo había dicho que el joven parecía estar vinculado a otros robos cometidos en los pueblos vecinos y el aventurado comentario acabó por prender la mecha, pues como nunca antes, aseguran los pobladores, hubo varios robos durante la fiesta patronal.
"Lo hubieran ahorcado o quemado"
Ayer, un día después del linchamiento, en una tranquila mañana, en Magdalena Petlacalco todavía se oían voces indignadas que, lejos del arrepentimiento, justificaban el hecho e incluso sugerían otro tipo de muerte para el presunto ladrón: "lo hubieran ahorcado o quemado".
Feligreses que no se sumaron a la ejecución acudieron desde temprano a la iglesia para verificar que la patrona del pueblo "estuviera bien". Pero al verla fuera de su nicho, sobre una mesa cercana a la puerta mientras alrededor del altar había flores regadas, un charco de agua y sillas tiradas en espera de los peritos de la Procuraduría capitalina, la condena salía de sus labios contra el presunto ladrón que a tanto se había atrevido. Las puertas de la pequeña parroquia se cerraron más tarde y fue cancelada una misa de difuntos prevista para las 2 de la tarde.
En tanto, como parte de la averiguación previa 23/2166/01-07 por homicidio iniciada en la Procuraduría General de Justicia del DF, se descubrió que además de las múltiples contusiones el cuerpo de Carlos Pacheco Beltrán presentaba "signos de asfixia", informó Pedro Estrada, coordinador de Servicios Periciales. Hasta ayer sólo el subdelegado de Enlace Territorial en Magdalena Petlacalco se había presentado a declarar en la agencia 23 del Ministerio Público, la cual envió la averiguación a la Fiscalía de Homicidios de la PGJDF.