VIERNES Ť 27 Ť JULIO Ť 2001

El fantasma del Che

La velada fue estrictamente literaria. Carlos Véjar Pérez-Rubio, director de la revista Archipiélago, presentaba en Casa Lamm Plaza Cuicuilco y otros cuentos. En la sala, amigos del autor y una docena de embajadores y agregados diplomáticos de América Latina acreditados en México.

Véjar Pérez-Rubio leyó sus magníficos relatos y, al cabo de la velada, invitó a los asistentes a un vino de honor. Entre ellos se encontraba Alberto Híjar, reconocido crítico de arte, quien tomó una copa de vino blanco y empezó a platicar con el reportero de La Jornada.

De súbito, un hombre en silla de ruedas se desplazó por el salón principal de Casa Lamm saludando a sus colegas del cuerpo diplomático.

El profesor Híjar no había alcanzado a alzar su copa cuando se quedó lívido.

-ƑEs él?, Ƒaquí?

-El mismo -precisó el reportero.

Híjar se abalanzó sobre el hombre y le arrojó el vino en la cara.

-šA la salud del Che, asesino!

Los asistentes enmudecieron. Los embajadores procedieron a retirarse sigilosamente y los guaruras del mayor Gary Prado, uno de los asesinos del Che Guevara y actual embajador de Bolivia en México, lo alzaron en vilo y se perdieron en la noche.