JUEVES Ť 26 Ť JULIO Ť 2001
Ť Es un organismo deteriorado donde nuestra voz no tiene eco: Gerardo Noriega
''La Canirac no cumple como interlocutor entre el gobierno y los restauranteros''
Ť La cámara se está empequeñeciendo por mantener una burocracia innecesaria: Osvaldo Caldú
Ť Lo que pedimos es un órgano que vele por la calidad de nuestro sector: Marco Rascón
MARIANA NORANDI ESPECIAL
A veces existen elementos sociales o institucionales que se acomodan a los nuevos tiempos sin mirar atrás, otras veces sin embargo, hay individuos, sectores sociales u organismos a los que les cuesta subirse al tren del cambio. Según un grupo crítico surgido dentro de la Canirac (Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados) éste es el mal que padece esta entidad restaurantera, que sigue dando brazadas para no ahogarse en el presente.
La Canirac es una institución oficial nacida en 1958 cuyo cometido es velar por los intereses de los restauranteros ante las autoridades gubernamentales. En aquella época, y hasta 1992, la afiliación tenía carácter obligatorio, pero a partir de ese año una reforma de ley transforma la obligatoriedad de afiliación por la inscripción voluntaria. Tal acontecimiento modificador repercute desfavorablemente en el número de socios y provoca en el seno de este organismo una profunda crisis estructural. En 1992 la cámara contaba con 7 mil 576 afiliados en el Distrito Federal, mientras que el año pasado el número de socios fue de mil 507. En provincia en 1992 había 14 mil 99 socios; en 2000 se contabilizaron 4 mil 119.
El evidente declive representativo de esta institución ha generado en el organismo una corriente crítica y reformista que desde hace algunos meses viene gestando un proyecto de cambio con intenciones rescatadoras. Esta tendencia innovadora representa una provocación para la cámara, especialmente para su presidente, Andrés Olivella Landero, y ha desatado una confrontación política que apunta hacia una fragmentación institucional. Tres representantes de esta línea regeneradora charlaron con La Jornada sobre el tema: Osvaldo Caldú, vicepresidente distrital de Canirac en la Delegación Cuauhtémoc y propietario del restaurante El Asado Argentino, en la colonia Juárez; Gerardo Noriega, presidente de la delegación distrital de Canirac Cuauhtémoc y propietario del restaurante Vértice, en la colonia Condesa, y Marco Rascón, vicepresidente distrital de Canirac en la delegación Cuauhtémoc y propietario del restaurante Peces, en la colonia Roma.
-ƑCuál es la situación actual que atraviesa la cámara?
G.N.- Es un organismo deteriorado. Es una cámara de servicios que no da servicios.
-ƑQué es lo que no funciona de esta institución?
G.N.- Los servicios no son los adecuados, además no representa a la mayoría porque la gente se inscribe por costumbre. Por otro lado, tampoco cumple la función de órgano interlocutor entre el gobierno y los restauranteros.
-ƑDesde cuándo se arrastran estos problemas?
M.R.- Desde 1992, cuando se dio la reforma de ley que acabó con la afiliación obligatoria. A raíz de esa medida, no hubo una estrategia para cambiar la situación de obligatoriedad por la de no obligatoriedad. Afiliarse voluntariamente a la cámara debería significar beneficios en todos los sentidos: representación frente al gobierno, buenos servicios y un órgano que vele por la calidad de la industria restaurantera a fin de poderse adecuar a las nuevas circunstancias económicas y políticas del país. En ese sentido se quedó como una estructura anacrónica y decadente de un país que ya no existe.
-ƑCómo surge la corriente crítica que representan?
G.N.- Mucha gente que queríamos colaborar en la cámara para mejorarla nos dimos cuenta de que nuestra voz no tenía eco.
O.C.- Además hubo actitudes autoritarias que se pusieron de manifiesto en las elecciones de hace un año y medio. Había dos corrientes que se postulaban para la dirección: una era la de Andrés Olivella y la otra de Roberto González, propietario de la Fonda San Angel. En el cierre final, Roberto desiste de su candidatura por presiones que buscaban la sucesión prevista por la dirección anterior. En las últimas elecciones se relige Andrés Olivella, discriminando a una corriente crítica que venía de Chiapas. Todo ese tipo de manejos autoritarios y de decisiones sin consenso hicieron crisis, acentuándose el pasado 21 de junio en la 95 Junta Nacional de Presidentes Distritales en Tijuana. Fuimos con una propuesta amplia y democrática, donde llamábamos a la discusión interna sobre la cámara. No se nos dejó leer nuestra propuesta, que fue lapidada desde la presidencia con un acto totalmente antidemocrático por parte de Andrés Olivella, quien impidió, con descalificaciones e insultos, el cuestionamiento de la estructura interna de la cámara.
-ƑEn qué consiste la propuesta de ustedes?
G.N.- En ampliar la discusión nacional e invitar a todos los restauranteros de la ciudad de México, y luego del país, a formar una cámara que represente, escuche y brinde servicios.
M.R.- El cambio tiene que darse por una asamblea nacional extraordinaria, que es la que tiene las facultades para realizar una reforma estatutaria. Lo que proponemos es que exista un clima para llegar a un ambiente de reforma, porque en estos momentos a cualquiera que dice algo que no está previamente acordado con el presidente se le acusa de traidor.
-ƑQué proponen para aumentar la afiliación?
O.C.- La persona sólo se agrupa cuando ve que tiene beneficios. La cámara se está empequeñeciendo por mantener un aparato burocrático innecesario. De esta forma, destina los recursos a la supervivencia de ese aparato en vez de a las áreas que dan servicio, cayendo en una actitud de abandono hacia el gremio. Nosotros creemos que la base de la afiliación es cambiar esas costumbres.
G.N.- Otro de los problemas importantes es la falta de credibilidad: la gente no cree en la cámara para inscribirse. Nosotros estamos diseñando un nuevo proyecto de cámara donde el restaurantero sienta la necesidad de inscribirse.
M.R.- Aquí hay que tocar un asunto espinoso. Cuando uno quiere proponer cambios muchas veces se mezcla con oportunismo electoral y no es así. Nosotros defendemos la idea de que nadie puede hacer innovaciones importantes si no hay primero un cambio en la estructura de la cámara, y entonces, en un ambiente de reforma, nombrar a la próxima comisión ejecutiva y al próximo presidente.
-ƑTienen ustedes algún candidato?
O.C.- Nuestro candidato es el cambio. Si triunfa este candidato, tendremos una nueva cámara donde pesará la institución y no las individualidades.
-Con tan poca afiliación, Ƒcómo se mantiene económicamente la cámara?
O.C.- Según el informe de 2000 publicado por la cámara, los ingresos por afiliación y por SIEM (Sistema de Información Empresarial Mexicano) representan 51 por ciento, los provenientes de eventos 35 por ciento, por capacitación 7.8 por ciento, por proveedores 1.9 por ciento y por publicidad, promoción y asesorías jurídicas 3.5 por ciento. Los eventos y los cursos de capacitación no tienen otro fin que el recaudatorio. Aparentemente son al servicio de la cámara pero en realidad son fondos para mantener su burocracia. El informe dice que los proveedores aportan 1.9 por ciento del total del presupuesto pero en la práctica sabemos que supera el 20 por ciento. Estas cifras están maquilladas y la cámara depende mucho de los proveedores, lo cual le quita independencia. Te cito un caso: cuando los restauranteros planteamos a la cámara que se negociara con American Express bajar las comisiones, nuestro presidente nacional contestó que no puede enfrentar a American Express porque le da dinero.
-ƑCreen en verdad que van a cambiar la cámara?
M.R.- Estamos absolutamente seguros de que sí, y más si se puede abrir la puerta para crear condiciones de mayor afiliación.