JUEVES Ť 26 Ť JULIO Ť 2001

REPORTAJE

Tres Piedras vive la euforia de la fiesta para recordar a ese mítico personaje

Joaquín Murrieta, supuesto insurgente o bandido, cabalga de nuevo en California

MANUEL ROJAS ESPECIAL

Tres Piedras, California. A 22 años de distancia de la Primera Cabalgata de Joaquín Murrieta, el pueblito Three Rocks, de poco más de mil vecinos, vive de nuevo la euforia anual de una fiesta llena de colorido y emotividad que en este siglo XXI continúan organizando la Asociación de Charros de Madera (California) y el comité de festejos, que preside Ignacio Orozco.

Aquí no han estado jamás Antonio Banderas ni Dreamworks, el creador de una ficción cinematográfica mundialmente conocida como El Zorro, ilusorio personaje que tomó su nombre de un bravo mexicano apodado El Zorro de San Joaquín, El Fantasma de Sonora, El Caballero de los Caminos, El Robin Hood de El Dorado, pero sobre todo El Patrio, gambusino de carne y hueso que actuó entre1850 y1853 y que tenía por nombre de pila Joaquín Murrieta Orosco, oriundo del distrito de Altar, en Sonora, y cuya figura ha inspirado al menos 27 libros en Estados Unidos, dos en Francia, una ópera en la desaparecida Unión Soviética y varias obras literarias en Chile, dos de autores muy reconocidos: la cantata teatralizada Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta, de Pablo Neruda, y en fecha más reciente, la novela Hija de la fortuna, de Isabel Allende.

Ironías de la vida: este ilustre compatriota con evidentes matices insurgentes en la California posterior a la invasión estadunidense de México, ha sido increíblemente desdeñado por los autores de su propia nacionalidad, a excepción del narrador Irineo Paz (abuelo del famoso Octavio) y -sin presunción- del que esto escribe en el libro Joaquín Murrieta El Patrio.

Símbolo de resistencia

Tres Piedras no es sólo una comunidad de vecinos de ascendencia mexicana, sino también un símbolo de la resistencia contra los abusos de autoridades locales en el pasado reciente. En la década de los setentas, la administración del Condado de Fresno hostigó a algunos contratistas de jornaleros agrícolas, bajo el argumento de que rentaban casas insalubres a los trabajadores. Aunque los hechos eran reales, el trasfondo era obligar a los contratistas a desechar a los inmigrantes indocumentados, lo cual hasta nuestros días es prácticamente imposible, pues no hay mano de obra que sustituya la efectividad y el bajo costo de los miles de michoacanos, zacatecanos y guanajuatenses que participan año con año y por estas fechas en las llamadas corridas (cosechas) del melón y del tomate en el Valle de San Joaquín, asiento del mítico arroyo de Cantúa, donde la historia oficial de California consigna la ejecución del "ladrón y asesino" Joaquín Murrieta, el 25 de julio de 1853, a manos del capitán Harry Love y el cuerpo paramilitar The California Rangers, instituido por el gobernador anglosajón John Bigler por un periodo de tres meses a partir del 28 de mayo de ese año y con una paga mensual de 150 dólares a cada uno de los pistoleros que fueron reclutados, muchos de ellos veteranos de la invasión que despojó a México de poco más de la mitad de su territorio.

El mito y la leyenda de Murrieta nacen a partir de su dudosa muerte aquel día, a sólo 72 horas de que concluyera el plazo de persecución y captura de El Patrio, a quien Harry Love y su grupo de mercenarios no habían podido ubicar hasta entonces por una solidaria conspiración silenciosa de los mexicano-californianos, sus protectores ayer y hoy veneradores de su recuerdo.

Los periódicos de la época dan por válido el suceso, una trágica emboscada en la madrugada de aquel 25 de julio, calificadaJOAQUIN-3 excesivamente de "batalla y combate" por algunos cronistas estadunidenses, que dan cuenta de la muerte de cuatro hombres, la captura de dos y la huida de otros dos.

Falso deceso, principio de la controversia y la fascinación

La controversia pública y la sucesiva fascinación de novelistas y ensayistas a lo largo de dos centurias se generan por los fuertes indicios de un falso deceso del perseguido Joaquín Murrieta, quien al parecer fue sustituido, para cobrar mil dólares de recompensa, por el cadáver de su principal lugarteniente, Joaquín Manuel Valenzuela, cuya cabeza en degüello fue mostrada como evidencia principal por sus captores, premiados adicionalmente con otros cinco mil dólares a iniciativa de la Legislatura californiana, convertida en decreto de ley por el gobernador Bigler, el 15 de mayo de 1854.

Lo interesante de aquel episodio es que siendo Murrieta un supuesto bandido, vengador y asesino, su caso fue tratado nada menos que por el Comité de Asuntos Militares del Congreso y que el primer reporte del violento encuentro de Arroyo de Cantúa es dado por The California Rangers al comando de Fort Miller... šun establecimiento militar!

Todo lo anterior y la adjetivación de El Patrio hizo suponer a muchos que más que delincuentes del orden común, el grupo de Murrieta era un foco de insurrectos. Verdad o leyenda, hoy estamos en el siglo XXI aniversario de la Cabalgata de Joaquín Murrieta, que la caravana de charros y vaqueros inicia un viernes en la ciudad de Madera, continúa en los pueblos de Firebaugh y Mendoza, llegando el sábado por la tarde al caserío de Tres Piedras, donde al caer la noche se realiza un gran baile popular a beneficio de la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, organizado por la Asociación de Damas Guadalupanas.

La mañana del domingo, a eso de las 10, se oficia una misa católica en el templo, a la que sucede un intermedio musical una hora después, en que grupos norteños venidos ex profeso interpretan una y otra vez el corrido de Joaquín Murrieta y las nostálgicas notas de Sonora querida y Cielito lindo. Curiosamente los mexicanos enfiestados proceden mayoritariamente de otros estados y no de Sonora. Aquí conviven los jornaleros del pueblito de Hurón, que trabajan hasta 12 horas diarias por el mínimo de 6.25 dólares, con empacadores florecientes procedentes de las ciudades de Fresno y Coalinga, lo mismo que algunos ricos ganaderos de los fértiles llanos de Tulare, planicies de verdor inmenso donde pastan miles y miles de vacas.

En 1979 comenzó el festejo

El festejo ya tradicional de Joaquín Murrieta fue iniciado por el estadunidense Ivar Kristofferson, The mexican sigui, y el italiano Ramón Minitto, en julio de 1979. Pocos han sido los visitantes ilustres, pero los lugareños cuentan entre ellos a Edward James Olmos y a la conductora del Canal 21 de Univisión Lupita Lomelí, famosa en California por su programa Arriba, Valle Central, ausentes ambos de esta singular celebración desde hace varios años.

Han caído en desuso las consignas del movimiento chicano que tanto impulsaron el activista Bert Corona y los Boinas Cafés de fines de los sesentas y principios de los setentas. Ha surgido Mimexca (Migrantes Mexicanos por el Cambio), agrupación cívica fundada en septiembre de 1999 a raíz de una visita del entonces gobernador de Guanajuato Vicente Fox a este, poblado del Valle de San Joaquín, donde igual esperaron a Cuauhtémoc Cárdenas... špero no llegó!

La Cabalgata de Joaquín Murrieta sigue vigente; a ella llegan desde lugares distantes como Sonora y Hornitos en el Condado de Toulumne, epicentro de la Fiebre del Oro en el siglo XIX, poco después de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848. También llega gente de Modesto, Merced, Visalia y hasta de Los Angeles: muchos vienen y no saben explicar por qué.

Don Rogelio Aguilar Martínez, propietario del único restaurancito del pueblo, nos dice que aquí se llega principalmente por las freeways 99 y 5, al este y oeste, respectivamente de este lugar, donde el festejo concluye siempre el último domingo de julio a las 12 del día en Arroyo de Cantúa, con una ceremonia de suertes charras y suelta de palomas en la que la bandera mexicana hace presencia entre los cientos de asistentes que escuchan los versos de Murrieta, entonados entre sorbos de tequila y cerveza, aderezados por el bajo sexto, guitarra, acordeón y tarolas de los cantores del pueblo. Es cuando la festividad compensa a plenitud la dormida a campo raso de los visitantes, los menos en sus trailas (casas rodantes) o en el patio de la parroquia. Es como si quisieran revivir lo que aquí pasó en 1853; es como si quisieran reivindicar de nuevo una cuarteta en especial del corrido de Joaquín Murrieta: "No soy chileno ni extraño en este suelo que piso/ de México es California/ porque Dios así lo quiso/ en mi sarape terciado traigo mi fe de bautizo".