jueves Ť 26 Ť julio Ť 2001

Octavio Rodríguez Araujo

Presencia de Bakunin

Un fantasma recorre el mundo, el fantasma del anarquismo. Sí, dije "del anarquismo", no del comunismo como comenzaba el famoso Manifiesto del partido comunista de Marx y Engels.

Los globalifóbicos en su mayoría y no pocas asociaciones ciudadanas, que no aceptan jerarquías en su organización ni convenios con los gobiernos, tienen algo o mucho de anarquistas. Aclaro, antes de que alguien se me lance a la yugular, que no estoy intentando descalificar a nadie pese a mi oposición al anarquismo. De G.P. Maximoff, The Political Philosophy of Bakunin, The Free Press, New York, 1953, en Anarchy Archives en Internet, he seleccionado los siguientes textos de Bakunin:

"No obstante el enorme desarrollo de los Estados modernos -un desarrollo que en su fase última, de forma bastante lógica, reduce el Estado a una absurdidad-, se hace evidente que los días del Estado y el principio estatal están contados. Ya podemos ver el advenimiento de la total emancipación de las masas trabajadoras y su libre organización social, libre de la intervención gubernamental, formada por la asociación económica de las personas y dejando de lado todas las viejas fronteras estatales y las distinciones nacionales, fundamentado ello sólo en el trabajo productivo, el trabajo humanizado; poseyendo un interés común a pesar de su diversidad".

La propuesta revolucionaria de Bakunin se basaba en la acción espontánea de las masas. Y decía: "Todo lo que los individuos pueden hacer es clarificar, propagar y desarrollar las ideas que corresponden al instinto popular, y, cosa aun más importante, contribuir con sus esfuerzos incesantes a la organización revolucionaria del poder natural de las masas. Pero nada más que eso; el resto sólo podrá hacerlo el propio pueblo. Cualquier otro método llevaría a la dictadura política, al resurgimiento del Estado, de los privilegios, de las desigualdades, y de todas las opresiones estatales; es decir, llevaría de una forma indirecta, aunque lógica, al restablecimiento de la esclavitud política, económica y social de las masas populares".

Respecto de su diferencia con los comunistas, Bakunin decía: "La meta de ambos partidos [comunistas y anarquistas] es idéntica: ambos partidos desean la creación de un nuevo orden social basado exclusivamente sobre el trabajo colectivo en condiciones económicas iguales para todos -es decir, en condiciones de propiedad colectiva de los medios de producción. [Recuérdese que entonces se usaba la expresión partido de manera muy diferente de como la entendemos ahora]. Pero los comunistas imaginan que esto puede lograrse mediante el desarrollo y la organización del poder político de las clases trabajadoras, encabezadas por el proletariado de la ciudad con ayuda del radicalismo burgués; mientras los socialistas revolucionarios [anarquistas], enemigos de toda alianza ambigua, creen que este objetivo común no puede lograrse a través de la organización política sino mediante la organización social (y, por tanto, antipolítica) y el poder de las masas trabajadoras de las ciudades y los pueblos, incluyendo además a todos los que, a pesar de pertenecer por nacimiento a las clases altas, han roto voluntariamente con su pasado y se han unido abiertamente al proletariado aceptando su programa". (Los paréntesis en el texto son de Bakunin, los corchetes son míos.)

Respecto de las masas y los intelectuales, Bakunin sostenía: "Los socialistas revolucionarios [anarquistas] creen que existe mucha más razón práctica e inteligencia en las aspiraciones instintivas y las necesidades reales de las masas populares que en las profundas inteligencias de todos esos instruidos doctores y tutores autodesignados de la humanidad, quienes teniendo ante sus ojos los ejemplos lamentables de tantos intentos abortados de hacer feliz a la humanidad, intentan todavía seguir trabajando en la misma dirección. Pero los socialistas revolucionarios creen, al contrario, que la humanidad se ha dejado gobernar durante largo tiempo, demasiado largo, y que la raíz de sus desgracias no reside en esta o en aquella forma de gobierno, sino en el principio y en la misma existencia del gobierno, sea cual fuere su naturaleza."

Y, finalmente, Bakunin decía que la bandera de los anarquistas "está grabada con letras orgullosas y sangrientas: la destrucción de todos los Estados, la aniquilación de la civilización burguesa, la organización libre y espontánea de abajo-arriba por medio de las asociaciones libres, la organización de la chusma incontrolada de trabajadores, de toda la humanidad emancipada, y la creación de un nuevo mundo universalmente humano".

Pienso que esta selección de textos es ilustrativa. Con la actual globalización Bakunin parece haber renacido y, para mí, ha estado más presente desde Seattle hasta Génova que muchos otros pensadores de la izquierda socialista, pese a lo que dicen algunos bienintencionados.