MIGRACION: AVANCES Y PENDIENTES
En
dos hechos separados, ocurridos ayer, se expresaron los avances logrados
en los meses recientes en materia de protección y dignificación
de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos. El primero, en Washington,
fue la presentación de las propuestas formuladas al presidente George
W. Bush por los secretarios de Estado, Colin Powell, y Justicia, John Ashcroft,
para otorgar a gran número de connacionales permisos temporales
de trabajo en el país vecino.
El segundo fue el encuentro entre el propio Ashcroft y
el procurador mexicano Rafael Macedo de la Concha, en San Diego, California,
en el que el funcionario estadunidense formuló declaraciones cuyo
tono autocrítico no tiene precedente en las relaciones bilaterales.
El primero de esos hechos está claramente vinculado
con el interés de Bush por establecer para sí mismo y para
su partido una base electoral sólida entre la población de
origen hispanoamericano, particularmente entre los mexicanos naturalizados
y descendientes de mexicanos. No por ello debe desconocerse, sin embargo,
el papel que han desempeñado en esta concesión las gestiones
gubernamentales mexicanas y las presiones sociales en ambos lados de la
frontera.
Las medidas propuestas por Powell y Ashcroft son sin duda
insuficientes y el enfoque penalizador de la migración sigue siendo
hegemónico en la clase política estadunidense, como lo demuestra
el hecho de que los círculos de la Casa Blanca insisten en declarar
que el otorgamiento de regularizaciones temporales no debe verse como una
"amnistía", ni siquiera limitada, para los indocumentados mexicanos;
es decir, se les sigue considerando como delincuentes. Pero los permisos
provisionales a trabajadores "huéspedes" constituirán un
primer paso para que éstos puedan defender sus derechos humanos,
laborales y sociales con un mínimo margen de viabilidad legal.
Por lo que hace a los señalamientos de Ashcroft
en San Diego, debe destacarse su reconocimiento de que el gobierno de su
país con frecuencia "ha olvidado sus responsabilidades" en la relación
bilateral con el nuestro. El secretario de Justicia de la nación
vecina, en su encuentro con el procurador general de México, planteó
una serie de medidas para reforzar la seguridad en la frontera común,
entre las que destacan acciones de detección y persecución
de las criminales bandas de traficantes de trabajadores indocumentados,
el refuerzo de la vigilancia ya no sólo con el propósito
de reprimir y perseguir a los migrantes sino --cosa inédita-- para
evitar que mueran en los inhóspitos territorios del sur de Estados
Unidos, así como la aceptación estadunidense --también
sin precedentes-- de colaborar en el combate al tráfico de armas
que se realiza desde aquella nación. Ese trasiego, que deja de aquel
lado grandes ganancias para los fabricantes y los comerciantes de armamento,
representa para nuestro país un incremento de la inseguridad, la
delincuencia, y la violencia.
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