MIERCOLES Ť 25 Ť JULIO Ť 2001
Una muerte que unió a la prensa italiana
Periodista al fin, Indro Montanelli redactó su propia nota necrológica
DE LA REDACCION
Un hueco en su página siete transformó al periódico italiano Il Corriere della Sera en rotativo trunco, huérfano de líneas, un medio de comunicación insólitamente inacabado que expresó así su duelo por la desaparición del periodista Indro Montanelli, en una última columna que apareció vacía.
Fue uno de los numerosos homenajes que recibió el escritor e historiador, premio Ramón Godó Lallana en 1992 y Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1996, quien falleció el pasado fin de semana a los 92 años.
Caso heroico de respeto a las fuentes
Periodista al fin, Montanelli redactó su propia noticia necrológica en máquina de escribir. Il Corriere della Sera, medio que alojó sus textos desde 1936, la publicó íntegra. Dice así: "Llegado al término de su larga y tormentosa existencia, Indro Montanelli (Fucecchio, 1909-Milán, 2001) se despide de sus lectores agradeciéndoles su afecto y la fidelidad con la que lo han seguido''. La nota, aparecida en la portada del diario italiano, pide que no haya ni ceremonias religiosas ni conmemoraciones civiles.
La instrucción, sin embargo, no impidió que a sus exequias acudieran centenares de personas a despedirlo ni inhibió de modo alguno que el homenaje unificara a la prensa de su país.
L'Osservatore Romano lo despidió con un artículo titulado ''Querido Indro, se continuará hablando de ti", en el que se pregunta si ha dejado algunos diarios o al menos recuerdos personales de momentos duros como el encarcelamiento y la condena a muerte en 1944. A su vez, Radio Vaticano lo despidió leyendo algunas de sus crónicas de la Guerra Civil española y párrafos de sus entrevistas con Adolfo Hitler y el papa Juan XXIII.
''Adiós a Indro Montanelli, maestro del periodismo italiano", tituló en portada La Stampa, con un artículo de su director Marcello Sorgi en el que destaca la aversión de il grande vecchio por la retórica.
''El maestro de la libertad'', decía Il Corriere della Sera. ''El periodismo, de luto'', tituló La Repubblica.
Hasta el presidente del gobierno italiano, el conservador Silvio Berlusconi -con quien mantuvo fuerte enfrentamiento-, afirmó que ''desaparece un gran periodista que narró el siglo XX con el espíritu de libertad que siempre estuvo detrás de su pluma''.
Montanelli no era creyente -recuerda el diario español ABC- y todo el mundo lo sabía, pues con frecuencia lo comentaba como una carencia. La fe era algo que otros disfrutaban y que le gustaría tener. ''Pero era un periodista honrado y por eso Juan XXIII lo llamó para concederle una entrevista -la primera de un Papa- que Montanelli no había pedido y que ningún vaticanista se habría atrevido a soñar."
El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, comentó anteayer que el papa Juan Pablo II ''ha tenido la oportunidad de conocer personalmente a Indro Montanelli y de apreciar su alta profesionalidad, lo recuerda en estos momentos y lo tiene presente en sus oraciones".
El encuentro histórico tuvo lugar el 5 de julio de 1986. Juan Pablo II lo invitó a cenar y Montanelli, como buen periodista, le preguntó algo que intrigaba a todos: Ƒqué le dijo Agca durante el encuentro a solas en la cárcel?
El Papa dio su respuesta y Montanelli, entonces director del Giornale, la incluyó en un texto que no se llegó a publicar: ''Quemé el artículo, que estaba ya impreso, a petición de Joaquín Navarro Valls". Fue un caso heroico de respeto al deseo de las fuentes.
La comunidad judía -sigue ABC- agradeció las infinitas veces que Montanelli salió en defensa de sus derechos. Un famoso texto, titulado ''Yo tambien soy judío", sirvió para ayudar a salir de su cárcel mental a algunos italianos que siguen considerando a sus compatriotas judíos ''extranjeros'' en un mundo en el que ya nadie debe serlo en ninguna parte.
Durante toda la jornada fúnebre y antes de ser incinerados sus restos, la capilla de Montanelli en la clínica La Madonnina de Milán recibió la visita de sus amigos y familiares, quienes hallaron a un enjuto Montanelli -la enfermedad le había provocado la pérdida de 46 kilos-, pero también más sereno que nunca, vestido de traje oscuro y corbata roja.
En tanto, un pequeño ayuntamiento de Calabria, Soveria Mannelli, aprobó en menos de 24 horas dar el nombre de Montanelli a una de sus calles.