PURA SANGRE
César Güemes
Stephen King
1. SENCILLAMENTE NO ocupa el lugar que merece. Es uno de los más garantizados best-sellers, en tierra de vendedores, y aun así se le mira sobre el hombro. Pero Stephen King, sin necesidad de apología alguna, es prolífico y sin duda ha conseguido incrementar la lectura de ficción en el apartado de terror.
2. AUNQUE, ES necesario aclararlo, no espanta a nadie. Ni siquiera provoca inquietud. Si se acude a sus diversos libros, como al más reciente en México, La milla verde (Barcelona, Debolsillo, 444 pp.), podrá verse que la denominada ''literatura de terror" es en él la vida cotidiana.
3. CON LA salvedad de dos o tres hechos inexplicables, necesarios no para atraer al lector sino para que avance la trama, en La milla verde los protagonistas son a partes casi iguales un ratón de nombre Cascabel y el sentenciado a muerte John Coffey. Ninguno de los dos podría provocar ni el más mínimo susto: el roedor peca de inteligente, mientras el preso no sólo vive en la inocencia sino que muere debido a ella y a su entorno racista.
4. LA MEJOR cualidad de King es construir a sus personajes desde dentro. A diferencia de cualquier escritor de best-sellers, incluye en su novela esta extraña forma de concebir la promesa de vida eterna, atada más a la nostalgia que a cualquier credo religioso: ''¿No cree que si un hombre se arrepiente de sus culpas puede volver al tiempo en que fue más feliz y vivir ahí para siempre? ¿No cree que es probable que el cielo sea así?" O afirma, en voz del narrador: ''Un hombre con una buena esposa es el ser más afortunado del mundo, y supongo que el que no la tiene debe de ser el más desgraciado, y su única bendición es que tal vez no sea consciente de ello". Y ya entrados en gastos de lo que a ultratumba corresponde, dice junto con uno de sus personajes: ''El tiempo se lo lleva todo y al final sólo queda oscuridad. En ocasiones encontramos a otros en esa oscuridad, y algunas más los perdemos en ella".
5. NO ES el lenguaje de un escritor que trabaja a destajo con tal de enriquecerse a la brevedad con la inocencia cultural de sus lectores. Stephen King es un escritor discreto y consistente, tal como lo vio Stanley Kubrick en su momento. Sólo así se entiende que haya logrado, entre otras, una imagen tan sutil de la silla eléctrica cuando la define como ''silente y misteriosa, como el trono de un rey muerto".