Javier Aranda Luna
El verdadero Tablada
A Juan García Ponce, por el Premio Juan Rulfo
La obra de José Juan Tablada demuestra que es una tontería juzgar una propuesta estética con criterios políticos. Ni el oportunismo de este escritor con el poderoso en turno, ni su proclividad fascistoide son razones suficientes para olvidar algunos de los momentos más importantes de la literatura hispanoamericana producto de su genio: después de su viaje a Japón, en 1900, introdujo la forma poética del haiku en la lengua española y en 1918 escribió un poema irreprochable: Nocturno alterno, uno de los primeros poemas simultaneístas en nuestro idioma. Además de eso fue uno de los principales promotores del arte mexicano en el extranjero a principios del siglo XX. Si el valor estético de una obra dependiera de las posiciones políticas de su autor quizá deberíamos olvidarnos de Wagner, Pound y Celine.
Hace unos días La Jornada dio cuenta del descubrimiento de 144 textos que Tablada escribió para El Nacional entre 1897 y 1900, algunos firmados con el seudónimo de ''Le Horla". Es posible que esos textos, y otro centenar que la investigadora Esperanza Lara analiza, nos permitan conocer más sobre el modernismo y el pensamiento político de Tablada que fue tan voluble como el viento: aplaudió a Porfirio Díaz hasta que cayó de la gracia del dictador por su poema Misa negra; atacó con cinismo a Madero, a quien por demás admirara su amigo Ramón López Velarde; escribió un panegírico de decenas de cuartillas sobre Victoriano Huerta y, posteriormente, criticó ''al dictador" en la época de Carranza, a quien había fustigado con su prosa, y terminó trabajando con él en el Servicio Exterior.
Pero si la vida política de Tablada puede causar náuseas, su apuesta cultural y literaria es irreprochable. Su curiosidad incesante lo hizo no sólo introducir la forma del haiku en nuestro idioma, sino escribir una serie de poemas ''ideográficos" que aún nos sorprenden y que en el México de los años veinte del siglo pasado, debieron ser un refrescante delirio. Tablada quería con esos poemas unir, de manera simultánea, ''lírica y gráfica". Buscaba ''sintetizar" la poesía para dar mejor cuenta del dinamismo de la vida moderna.
Su curiosidad incesante lo acercó al cine, medio en el que vislumbró el porvenir del ocio masivo: ''el futuro estará alumbrado por la luz del cinematógrafo". Pero en el cine vio algo más: las posibilidades de construir un discurso sólo con imágenes. Me explico: que el montaje de dos imágenes diera por resultado una nueva. Algo similar a lo que Pound vio en la escritura china donde, por ejemplo, la imagen de un corazón junto a la imagen de una puerta cerrada expresan el sentimiento de la tristeza. ¿Y no es ese también uno de los principios del haiku?
Pero Tablada no sólo fue un gran poeta y un político deleznable. Fue un estupendo promotor cultural. Decenas de páginas publicadas en periódicos y revistas de México y el extranjero dan fe de ello. En 1914, a la caída de Huerta, Tablada huye de la barbarie zapatista que saqueó su casa de Coyoacán. Se exilia en Nueva York y allí colabora en diversas publicaciones con ensayos y artículos sobre arte precolombino y artistas mexicanos. Más tarde inauguró en esa ciudad, en el número 118 de la calle 28 Este, la Librería los Latinos Exporters-Books-Importers, donde ocupó un lugar destacado la bibliografía mexicana.
Al igual que Salvador Novo, Tablada perdió una generación de lectores por sus ideas políticas. Y perder una generación de lectores en un país en el que no abundan es arriesgarse a invocar al olvido. Es curioso: tanto el pensamiento político de Novo como el de Tablada, rayaron en lo reaccionario pero ambos ensancharon, como pocos, el horizonte cultural de nuestra sociedad. Novo con sus desplantes y poemas dedicados al amor otro y Tablada con sus loas dedicadas a las putas. No sólo eso: si Novo escandalizó con sus poses, Tablada, muchos años antes, lo hizo con cantos a la droga como el del poema El Caballero de la Yerbabuena, del que extraigo estos versos:
En la más sincopada de las rumbas préndeme tu vacuna, oh mariguana, universalizando el incidente.
Ojalá que el descubrimiento de los nuevos textos de Tablada nos permita volver los ojos a su poesía; descubrir, más que al prosista culto y eficaz, a un gran poeta. Al poeta que tiene más cosas nuevas qué decirnos que muchas novedades del mercado editorial: ''al poeta de la eterna juventud", como lo llamó Alfonso Reyes.